Internacional

Con los gorilas de Bwindi

20/12/2017 Autor: Alfonso Polvorinos / El Ecoturista
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Situación

Uganda

Accesos

Cada zona destinada a la observación de estos primates cuenta con sus propios alojamientos y la compleja orografía montañosa de su hábitat hace que entre una zona y otra se empleen más de 4 horas en vehículo. A esto hay que añadir las 2 horas entre Isasha (accediendo desde Queen Elizabeth) y la primera de las zonas de gorilas. En mi caso tuve que viajar casi 8 horas hasta la zona Rushaga pero el paisaje, cada vez más espectacular, se presta a múltiples paradas fotográficas y a que se me pase sin darme cuenta. Finalmente llego al sencillo Wagtail Eco-Safari Camp.

Más corto es el acceso directamente desde Kampala/Entebbe, buena parte por carretera y la última parte por pistas.

Highlights

La mayor población mundial de Gorila de montaña vive en el Parque nacional Bosque Impenetrable de Bwindi, en Uganda. También viven chimpancés y es un muy buen lugar de birdwatching.

Cuando

Todo el año. Uganda posee época de lluvias cortas en noviembre-enero u otro de lluvias fuertes en abril-junio, si bien las lluvias y la alta humedad están presentes a lo largo de todo el año en las montañas del Bwindi.

Dependiendo del mes el precio varía: 600$ por persona durante todo el año excepto abril, mayo y noviembre, que son 450$. En Uganda el permiso para la actividad cuesta 1.500$ por persona.

Consejos

Importante: la observación de gorilas requiere de una forma física normal pero apta para una larga caminata por montaña y no se permite a menores de 15 años. No olvidéis en el equipo una capa de agua, unos guantes para agarraros a la vegetación (hay ortigas) y unas polainas de las que se colocan en las pantorrillas y se sujetan a las botas para tapar los tobillos. En realidad es para impedir que se metan por dentro del pantalón las molestas hormigas rojas, que propinan inofensivos pero dolorosos mordiscos. Al inicio del sendero os dejarán un palo a modo de bastón que sirve de gran ayuda en el resbaladizo terreno.

Consejos: Las empresas de safari (asociadas a AUTO Association of Uganda Tour Operations) se encargan de gestionar con antelación los permisos para la observación de gorilas y chimpancés. Ha de realizarse con tiempo suficiente, especialmente si tienes pensada la visita en época alta de afluencia de visitantes (diciembre-enero y junio a septiembre), pues el cupo máximo de personas/día en Bwindi está en 64. Hasta 8 visitantes por grupo de gorilas. Las agencias reservan además los alojamientos en la zona asignada evitando así grandes desplazamientos el día de la actividad. Los desplazamientos son muy lentos en Bwindi pues no hay carreteras. Sólo existen pistas de tierra arcillosa (imprescindible 4×4) que en época de lluvias suele complicar el avance notablemente. Para llevarlo todo arreglado desde España te recomendamos la agencia de viajes especializada Ecowildlife Travel.

Además de los consejos de indumentaria referidos en el apartado “Importante”, mencionar que resulta imprescindible llevar calzado de montaña (tipo bota o zapatilla de trekking). Llevar el equipo fotográfico en una mochila o bolsa protegido por funda de plástico. A veces la humedad ambiental hace que la lente se llene de vaho al sacarlo de la bolsa. Tardará un par de minutos en evaporarse la condensación de la lente. Asegúrate de que está “limpia” antes de realizar las fotos.

Dificultad: La caminata de aproximación hasta los gorilas puedo catalogarla en mi caso de dificultad media. El sendero no es difícil pero si cuesta arriba con moderada pendiente en su primera mitad, seguido de camino prácticamente llano, sinuoso pero sin grandes desniveles. Una vez cerca de los gorilas, la aproximación final se realiza sin sendero, con el ranger abriendo paso en la selva a golpe de machete. El barro y la aproximación final entre raíces, ramas y denso follaje, eleva la dificultad hasta Media (para una persona con forma física normal). En total 3 horas ida y 2 horas y 15 minutos regreso; tiempos de marcha a ritmo normal. El guía siempre adecua el ritmo al del más lento del grupo. Al finalizar la caminata se entrega un certificado de la experiencia Gorilla Track.

Estar cara a cara con una familia de Gorilas de montaña es una de las experiencias más excitantes que se puede vivir en contacto con la fauna salvaje. A escasos metros de un enorme macho de espalda plateada que vigila atento los movimientos del resto de gorilas de la familia y los de los emocionados visitantes… Nos fuimos al corazón del parque nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi, en Uganda, para vivirlo. ¿En qué consiste un tracking (rastreo) para observar gorilas? te lo contamos en detalle… 

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Indescriptible sensación la de formar parte por unos minutos de una familia de gorilas de montaña.

