Campiña del Jarama, territorio alado

Al noreste de la Comunidad de Madrid el Río Jarama se abre paso a través de una campiña de extrema importancia para las aves esteparias. También para las rapaces. La primavera es la mejor época para disfrutar de estas estepas cerealistas en las que la avutarda, el sisón, el águila imperial y el buitre negro toman el protagonismo alado.

El Río Jarama es uno de los principales afluentes del Tajo. Nace en las estribaciones de la Peña Cebollera o Pico de las Tres Provincias, montaña de 2.198 metros de altitud que marca la divisoria de Guadalajara, Segovia y Madrid y fluye durante 190 kilómetros por la provincia de Guadalajara y principalmente Madrid, hasta desembocar en el Tajo a la altura de Aranjuez.

La Campiña del Jarama es la zona ocupada por el tramo medio del río, entre la Sierra Norte de Madrid y las inmediaciones de la capital. Encontramos en ella localidades como Talamanca de Jarama, Valdetorres de Jarama, Algete, Ajalvir, Cobeña, El Molar, Pedrezuela, Ribatejada, Valdeolmos-Alalpardo, San Agustín de Guadalix, Fuente El Saz de Jarama o Paracuellos de Jarama, entre otras. En el corazón de la campiña, el que nos ocupa, el paisaje de estas estepas cerealistas está dominado principalmente por cultivos de trigo (Triticum aestivum) y centeno (Secale cereale). Cultivos de secano que explotan de color en primavera gracias a infinidad de especies herbáceas que brotan con especial facilidad en bordes de caminos y lindes de cultivos. El festival cromático está asegurado.

En El Ecoturista nos hemos fijado en este destino por su importancia ornitológica. Pertenece a la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de las Estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares. Durante todo el año los cielos están dominados por grandes rapaces como el buitre negro, el buitre común o el milano real. También el águila imperial y real, así como el escaso aguilucho cenizo. Incluso algunas acuáticas (lagunas de Cobeña) en este terreno de secano o algunas rupícolas en sus cantiles, pero son sus aves esteparias las que tienen mayor importancia en la zona, cobrando especial protagonismo en primavera.

Aves Esteparias

No corren buenos tiempos para las esteparias. El cambio climático avanza y con él los hábitats desérticos o subdesérticos. La aridez gana terreno al verde y en esa batalla, que en teoría favorece a las aves esteparias, los últimos censos parecen no acompañar a la lógica. Innegablemente los motivos del declive tienen más peso y actúan más rápido: las prácticas agrícolas industriales y el crecimiento urbano e infraestructuras. Tanto, que son el grupo de aves más amenazadas de Europa.

Entre todas las aves esteparias ibéricas la avutarda común (Otis tarda) es la reina indiscutible. España cuenta con la mayor población mundial de avutardas comunes (60%) y Madrid es la tercera comunidad (tras Castilla y León y Castilla La Mancha) en población de esta gran ave que encuentra en el valle del Henares y del Jarama (ZEPA) su principal bastión madrileño. Así que la importancia de esta campiña lo dice todo ya que la cosa pinta mal en la comunidad madrileña, que ha visto cómo en la última década, la avutarda, el sisón común, la ganga ortega y el aguilucho cenizo han disminuido su población de media un 50% (CSIC).

Por situarnos en cifras, el estudio de los biólogos del CSIC Carlos Palacín y Juan Carlos Alonso (también fuentes SEO / Birdlife y GREFA) habla de un claro retroceso en los últimos diez años en las poblaciones madrileñas de avutarda (de 1.500 individuos en 2006 a 1.000 en 2016), de sisón común (de 2.600 machos en 2006 a 1.200 machos en 2016), la ganga ortega (de 145 individuos en 2006 a 75 en 2016) y de 61 parejas de aguilucho cenizo en 2006 a 29 en 2016. El descenso del sisón y del aguilucho ha sido especialmente significativo en las estepas cerealistas de los ríos Jarama  y Henares.

Existen varios lugares donde es posible su observación, pero quizá el más popular y con mayores probabilidades de éxito, es la zona de Valdetorres de Jarama y Talamanca de Jarama, en la cuenca media del Jarama. Una ruta ornitológica que usa vías pecuarias y caminos cerealistas es la mejor opción. Es una ruta lineal de 8,5 kilómetros de baja dificultad y por terreno prácticamente llano, ideal para recorrer en familia en primavera y otoño. Al comienzo de la ruta, un cartel de vía pecuaria nos recuerda que la circulación con vehículos a motor está prohibida. Además es momento de recordar que la observación responsable, sin abandonar  pistas y caminos, es fundamental, así como el uso de prismáticos o telescopios terrestres debido a la distancia entre le camino y estas esquivas especies.

Desde lontananza, prismático en mano, la primavera trae a la campiña del Jarama uno de los espectáculos naturales más sobresalientes en el panorama ornitológico europeo. Es el cortejo de las avutardas (marzo-mayo) con una serie de fases muy definidas. En primer lugar los machos acuden a los leks (terrenos de “combate”) para disputarse el privilegio de la reproducción. Es el momento del postureo. Los machos acuden a los leks para dejarse ver y las hembras visitan estos  territorios comunales para seleccionar al “padre” más idóneo para sus futuras crías y copular con él.

Ganado el privilegio, ahora toca cortejar a las hembras y para ello han desarrollado una espectacular técnica de ligoteo que es probablemente la fase más fascinante de la etología reproductora de la especie.  Son las populares Ruedas. Con las primeras luces del día los grandes machos vuelan a zonas elevadas de las laderas o en los altos de las pequeñas colinas entre los cultivos  de secano, desde donde captar la atención de las féminas (y de paso vigilar). Y es también en esos primeros momentos de la mañana cuando hinchan las plumas de su cola adoptando un porte esférico de llamativo color blanco para empezar a hacer esas ruedas, girando sobre si mismos o alrededor de las hembras. Echan la cabeza hacia atrás estirando el cuello para mostrar la parte ventral blanquecina del tórax y el cuello y comienza la danza.

Está demostrado que los machos que más tiempo pasan haciendo la rueda son los que, con paciencia, tienen mayor éxito reproductor al ser los elegidos por las hembras. En ocasiones la rueda finaliza con la cópula. Y así pasan el día, activándose de nuevo al final de la tarde aún a riesgo de atraer también a depredadores como el zorro… o el hombre, de ahí que sean muy esquivas. Pero ya se sabe, quien no arriesga no triunfa.

En este vídeo se pueden ver algunas ruedas de avutarda