La berrea del ciervo en Alto Campoo
Situación
Cantabria
Accesos
Alto Campoo (Brañavieja) se encuentra en la población de Hermandad de Campo de Suso, a 24 kilómetros de Reinosa (Cantabria).
Highlights
El espectáculo sin parangón de la berrea del ciervo al comienzo del otoño.
Cuando
La época de la berrea depende en buena medida de la llegada de las primeras lluvias al final del verano. Suele comprender un periodo entre el 15 de septiembre y primeros de octubre.
Consejos
Guarda silencio en tu escucha para apreciar al máximo el espectáculo. No olvides equipo óptico y ropa de montaña adecuada pues en las mejores horas para la observación, amanecer y atardecer, el frío hace acto de presencia en estas laderas que rondan los 2.000 metros de altitud. No olvides chaqueta de montaña impermeable ni linterna. Si llevas equipo fotográfico, mejor con trípode.
Puedes hacer las salidas en compañía de Naturea Cantabria (Red Cántabra de Desarrollo Rural), empresa que realiza las visitas guiadas a la berrea cántabra en Liébana, Saja-Nansa y Alto Campoo.
La Cordillera Cantábrica es un buen lugar para ir a escuchar la berrea. También para ver los incesantes escarceos ladera arriba ladera abajo. Caprichos de la naturaleza, la alta vegetación parece querer poner la censura a las imágenes en estas montañas. Pero hay un magnífico enclave cántabro para escuchar la berrea… y también verla: las montañas de Alto Campoo (Cantabria).
Un penetrante bramido rompe el silencio en esta fría y soleada mañana en las montañas cantábricas. Emerge desde el fondo de un mar de escobas y brezos entre los que cuesta ver al responsable de semejante demostración de poderío sonoro. Le sigue otro berrido en un breve lapsus de tiempo. Y otro. Y otro más. No hay duda de que en esta ladera hay una notable densidad de venados. Poco a poco los protagonistas se dejan ver. Enormes cuernas de casi una decena de puntas asoman por encima de la vegetación como el periscopio de un submarino lo hace en la línea del mar.
Siempre que las lluvias se retrasan mucho, en los primeros días de octubre el ciclo de la berrea se acelera. Así ocurrió hace un par de años. A esas alturas del otoño están ya en la semana de las cópulas y no hay tiempo que perder. Los nervios se suceden en las laderas y las peleas entre el macho de un territorio y otros machos visitantes se suceden. Es entonces cuando los berridos no cesan, y esta porción de la cordillera Cantábrica es una de las mejores zonas no sólo para escucharlo, sino para observarlo. Las hembras, más confiadas, tienen menos problema en dejarse ver pero en pocos sitios de la cornisa Cantábrica se pueden observar tan de cerca a los enormes venados.
Cada final de septiembre suelo ser fiel a una de las citas más estremecedoras con la naturaleza ibérica: la berrea del ciervo. En esta ocasión me he venido a disfrutar del espectáculo natural de la berrea a Alto Campoo (Cantabria), en las montañas donde nace el Ebro (y el Nansa, y un afluente del Pisuerga…). En las alturas del Circo de Alto Campoo. Y como me gusta disfrutar de tan magno espectáculo con las luces de la mañana y las de la tarde, pues así hice también en esta ocasión.
Venados y mar de nubes
La primera tarde fue una toma de contacto, pero menuda toma de contacto. Llegué a la parte alta de las laderas, donde el tojo, las retamas y la piedra dominan las cumbres. Fue poner catalejo a tierra y los sonidos empezaron a tomar forma ante mis ojos. Hembras y crías comiendo a la par que las siluetas de las poderosas cuernas de los machos asomaban entre los arbustos. Éstos se desplazan sin cesar, vigilando de cerca a su harén y muy pendientes de la posible competencia que entre en su territorio. Un gran macho se mueve ladera arriba y ladera abajo, vigilante, hasta que la competencia aparece. Otro macho traspone la ladera con intención de probar suerte con las hembras. Es el momento de las carreras entre las retamas y de las espectaculares peleas entre ambos pretendientes. Berrea en estado puro.
Hace un rato que el sol se ha metido por detrás del Pico Tres Mares (2.172 m.), y la luz comienza a escasear a este lado de la montaña. Sabiendo que todavía le queda un tramo de rojo recorrido hasta desaparecer en el horizonte si subo hasta el collado en la base del Cornón (2.126 m.), decido dejar la visión de los ciervos para la mañana siguiente y pongo rumbo al cercano collado, donde existe un aparcamiento. El viento sopla con fuerza pero la visión de la parte occidental de Alto Campoo, con un mágico mar de nubes sobre el valle de Polaciones, las montañas de Saja-Nansa y más al oeste la comarca lebaniega, es una recompensa sin igual. Aquí me siento a despedir el día, con la silueta dentada de los Picos de Europa al final del mar de nubes. Por la ladera del Cornón suben corriendo unos rebecos; debajo de la espesura de las nubes lo que sube es el sonido de los berridos desde los bosques de Saja-Nansa. Imposible ver nada bajo esas nubes pero la imaginación me dice que el espectáculo de la berrea se encuentra en pleno apogeo ahí abajo.
Hace un rato que el sol se ha metido por detrás del Pico Tres Mares (2.172 m.), y la luz comienza a escasear a este lado de la montaña. Sabiendo que todavía le queda un tramo de rojo recorrido hasta desaparecer en el horizonte si subo hasta el collado en la base del Cornón (2.126 m.), decido dejar la visión de los ciervos para la mañana siguiente y pongo rumbo al cercano collado, donde existe un aparcamiento.
Con las primeras luces del nuevo día, la suficiente para que los ojos comiencen a advertir siluetas entre los matorrales, el espectáculo se retoma. En realidad, éste no ha cesado durante toda la noche. Los machos están exhaustos pero ahí siguen, a lo suyo. Hasta casi tres horas después, la función no baja el ritmo. Cuando el sol aprieta la actividad baja y es momento de retirarse a descansar. Al caer la tarde se abrirá de nuevo el telón en estas montañas cántabras en unos días sinfín.
El viento sopla con fuerza pero la visión de la parte occidental de Alto Campoo, con un mágico mar de nubes sobre las montañas de Saja-Nansa es una recompensa sin igual. Aquí me siento a despedir el día, con la silueta dentada de los Picos de Europa al final del mar de nubes. Por la ladera del Cornón suben corriendo unos rebecos; debajo de la espesura de las nubes lo que sube es el sonido de los berridos desde los bosques de Saja-Nansa. Imposible ver nada bajo esas nubes pero la imaginación me dice que el espectáculo de la berrea se encuentra en pleno apogeo ahí abajo.