Experiencias

Dunas de Corrubedo. Ecoturismo Accesible

04/09/2018 Autor: Manuel Sobrino / El Naturalista Cojo
  • Geología
  • Turismo accesible

Situación

A Coruña

Accesos

Desde A Coruña y Santiago de Compostela por la autopista AP-9 hasta Padrón, y desde aquí por la vía rápida de O Barbanza hasta Ribeira. Desde Pontevedra y Vigo también por la AP-9 hasta AG-11 (Autovía de O Barbanza) hasta Ribeira.

Por carretera AC-550 entre Noia y Ribeira con desvíos hacia la costa. Accesos directos al Parque Natural con final en zonas de aparcamiento, uno en Olveira y el otro en el Centro de visitantes “Casa da Costa” de O Vilar.

Highlights

Visita obligada es la gran duna móvil, la más extensa del noroeste peninsular, uno de los mayores atractivos de este espacio natural.

Cuando

Todo el año, mejor con buen tiempo, si bien recomendamos visitar el parque en primavera, cuando la afluencia de turistas a las playas no ha llegado a su máximo. A nivel ornitológico la mejor época es entre los meses de septiembre y marzo, cuando el número de aves que se concentran en las dunas y lagunas es mayor.

Consejos

Después de una dura ruta por el parque, nada mejor que acabar la jornada en el Mesón-Restaurante Playa del Vilar, con área recreativa para disfrutar en familia. Situado cerca de la playa de O Vilar, totalmente accesible y con baños adaptados.

 

No olvides los prismáticos y una buena guía de aves.

Asomo a la accesibilidad del Parque Natural Dunas de Corrubedo y Lagunas de Carregal y Vixán (A Coruña). Nuestro compañero Manuel Sobrino -el Naturalista Cojo-, se acercó con su silla de ruedas a descubrir la naturaleza al pie de esta gran duna. Pero este espacio natural  gallego no solo alberga arena

 

El Parque Natural Dunas de Corrubedo y Lagunas de Carregal y Vixán es un buen ejemplo de lo mucho que queda todavía por hacer en materia de accesibilidad en espacios naturales protegidos. Soy perfectamente consciente de que hay —y debe haber— lugares vetados al paso de mi silla de ruedas. Facilitar la entrada a ciertos lugares significa muchas veces condenarlos al turismo de masas, y en última instancia, a su destrucción y desaparición.

 

Disfruto de lo que puedo con lo que tengo. Conozco mis límites, a veces impuestos por razones que cuesta entender… Se hace necesario buscar un equilibrio entre conservación de la naturaleza y su disfrute, un derecho de todos.

Ruta 3, ruta circular que bordea el centro de visitantes. Al fondo playa do Vilar y océano Atlántico. Foto: Manuel Sobrino

De las cinco rutas que atraviesan el parque natural (el quinto de Galicia en extensión, con 996 ha.) únicamente dos —las denominadas Camiño do Vento y Camiño da Praia— son accesibles para personas con movilidad reducida. Vamos a centrarnos en ellas.

 

Mi viaje comienza en la parroquia de Olveira, una de las cuatro que integran este singular espacio protegido, la mejor y más extensa representación de parque natural de Europa, según los expertos.

Campos de Olveira y duna móvil. Foto: Manuel Sobrino

La gran duna de Corrubedo

Era un día de marzo, soleado, perfecto para disfrutar de este rico mosaico de playas, lagunas, marismas y bosques de coníferas. Disponemos aquí de amplio aparcamiento con plazas reservadas, punto de inicio de una de las rutas más conocidas de todo este impresionante sistema costero. Una larga y rectilínea pasarela de madera atraviesa los extensos y aparentemente pobres campos que, sin embargo, albergan una extraordinaria diversidad de plantas y animales. Aquí se encuentra la única población reproductora de alcaraván de todo el litoral gallego. Dos paneles informativos al principio y al final del camino nos hablan de las bondades de la zona. Lamentablemente, se echan de menos carteles en Braille para invidentes.

Vale la pena realizar un ejercicio de introspección, detenerse a medio camino y escuchar atentamente… Así pude oír los chasquidos de la tarabilla común, abundante sobre la alfombra de tojo y jaguarzo que domina los campos de Olveira; o la estrofa larga y aflautada de la alondra totovía, que no logré localizar con mis prismáticos. A lo lejos, el maullido sordo de un ratonero ponía una nota nostálgica en aquella agradable sinfonía…

Tojo en flor.

Todo era silencio, tranquilidad sólo rota por el avance lento de mi silla de ruedas sobre las tablas del paseo. Ante mí la famosa duna móvil, principal atractivo del parque. Su imponente presencia rompe la plana orografía del terreno, y sus considerables dimensiones —1 km de largo, 250 metros de ancho y 15 m. de alto— la convierten en la más grande del noroeste peninsular. En poco más de media hora puede completarse este recorrido lineal de kilómetro y medio de largo.

