Marismas de Victoria y Joyel
Estas marismas forman parte del Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel (Cantabria), pero preferimos dedicar dos capítulos separados, uno a las dos últimas y otro, por su extensión, a la primera. Aunque de excesivo atractivo turístico, el enclave natural donde se encuentran las marismas de Victoria y Joyel no nos dejará indiferentes. Playas infinitas y acantilados de vértigo pueden hacer de nuestro tour artístico una experiencia única. Al tratarse de dos humedales de relativa escasa extensión, la visita la podemos completar con algún paseo por las cuatro playas próximas.
Ambas marismas son pequeñas y los tiempos para recorrerlas son cortos, con un par de horas que les dediquemos a cada una es suficiente, todo depende del número de paradas que hagamos para pintar y obviamente del tiempo dedicado a cada parada.
Marisma de Victoria
Esta pequeña marisma que apenas supera las 150 hectáreas, posee zonas de vegetación densa que impiden realmente la visión completa de la zona encharcada, por lo que vamos a tener que concentrar nuestra visita en varios puntos estratégicos que nos permitan sentarnos y tomar algún que otro apunte. Pero vamos a empezar por el principio.
Esta marisma pertenece al municipio de Noja (Cantabria), un pueblo relativamente pequeño cuya población ronda los 3.000 habitantes en invierno y los 70.000 en verano, con lo que se hace más que recomendable la visita al parque fuera de periodo vacacional estival si queremos algo de tranquilidad.
Casi al final de la playa de Trengandín podemos ver una torreta de madera a la derecha. Esta torreta es el mirador de la marisma. Desde el punto de vista práctico, no nos sirve de mucho para nuestros propósitos pictóricos ya que desde aquí no se observa bien la zona libre de vegetación.
Por lo tanto, nada más llegar a la marisma, un poco más adelante a mano derecha donde una decena de Fochas, Fulica atra, bastante confiadas, dejarán que las retratemos incluso sin telescopio ni prismáticos. También aquí, aunque menos confiados, podemos observar a los inquietos zampullines chicos (Tachybaptus ruficollis).
La marisma posee una vegetación muy densa, especialmente en la parte que da al mar y las especies son principalmente el Carrizo (Phragmites sp.), y el Taray (Tamarix sp.). En cambio, en el lado oeste de este pequeño humedal, el componente arbustivo se dispersa más y podemos ver prados y huertas con mucha variedad de aves.
Siguiendo la carretera unos 50 metros, a la derecha atravesamos una urbanización por una calle amplia que enlaza con la calle Helgueras. A la derecha tomamos dirección hacia Noja bordeando la marisma por su lado sur. Siguiendo por la acera de esta calle, a unos 100 metros nos encontramos una entrada hacia la marisma con carteles indicando que hemos llegado al Molino de las Aves, un antiguo molino de marea restaurado y que hace de centro de interpretación.
Aunque no es un lugar demasiado espacioso, en el propio sendero que va al molino hay algún lugar donde poner nuestros bártulos para pintar. Con la marea baja, quedan bancos de arena donde descansan gaviotas de varias especies, garzas reales, garcetas comunes y diferentes especies de anátidas. Durante la pleamar la cosa cambia y las aves que podemos observar si se limita bastante. Fochas y zampullines son frecuentes en este punto de observación.
Si la marisma en sí no nos ofrece muchas oportunidades para pintar no olvidéis que cerca tenéis las playas de Trengandín y Helgueras, donde los paisajistas pueden llenar sus cuadernos de campo. Concretamente en la playa de Trengandín, durante la bajamar, se pueden observar unas curiosas formaciones rocosas que le dan al lugar un aspecto como de otro planeta pero a la vez de una gran belleza. Entre estas curiosas formaciones siempre hay cormoranes, gaviotas, limícolas y alguna que otra ardeida pescando.
Marisma de Joyel
Esta marisma es un poco mayor que la anterior, casi 250 hectáreas de superficie. Se encuentra en plena ría de Cabo Quejo y está separada del mar por la playa de Joyel.
