Espacios Naturales

Reserva Natural Nacedero del Urederrra

28/10/2025 Autor: Alfonso Polvorinos
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Situación

Navarra

En el extremo suroccidental de la provincia navarra se encuentra el tranquilo Valle de Améscoa entre las sierras de Urbasa y Lóquiz. Su mejor naturaleza forma parte del Parque Natural de Urbasa y Andía y es célebre por un pequeño rincón de frondosa vegetación y aguas de un azul irreal: la Reserva Natural del Nacedero del Urederra, declarada en 1987 e incluida en el parque.

Se trata de un fondo de saco, la cubeta del circo de roca caliza que se forma -a unos 900 metros de altura en su punto más alto-, en el Monte Limitaciones y por cuya pared rocosa emerge el río Urederra. Hay otros anfiteatros rocosos en la Península, pero ninguno cuenta con la espectacularidad del color de agua de este río. Contra eso, no se puede competir. Y si vas en otoño, la explosión de color es total.

Otoño en la ladera sur del Monte Limitaciones.

Su nombre de “agua hermosa” (Urederra) no defrauda. Al contrario. Es de esos lugares a los que las fotos no hacen justicia. Los 6,2 kilómetros totales (90 m desnivel) de la ruta circular que se adentra en el paraje, sobre el papel se recorren en menos de 2 horas, pero la realidad es que la combinación de río turquesa y bosque invitan a hacerlo con mucha calma, al relax total. Es fácil que el tiempo se duplique contagiados por el efecto slow que te atrapa nada más llegar a la orilla de este curso de agua.

Segunda cascada del recorrido.
A partir de este punto, la senda acompaña al río por su margen izquierda.
En otoño la explosión de color es total.

El río nace en la pared del anfiteatro rocoso de Urbasa, uno los farallones calizos -formado hace 70 millones de años- que existen en el navarro Parque Natural de Urbasa y Andía. Aflora de las entrañas rocosas de la madre Tierra, a 630 metros de altitud, y brota en forma de cascada, viendo así la luz el acuífero de Urbasa. El Nacedero, tiene un caudal medio anual de 4.000 litros por segundo, pero puede quedarse en 300 en época seca o llegar a alcanzar los 50.000 tras fuertes lluvias (evitar la visita tras lluvias muy fuertes si queremos ver el característico color azul del río).

Con la incidencia directa del sol, el curso de agua adquiere tonos irreales.

Desde el afloramiento del río, al que desde hace unos años está prohibido el acceso por temas de conservación -en los últimos 300 metros de recorrido- éste recorre 19 kilómetros para ceder sus aguas al Ega, afluente del Ebro. No te preocupes, los rincones más bellos y espectaculares del río, siguen estando dentro del recorrido.

El tramo junto al río cuenta con pasarelas y puentes de madera.

El agua ejerce un hipnótico poder de atracción visual; pero solo visual ya que además de que el sendero no llega justo a tocar el agua, está prohibido el baño. Es preciso regular el uso público si queremos que este vergel turquesa –casi cobalto en otros puntos- siga siéndolo. De eso va la sostenibilidad y de ello se beneficia el visitante. La experiencia de la visita es buena debido precisamente a la limitación de 500 personas al día (en diferentes tramos horarios para los que es preciso reservar). La entrada es gratuita, pero es preciso reservar número de personas y en caso de necesitar aparcamiento en el centro de acogida de Baquedano (punto desde donde se inicia la ruta. Está prohibido estacionar en el pueblo) éste tiene un pequeño coste por vehículo. La reserva se realiza en esta web oficial

Caminar despacio permite observar rincones mágicos que a veces quedan a nuestra espalda.

La ruta es sencilla y disfrutona. Transcurre, bien acondicionada en firme y pasarelas, entre un envidiable hayedo calcícola y variada vegetación a base de encinas, tilos, arces, serbales, avellanos, espinos, robles (sobresale el robledal de Baquedano que se atraviesa en el sendero de regreso), fresnos, olmos, enebros… Destaca entre la fauna las aves rupícolas como buitres, alimoches, halcones, chovas, vencejos, etc. En el río y bosque circundante destacan el mirlo acuático, carboneros, pinzones, herrerillos, petirrojos, etc. También se mueven por ahí ciervos, tejones o gato montés. Bajo el agua bendecida nadan las truchas.

El itinerario, autoguiado, cuenta con seis paradas interpretativas.

La ruta cuenta con seis paradas interpretadas para seguir de forma autoguiada: en ellas se da buena cuenta del por qué del color de agua del río (absoluto protagonista), de las oquedades erosionadas por la acción kárstica (formaciones tobáceas), de la flora, la fauna o la geología del anfiteatro. Pero aparte de estas seis paradas indicadas, las paradas de disfrute y contemplación son docenas. Pocos lugares con tanto selfie por metro cuadrado.

El carbonato blanquecino realza el azul del agua.
El río brota de la pared del anfiteatro rocoso de Urbasa.

La época del año, la luz, la cantidad de agua que lleve el río, la disolución del carbonato de su lecho… son factores que marcan el tono de azul. El verano y el otoño son quizá las estaciones más agradecidas y no te preocupes si está nublado, la intensidad lumínica de del curso fluvial y los de la parte media y alta de la ladera se iguala y los colores contrastan más si cabe. Un rincón del valle de Améscoa que la naturaleza regala a nuestros sentidos y que te animamos a disfrutar sin prisa, en silencio con la garantía de que cuerpo y mente te pedirán regresar.

El río Urederra es pura magia.

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