Es el gran momento. El gran día. Eso por lo que uno ha venido hasta Uganda: la observación de los gorilas de montaña. Cara a cara. Los diez días de mi primer safari en aquel país están tocando a su fin y cómo no, he dejado para el final la visita a los gorilas de montaña. ¡Cuánto tiempo esperando este momento y cuantas cosas pasan por la cabeza previas al gran encuentro! Sobre todo cuando preguntamos a los guías la tarde anterior sobre la posibilidad de ver a los gorilas y éstos no dudan: hundred percent!! hundred percent!! Las orejas se nos abren más que las de cualquiera de los enormes elefantes que he hemos visto en Queen Elizabeth. Estamos escuchando justo lo que queríamos oír y los ánimos se van a la cama a tope.

No es época de lluvias, pero no cesa de llover durante toda la noche. A las 6,30 h. estamos listos para desayunar. Los nervios no dejan mucho hueco al hambre ni a la comida, pero hay que desayunar fuerte ya que los gorilas, si los encontramos, pueden estar a 30 minutos… o a 6 horas caminando montaña arriba.

Caminata de aproximación hasta los gorilas en un mar verde.

Las montañas en torno a los 2.000 metros del parque nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi (casi 2.700 m. la más alta) amanecen envueltas por la niebla. El espíritu de Dian Fossey parece querer ambientar nuestro día para ver sus gorilas en la niebla. Aunque a ratos, no cesa de llover. A las 8 h. Torsten, Tania -dos simpáticos alemanes que me acompañan en este fabuloso viaje– y yo estamos puntuales en el centro de recepción de Rushaga, donde además del pertinente permiso (600$ por persona y día; 450$ en abril, mayo y noviembre) se ha de presentar el pasaporte. Después del registro (acreditación) de cada visitante, se imparte un corto briefing sobre el parque nacional y la situación de los gorilas de montaña en el mundo. Las normas de comportamiento, cuando los veamos, se reservan para el guía del grupo antes del contacto visual con los gorilas.

Paisajes del Parque Nacional Bwindi.

El parque nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi (declarado en 1991 e incluido en la Lista de Patrimonios de la Humanidad en 1994) se localiza al suroeste de Uganda, en el borde del valle del Rift y justo en la frontera con la República Democrática del Congo. Ocupa 32.100 hectáreas solo accesibles a pie y alberga una rica biodiversidad: con 120 especies de mamíferos (incluido elefante de bosque), casi 350 especies de aves censadas (23 de ellas endémicas), 27 especies de anfibios y reptiles, 202 especies de mariposas y más de 200 especies de árboles. Paraíso también para las orquídeas y el centenar de especies de helechos que aquí viven. En cuanto a los primates, destacan entre las 7 especies de primates diurnos los chimpancés, colobos, babuinos, cercopitecos y, por supuesto, los gorilas de montaña. No es el único parque nacional en Uganda donde viven los gorilas, pero si el mejor para observarlos y también el principal hogar mundial para este carismático animal.

Camaleón del Ruwenzori.

En Bwindi viven 400 gorilas de montaña (Gorilla beringei beringei), casi la mitad de los existentes en el mundo, que se distribuyen por los montes Virunga entre los parques nacionales Virunga (Congo), los Volcanes (Ruanda), Bwindi y Mgahinga (Uganda). En Bwindi, algo más de 200 están “dedicados” al turismo y viven repartidos en 9 familias o grupos de gorilas: Habinyanja, Rushegura y Mubare (estos tres grupos viven en la zona de Buhoma), Bitukura y Oruzogo (ambos en Ruhija), Shongi, Nkuringo, Mishaya y Kahungye (los cuatro en la zona Rushaga). La primera vez que se autorizó la visita a un grupo de gorilas fue en 1993. Nos ha tocado el grupo Mishaya, que vive en la selva más meridional de Bwindi.

Esta hembra con su bebé nos brindó momentos inolvidables.

En 2011 el censo de gorilas en Bwindi era de 320 ejemplares (320 en 2006). En 2015 el último censo hablaba de 880 en todo el mundo (720 en 2007), o lo que es lo mismo en Uganda, Ruanda y Rep. Democrática del Congo, los únicos tres países donde viven en libertad. A la espera del anunciado censo de 2017, es la última cifra oficial. En el vecino parque nacional de los Volcanes (Ruanda) viven 19 familias de gorilas, 10 de ellas dedicadas al ecoturismo.

Cría con un mes de vida.
Un baño de sol, aunque sea tenue, siempre es necesario.