La hidrodinámica de este humedal es similar al de la marisma de la Victoria aunque el aporte de agua del mar por la influencia de las mareas es mucho mayor que en aquella.
Se puede acceder a la marisma por varios puntos. Desde Noja a partir de la playa de Ris y siguiendo la calle de la Ría, que atraviesa el camping. En esta calle, a unos 50 metros antes de entrar en el propio camping Los Molinos, hay un observatorio elevado de madera desde el cual podemos ver aves acuáticas entre las que caben destacar porrones, ánades reales, así como cientos de fochas comunes y zampullines. También podemos ver Aguilucho lagunero occidental, (Circus aeruginosus) sobrevolando la marisma en busca de algo que llevarse al buche.
Una vez pasado el camping, atravesaremos una zona de prados con vegetación rala y bastante despejada, que nos lleva al pueblo de Soano. Ahí mismo, a la derecha, se encuentra el camino que nos conduce a la Casa de las Mareas. Se trata de un edificio moderno que se utiliza como centro de interpretación y de visitantes de la marisma de Joyel dentro del denominado ecoparque de Trasmiera en Arnuero. Es un buen lugar para sentarse a pintar ya que por fuera dispone de una especie de balconcillo que rodea el edificio y, si llueve, dentro del edificio hay una sala enorme acristalada donde se ofrecen unas vistas espectaculares de parte de la marisma.
Salimos de la Casa de las Mareas y volvemos a la carretera CA-450 hasta un camino que arranca a la derecha a unos 100 metros y que bordea la marisma. A unos 500 metros este camino se une en un aparcamiento con la carretera CA-449. En el mismo aparcamiento hay un observatorio de madera que también nos ofrece una vista panorámica de la marisma y desde aquí se puede pintar perfectamente. El observatorio es perfecto si las buenas condiciones climáticas no acompañan. La variedad de especies va a ser prácticamente la misma que veíamos en la Casa de las Mareas o en el observatorio – torre que estaba antes del camping.
En el extremo derecho del parking (viendo hacia la marisma) arranca una senda que penetra en la marisma y que está flanqueada de mucha vegetación arbustiva, principalmente madroños, sauces, laureles y hiedras. En otoño es espectacular la gran cantidad de frutos de los que disponen las aves para alimentarse y que tanto agradecen en pleno periodo migratorio.
Este camino nos lleva hasta el molino de marea conocido como Molino de Olaja, un edificio de piedra restaurado de forma alargada por debajo del cual pasa el agua de un lado al otro con los movimientos de las mareas. Para mí, este es el mejor punto para pintar ya que disponemos de un lugar céntrico que nos permite una visión periférica de la marisma a ambos lados del edificio, es un lugar relativamente cómodo y además posee un tejadillo donde guarecernos en caso de que el tiempo se ponga impertinente. El único inconveniente que le veo es que para llegar hasta él, es necesario atravesar la marisma por todo el centro a través de un muro de piedra desde el cual somos blanco fácil de la mirada de cualquier ser con plumas que se encuentre en 100 metros a la redonda. Si conseguimos llegar al molino de una forma más o menos discreta, podemos pasar un buen rato pintando el propio paisaje de la marisma, que es espectacular, numerosas especies de limícolas alimentándose durante la bajamar o descansando en pleamar, curiosamente dispuestas sobre unas formaciones calizas que le dan un aspecto llamativo al lugar.
En resumen, estas dos marismas, pueden hacernos pasar un día entretenido puesto que son de fácil acceso y de poca extensión. Se recorren sin ninguna dificultad y poseen instalaciones apropiadas para que podamos pintar más o menos cómodos en caso de que el tiempo se vuelva en nuestra contra. Si añadimos a nuestros destinos la marisma de Santoña, entonces ya es necesario ampliar el número de días, puesto que Santoña es de mayor tamaño y complejidad, pero de este humedal hablaremos en otro capítulo.