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Cinco cascadas imprescindibles en Costa Rica

28/10/2025 Autor:

Las cataratas de Costa Rica son un espectáculo de la naturaleza que combinan belleza, aventura y biodiversidad. Situadas en entornos protegidos, ofrecen diversas experiencias que reflejan el compromiso del país con el turismo sostenible y la conservación ambiental.

 

Costa Rica no solo se ha posicionado como un líder en turismo sostenible en Centroamérica, sino que ha sabido transformar su riqueza natural en una experiencia inmersiva para quienes la visitan. Siempre desde un enfoque consciente y respetuoso, el país de la Pura Vida invita a conectarse con el entorno de forma auténtica y significativa.

Volcanes, bosques nubosos, ríos y arenales infinitos regalan múltiples experiencias en contacto con la madre tierra. Pero entre estas, existen unas joyas de la naturaleza que se abren entre el paisaje y caen firmes, majestuosas, ante nuestros ojos: las cataratas. Desde saltos de agua ocultos en la selva hasta cascadas de fácil acceso ideales para toda la familia, Costa Rica invita a descubrir su lado más refrescante y salvaje a través rutas de senderismo, baños naturales y miradores de ensueño.

Catarata Río Fortuna: caída majestuosa en plena selva tropical

En medio de un exuberante bosque tropical húmedo premontano, la imponente caída de la catarata Río Fortuna, de 70 metros, emerge cerca del Parque Nacional Volcán Arenal, aunque administrada de forma independiente. El acceso se realiza mediante un sendero de aproximadamente 530 escalones, con zonas de descanso y puntos de hidratación que facilitan el recorrido. En la base, los visitantes pueden disfrutar de vistas espectaculares, nadar en sus frescas aguas o relajarse en una piscina natural. Además, dispone de un mirador adaptado que permite apreciar la catarata sin necesidad de descender.

Aunque se encuentra en el área del Arenal, la catarata es administrada de forma independiente por la Asociación de Desarrollo Integral de La Fortuna (ADIFORT), que destina los ingresos generados a proyectos comunitarios y de conservación ambiental. Esta visión responsable garantiza la conservación del entorno y promueve un turismo que contribuye al bienestar social y ambiental de la zona.

 

Catarata del Toro. En Bajos del Toro, Alajuela.

Catarata del Toro: salto de agua en un cráter volcánico

Rodeada por un entorno de bosque nuboso y jardines, la Catarata del Toro, en la provincia de Alajuela, se presenta como una de las más portentosas de Costa Rica. Con una caída de aproximadamente 90 metros, desciende directamente dentro de un cráter volcánico extinto, rodeada por un entorno de bosque nuboso y jardines. Forma parte de una reserva ecológica privada, con senderos definidos y cuatro miradores: tres de ellos, El Toro, El Palomar y La Vistada, se encuentran en los primeros 500 metros del recorrido, mientras que el cuarto, La Danta, está ubicado en un sendero que conduce hacia el jardín y el borde del cráter. Desde estos puntos, los visitantes pueden apreciar la cascada y la rica biodiversidad del área, incluyendo numerosas especies de aves.

Para el acceso, se puede llegar en vehículo convencional por carretera asfaltada. Por razones de seguridad y conservación, no está permitido nadar en la catarata, por lo que la visita se centra en la observación -y admiración- del entorno natural, en un espacio tranquilo y con un control de aforo, lo que garantiza una experiencia segura y respetuosa con el medio ambiente.

 

Catarata Río Celeste: una joya turquesa en el bosque tropical

Ubicada dentro del Parque Nacional Volcán Tenorio, y quizás una de las más conocidas de Costa Rica, la Catarata Río Celeste destaca por su característico color turquesa, generado por una reacción entre minerales al unirse dos ríos en el punto conocido como Los Teñideros. Con una altura aproximada de 30 metros, desciende en medio de un entorno de bosque tropical, creando una imagen de gran belleza.

El recorrido hasta ella transcurre por senderos cuidados que, aunque incluyen algunas pendientes y escaleras, están diseñados para facilitar la experiencia del viajero. Por motivos de conservación, está prohibido nadar en la catarata, pero su belleza puede apreciarse desde un mirador seguro que permite contemplarla en todo su esplendor. La visita combina naturaleza, geología y senderismo en un entorno protegido y cuidadosamente gestionado.

 

Catarata Nauyaca

Catarata de Nauyaca: dos saltos de agua en un entorno incomparable

Con dos impresionantes saltos de agua de 45 y 20 metros, la Catarata de Nauyaca es otra de las más emblemáticas del país, ubicada en el sur de Costa Rica. Estas caídas desembocan en una amplia poza natural de gran profundidad, apta para actividades recreativas como la natación. Desde la oficina, donde inicia el recorrido, hay 11 km (5.5 km o 3 millas por trayecto) hasta la catarata. Con automóvil se puede continuar hasta el área de estacionamiento y desde allí comenzar la caminata de aproximadamente 7 km (3.5 km o 2 millas por trayecto).

El parque cuenta con infraestructura muy completa, incluyendo baños, vestuarios, duchas y áreas de descanso, lo que garantiza una experiencia segura y confortable. La entrada garantiza el acceso a todas las instalaciones y áreas naturales, promoviendo un turismo responsable y en armonía con el entorno.

 

Catarata El Rey: un tesoro natural gestionado por mujeres emprendedoras

La Catarata El Rey, situada en el Territorio Indígena de Zapatón en Puriscal, destaca por su imponente caída de agua en medio de un entorno natural protegido que combina formaciones rocosas con una exuberante biodiversidad. El acceso se realiza a través de una caminata por senderos de dificultad media, que permite a los visitantes conectar con el bosque tropical y su riqueza ecológica. Esta experiencia se complementa con la posibilidad de conocer las tradiciones y la cultura local, enriqueciendo el recorrido.

El acceso y la gestión turística de la catarata están liderados por un colectivo de mujeres emprendedoras de la comunidad, que promueven un modelo de ecoturismo sostenible y responsable. Además de guiar a los visitantes, estas mujeres ofrecen servicios gastronómicos con alimentos tradicionales y hospedaje comunitario, contribuyendo directamente al desarrollo económico y social del territorio, mientras preservan y valoran el patrimonio natural y cultural.

 

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