Aralar, paisajes y tradición en este emblemático parque natural vasco
Tierra de gigantes. Nos movemos por las alturas de la sierra de Aralar, morada de seres mitológicos, terrenos donde los frondosos bosques se alternan con excepcionales campas que hacen las delicias de caballos, vacas y especialmente de la importante cabaña ovina de la raza autóctona latxa que produce esa delicia llamada queso Idiazabal.
Un paisaje dominado por la inconfundible silueta del Txindoki (1.346 m). Lejos del mar, este simbólico monte vasco es el faro de Aralar y de buena parte de Euskadi, pues es visible desde numerosos puntos de la geografía vasca. Muchas veces apodado el Cervino de Euskadi por recordar al perfil piramidal de esta montaña alpina, es cierto que su aspecto cambia notablemente según el ángulo de visión. En cualquier caso, se trata de una montaña imponente. El primero de los gigantes es real, de piedra, aunque como no podía ser de otra forma está íntimamente ligado a la mitología vasca como una de las moradas de Mari, quizá su principal hogar.
Para situarte y conocer los principales valores de este emblemático espacio natural guipuzcoano, siempre es recomendable una visita previa al centro de interpretación del parque natural Aralar, situado en el puerto de Lizarrusti (Ataún). En esta ocasión además con el regalo de unas panorámicas forestales envidiables ya en la subida hasta este alto limítrofe con Navarra.
En el parque natural Aralar crecen magníficos bosques y vive una interesante fauna. El 25% de sus 10.971 ha está dominado por el hayedo, que crece fundamentalmente entre el puerto de Lizarrusti y Balankaleku formando el mayor bosque de hayas de la provincia de Gipuzkoa. Pero este reportaje es una invitación al paseo por las campas de Aralar, lejos de la foresta, por paisajes repletos de tradición, de yacimientos megalíticos, de cabañas de pastores, por la cuna del queso Idiazabal.
Al compás de los cencerros
Aire puro y el tintineo de los cencerros serán nuestros compañeros de viaje. Bueno, quizá no estemos solos. Es probable que además de caballos, vacas y ovejas, sigan nuestros pasos los gentiles (jentilak). Si te topas con alguno de ellos es conveniente saber que tienen un tamaño prodigioso y una fuerza descomunal, capaz de levantar enormes piedras. Estos seres mitológicos son los responsables de la infinidad de construcciones megalíticas que encontrarás en las tierras altas de Aralar: dólmenes, crómlechs, túmulos, menhires, monolitos… La mayor concentración de monumentos megalíticos del País Vasco para ser exactos. Seres que también tienen la respuesta a determinadas formaciones geográficas “inexplicables”. Echa la advertencia, prepárate para disfrutar de una inmersión sin par en el paisaje y en el paisanaje.
Por la Estación Megalítica de Aralar
Para acceder a las campas de Aralar existen un par de opciones, las dos a pie. La primera es desde el puerto de Lizarrusti a través del desfiladero de Lizarrusti para llegar a las orillas del embalse de Lareo. En su lámina de agua verás reflejado el hipnotizador colorido otoñal de las hayas. La segunda, algo más corta, parte desde un aparcamiento al final del asfalto en la zona de Intsusti (se accede desde Ataun). Son rutas sencillas, de unos 200 metros de desnivel y kilometraje similar, alrededor de 12-14 km. en total.
En compañía de la empresa local Be San Sebastián me pongo manos a la obra para conocer las alturas de Aralar. En el macizo de Aralar -enclavados en la comunidad autónoma del País Vasco y la comunidad foral de Navarra- existen catalogados más de 80 megalitos. Un nutrido conjunto de dólmenes, túmulos, menhires, etc. que constituyen la Estación Megalítica de Aralar y que en su vertiente vasca está constituida por 30 de estas construcciones pétreas declaradas Conjunto Monumental.
El yacimiento más representativo es el monumento funerario llamado Jentilarri trikuharria. Este elemento ancestral es un dolmen construido por grupos de tradición pastoril (o por los Gentiles, de ahí su nombre) durante el Calcolítico o Edad del Bronce y es la referencia del recorrido, aunque durante este paseo por las campas puedes ver otras construcciones (Argarbi, Arraztarangaña, Uidui, o Supitaitz). Cerca quedan otros como Ipar Uelogoena, Hego Uelogoea, Zearragoena o Aranzadi).
Además del dolmen Jentilarri destacan los crómlech construidos por los mairuak, que es el nombre que reciben en la mitología vasca los constructores de estos círculos de piedra. Y entre yacimiento y yacimiento, prados de ricos pastos, panorámicas de altura, y bucólicas estampas de cabañas de pastores -alguna con techo de cubierta vegetal- que son la sala de calderas del mejor queso. Esa delicia láctea que es el queso maduro elaborado con leche cruda de oveja Latxa (y Carranzana en otras zonas).
Si te gustan la naturaleza y los paisajes, estás en el lugar correcto; si prefieres la parte gastronómica tradicional, no dejes de visitar alguna quesería de la Denominación de Origen Protegida Idiazabal; y si quieres saber más acerca de la Mitología Vasca, no dejes de ir a la casa de Barandiarán (museo en Ataun), autor de esta obra de referencia y figura fundamental del siglo XX para conocer más sobre esta ancestral cultural local llena de mitos y su identidad. Si te gustan las tres cosas, bienvenid@ al parque natural Aralar, en El Goierri.