Después de quedarnos atrapados en el barro arcilloso de la pista con el coche varias veces en plena época seca (¡¡cómo será esto en época de lluvias!!), a las 9,30 h. estamos en el punto de inicio del sendero. Allí nos esperan chavales que se ofrecen como porteadores (15 $). Los grupos están formados por un máximo de 8 turistas/día para cada familia de gorilas. Hoy en el nuestro somos siete clientes, un guía (Uganda Wildlife Authority), un ranger armado (por los elefantes de bosque), y pronto se suman dos porteadores más. Delante del grupo salieron a las 7 de la mañana los dos rastreadores que se encargan de localizar, en base a la posición del día anterior, a la familia de gorilas. Llevan una radio que servirá para guiar más tarde en este mar verde a nuestro cabecilla hasta la posición exacta de los grandes simios. Sin la labor rastreadora de estos dos rangers sería imposible localizarlos.

Pendientes de la radio para la ansiada noticia.

Comenzamos a caminar y sigue lloviendo. Pronto nos envuelve la niebla. Tras una hora y media de marcha y varias infructuosas comunicaciones por radio con los rastreadores, finalmente salta la noticia más esperada: ¡han encontrado a los gorilas! Avanzamos en fila india y a medida que la noticia se comunica de la cabeza a la cola del grupo, las caras de felicidad van cambiando como cuando se realiza una “ola” en la grada entre el público de un partido de fútbol. Una hora más tarde, después de abrirnos paso por la “Bwindi” (significa oscuridad) de este bosque impenetrable, llegamos por fin junto a los rastreadores y los gorilas. El guía nos indica que hay que dejar en el suelo mochilas, bastones de trekking, agua, etc. todo excepto la cámara y lo que vayamos a necesitar (batería de repuesto, tarjetas de memoria, lente. Nada más) y comienza su tanda de instrucciones:

Mishaya, el gran espalda plateada.

No se puede comer ni beber delante de los gorilas; no aguantar la mirada del macho dominante; no realizar movimientos bruscos ni hablar alto; si el macho se acercara a alguien del grupo (cosa muy muy poco probable), hay que agacharse sin mirarle a los ojos y coger hojas y ramas del suelo para fingir comer en actitud de sumisión. Respecto a las fotos, no se puede usar flash. A partir de este momento el contacto con los gorilas está limitado a 1 hora máximo y no podemos acercarnos a menos de 8 metros. Otra cosa es que ellos se aproximen…

En estos momentos vienen a mi mente las palabras que la gran primatóloga plasmó en su obra «Gorilas en la Niebla» (1983) para describir los instantes previos a su primer encuentro: “El ruido precedió a la vista, y el olor precedió a ambos en forma de un penetrante hedor de establo y almizcle, pero que también recordaba al olor humano. De pronto, una serie de gritos agudos rompieron el aire y les siguió el sonido rítmico producido por los golpes secos que un gran espalda plateada se daba en el pecho. (…) Mirando a través de la vegetación, pudimos distinguir un grupo de primates negros de cabeza peluda que nos miraban curiosos. Sus ojos brillantes se movían nerviosos bajo pobladas cejas mientras trataban de identificar si éramos amigos familiares o posibles enemigos. Inmediatamente me quedé atrapada por la magnificencia física de estos enormes cuerpos negros que contrastaban con el verde del espeso follaje del bosque”.

Algo similar sentí yo cuando descubrí dos grandes ojos ambarinos mirándome fijamente, curiosos y penetrantes, bajo la protección del denso follaje.

Siguiendo el rastro del día anterior de los gorilas.

Justo cuando dejamos las últimas mochilas en el suelo, la niebla desaparece para dejar lucir un sol espléndido. Ni en el mejor de los sueños. Los gorilas necesitan como nosotros las vitaminas del sol, así que después de un par de días de lluvia, el macho dominante (espalda plateada o silver back), un macho joven y una hembra con un bebé -cuatro de los doce gorilas que forman la familia Mishaya-, salen a una zona abierta del bosque y no dudan en tumbarse a comer y tomar el sol. Lo que sigue os lo podéis imaginar. O quizá no. Hay que vivirlo. Pero os puedo asegurar que han sido los 60 minutos más cortos de mi vida…

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A escasos metros del silver back, el macho dominante de espalda plateada.

Nota del autor: Este viaje fue realizado en febrero de 2012. Los datos están actualizados a día de publicación del reportaje. Recientemente se permite la visita a 2 familias más de gorilas en Bwindi, 11 en total en este parque.

Parte de la familia Mishaya.
Las crías son las más curiosas.
El parque cuenta con una enorme biodiversidad.
En el ambiente de Dian Fossey

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