 

Al pie del cordón de A Ferreira, ante el que uno sólo puede sentirse insignificante, un mirador facilita su observación cercana al tiempo que evita la erosión de la duna y el desmoronamiento de la arena por el tránsito constante de miles de personas. De nuevo, varios carteles anuncian la prohibición expresa de encaramarse a sus laderas, bajo fuertes sanciones administrativas. No en vano, Corrubedo es uno de los espacios naturales más visitados de Galicia. Toda precaución es poca…

Desde el punto de información de Olveira, al inicio de la ruta que acabo de describir, parte el Camiño do río do mar, un itinerario de 3,5 km. que invita a descubrir la laguna salobre de Carregal, las marismas y la llanura intermareal. Itinerario al que finalmente me vi obligado a renunciar por lo impracticable de la pista, embarrada y cuajada de charcos de agua de las abundantes lluvias caídas en días pasados. Más tarde, el propio personal del parque me desaconsejó rodar por allí.

Rodando entre “penedos” y pinos en la ruta 3, “Camiño da Praia”. Foto: Manuel Sobrino

Minutos después ponía rumbo sur, hacia el Centro de Recepción de Visitantes Casa da Costa, en la parroquia de O Vilar, un cuidado edificio inmerso en la naturaleza donde me proporcionaron toda la información necesaria —mapa incluido— para completar la experiencia. Preciosos y detallados pósters cuelgan de sus paredes, mientras que sus vitrinas guardan algunos de los secretos del mar que baña esta tierra. También aquí encontraremos un parking donde estacionar nuestro vehículo cerca de la entrada, detalle que siempre se agradece.

 

Otro centro —para mi uno de los más modernos, innovadores y mejor preparados que conozco— es el Centro de Interpretación do Ecosistema Litoral de Galicia (CIELGA), un espacio diáfano y luminoso pensado como museo divulgativo de las cuestiones históricas, geológicas y naturales relativas al parque natural. A través de diferentes soportes conoceremos, por ejemplo, las sorprendentes herramientas de navegación que utilizan las aves para orientarse en sus viajes migratorios; el imperceptible movimiento de la barrera protectora que constituyen las dunas; y aprenderemos a valorar la importancia de los humedales y su conservación. Prueba de ello es Corrubedo, reconocido con figuras de protección a nivel autonómico, nacional e internacional… Varias rampas facilitan el acceso a las instalaciones, por donde pude rodar con absoluta libertad.

Pardillo. Foto: Manuel Sobrino
El Centro de Interpretación do Ecosistema Litoral de Galicia (CIELGA). Foto: Manuel Sobrino

Antes de continuar, decidí tomarme un respiro para comer y reponer fuerzas en el entorno de los dos centros, —muy próximos entre sí— un relajante pinar donde el soñoliento rumor del mar se mezcla con el tamborileo del pico picapinos y el silbido agudo del reyezuelo listado. Un enmascarado escribano soteño, uno de mis pájaros favoritos, me mantuvo entretenido entre mordisco y mordisco a mi bocata de jamón, dejándose fotografiar sin apenas inmutarse.

Escribano soteño. Foto: Manuel Sobrino.

Con las pilas cargadas y la barriga llena, emprendí la última etapa de mi viaje, “Camiño da Praia”, un recorrido circular que por medio de una intrincada red de pasarelas bordea el Centro de Recepción de Visitantes y el CIELGA.

 

Dejando atrás el abrigo del bosque, el despejado horizonte de O Vilar, expuesto a todos los vientos, me brindó un nuevo y sorprendente contraste. Un reducido grupo de gaviotas descansaba sobre la playa, legítimas ocupantes de un hábitat compartido por decenas de especies de aves. Las observaba con cierta envidia… No podía llegar hasta allí. La pronunciada pendiente, suavizada por varios peldaños, supuso un obstáculo insalvable. No me resistí, sin embargo, a desviarme por un instante de la senda habilitada, para asomarme a un balcón rocoso desde el que se divisaba una de las panorámicas más espectaculares de todo el parque. Tenía Corrubedo bajo mis pies… ¡perdón, bajo mi reposapies!

El Centro de Interpretación do Ecosistema Litoral de Galicia, totalmente adaptado. Foto: Manuel Sobrino
El bosque de Corrubedo, compuesto en su mayoría por pinos de repoblación que fijan las dunas. Foto: Manuel Sobrino

La influencia del viento y la bravura del mar se hacían notar. Son las mismas fuerzas que modelaron este paisaje durante milenios. La misma energía vital que transforma cada piedra, cada grano de arena. El Parque Natural de Corrubedo es un lugar en constante evolución… Los grandes “penedos” que atravesaba ahora, roca pulida por la erosión, me hablaban de épocas pasadas; los tiernos brotes de los pinos salpicaban con pinceladas rojizas aquel cuadro de verdes, blancos y azules. Todo era armonía… Todavía tuve tiempo de ver pardillos y jilgueros saltando de árbol en árbol, como queriendo despedirse de mí. Prometí que sería un “hasta pronto”…

Vista general de Corrubedo. Foto: Manuel Sobrino

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