Hoces del Río Duratón
Quizá el mejor lugar de nuestra geografía para observar buitres, no por la cantidad de ejemplares, sino por su excesiva proximidad. Cortados y cárcavas hacen de este cañón el lugar idóneo para pasar un buen rato pintando o simplemente observando.
Este parque segoviano situado cerca de la localidad de Sepúlveda está surcado por el río que le da nombre y que a través de los siglos ha cavado un cañón que puede llegar a sobrepasar los 100 metros de caída. Con una extensión cercana a las 5.000 hectáreas, alberga una interesante población de aves rapaces rupícolas, concretamente la mayor población europea de Buitre leonado (Gyps fulvus). También eligen las oquedades calizas para colocar sus nidos especies como el Alimoche (Neophron percnopterus) y el Halcón peregrino (Falco peregrinus). No es poco frecuente en este espacio la visita del Águila real (Aquila chrysaetos).
Desde el punto de vista meramente turístico y cuyas posibilidades podéis consultar en el apartado correspondiente de esta revista (Espacios naturales – Hoces del Río Duratón), este pequeño parque ofrece posibilidades casi infinitas de entretenimiento. Sin embargo, para lo que al apartado que nos ocupa, el artístico, yo me centraría en una zona concreta; la del entorno de la ermita de San Frutos.
¿Por qué esta zona? Sin duda alguna cada uno es libre de ir a donde prefiera siempre y cuando respete las señalizaciones y las recomendaciones del parque pero desde esta zona, la de la ermita, tenemos perfecto y completo dominio de una parte importante de las hoces.
Comenzaremos nuestro paseo en el aparcamiento, de donde parte un camino de tierra en bajada hasta que acaba llaneando justo unos metros antes de llegar a la ermita. A este aparcamiento se accede por carretera desde Villaseca, a unos 5 kilómetros. Dejando atrás el aparcamiento, a unos 500 metros tenemos un mirador, el mirador de San Frutos, que nos ofrece una vista espectacular con completo dominio de las hoces. Con toda probabilidad, antes de llegar al mirador, ya nos cruzaremos con algún buitre, que pasan tan bajos que podemos oír el viento sisando entre sus plumas primarias de las alas. Los más hábiles con el lápiz, tomando notas de aves en vuelo, podéis hacer unos buenos apuntes y no os preocupéis porque están pasando constantemente por encima de vuestras cabezas con lo que si a la primera no podéis, a la décima irá la vencida. Recordad que lo más adecuado y práctico es observarlos detenidamente, estudiarlos bien y cuando ya os los sepáis de memoria, pues comenzáis a hacer las primeras líneas. Luego y poco a poco, con cada buitre que os pase por encima vais completando los dibujos. Para los que pintáis más sobre seguro, tenéis a vuestra disposición un buen número de buitres distribuidos por el cantil en posturas algo más fáciles de pintar ya que estarán, dependiendo de la hora del día, descansando, durmiendo, etc.
Pero volviendo al mirador, es aquí donde podremos deleitarnos con las vistas y con los vuelos rasantes de los buitres leonados. Aquí lo más importante es hacerse con un sitio seguro (hay una buena caída desde el mirador) y que esté a la sombra, porque en este lugar el sol cae a plomo.
Ataviados con nuestro telescopio y bártulos de pintura podemos localizar los nidos de los buitres y alimoches y con suerte sacar algunos apuntes de estos majestuosos animales. La mejor época para visitar el parque es sin duda alguna en plena época reproductora ya que tendremos numerosas ocasiones para tomar apuntes de estas aves posadas en el nido o en las cercanías y que además podemos verlas incubando, etc.
Ya llegando al final del acantilado, al borde mismo, justo detrás de la ermita tenemos el dominio total de las vistas de uno de los meandros donde, con un poco de suerte, podemos ver al Halcón peregrino haciendo algún lance en busca de alguna presa despistada.