Reserva de la Biosfera de Urdaibai
La reserva de la biosfera de Urdaibai es uno de los humedales más relevantes del norte peninsular. Con poco más de 22.000 hectáreas, sirve de área de descanso y cría a numerosas especies de aves. En uno de sus rincones más preciados se encuentra el Urdaibai Bird Center, un espectacular centro de interpretación – ahora también alojamiento – que nos introduce en el complejo, pero a la vez interesante, mundo de la migración de las aves. Veamos qué posibilidades nos ofrece este humedal a los que vamos pinceles en mano.
La reserva de la biosfera de Urdaibai abarca numerosos ecosistemas tales como playas, dunas, acantilados, pero yo, como artista de la naturaleza y ornitólogo me centraré, al menos en esta ocasión, en lo que para mí debería ser un centro de interpretación. Hablo, cómo no, del Urdaibai Bird Center (UBC) (Centro de Aves Urdaibai). Este centro de interpretación, de corte moderno pero perfectamente integrado en el entorno, es con lo que sueña ser cualquier centro de interpretación de la naturaleza. Su diseño imita a una terminal de un aeropuerto cualquiera donde los aeroplanos son las aves y las llegadas y partidas son las rutas migratorias descritas por éstas por todo el continente.
Urdaibai es visitada en diferentes épocas del año por unas 250 especies de aves, especialmente acuáticas, limícolas, espátulas, garzas, garcetas y garcillas.
Este moderno centro de interpretación también dispone de una zona de alojamiento turístico a la que no le falta detalle (cada habitación tiene un nombre de ave y cada una de ellas está decorada con preciosas acuarelas de la especie con la que se le bautizó). Si queréis sentiros como unos auténticos privilegiados dentro de la reserva, como yo me sentí cuando la visité, reservad uno de estos alojamientos, no os vais a arrepentir (¡desayuno en el propio centro!).
El UBC es muy amplio y dispone, entre otras muchas cosas, de unos ventanales espectaculares (con telescopios de uso público por si os olvidáis los vuestros) donde podéis pasaros horas y horas observando y pintando aves, el propio paisaje o incluso, como fue mi caso, unas ovejas que pastaban en medio de la marisma (ya sabéis mi conocida querencia por los animales domésticos).
En estos ventanales me ha llamado la atención que hay varios comederos de paseriformes de los que nos separa únicamente el cristal del ventanal, por lo que podemos intentar pintar las diferentes especies de pajarillos que acuden a estas despensas a robar algo de comida. Así, podemos sacar algún apunte de Trepador azul (Sitta europaea), Carbonero común (Parus major), Herrerillo común (Cyanistes caeruleus), Petirrojo europeo (Eritahcus rubecula) y alguna que otra especie más.
También disponen, en el mismo edificio, de una torreta, muy elevada sobre la marisma, que ofrece una visión inigualable sobre ella. Cuando te asomas te cambia la cara, es una sensación indescriptible. Tanto desde los ventanales de los pisos inferiores como los de la torreta, podemos darle al lápiz y a las acuarelas tanto como las horas de luz nos permitan. Durante mi visita, numerosos ánades silbones y frisos, patos cuchara, cercetas comunes y algún que otro Ánsar común se dejaban observar como si nada. También había varios ejemplares de Espátula europea (Platarea leucorodia) y numerosas garcetas blancas y garcillas, éstas últimas en gran número pues, por lo que me indicaron en el centro, había un dormidero allí mismo, en unos tarays.
Un recurso, del que ya he hablado en redes sociales y que me mantuvo cuerdo durante el confinamiento a principios de la pandemia, es el uso de las cámaras web para pintar. Se trata de cámaras instaladas en lugares estratégicos (nidos, dormideros, etc.) que transmiten en directo (la mayoría de ellas lo hacen) y a las que el espectador puede acceder a través de una página web en su ordenador. De este modo, podemos ver, en directo, los quehaceres de las aves y aprovecharnos de ello para dibujar casi como si lo hiciésemos in situ. No es lo mismo que estar allí con el telescopio, pero se parece bastante. Pues en el UBC disponen de varias webcams de excelente resolución distribuidas por la reserva para que podamos observar en un monitor, las intimidades de aves como el Águila pescadora (Pandion haliaetus). Como digo, un recurso infravalorado por el mundo artístico de la naturaleza. Aquí os dejo un enlace con la web del águila pescadora por si os sentís tentados.
La tarde que visité este centro era día de semana, había muy poca gente y eso hacía que me sintiese como en casa, a lo que contribuyó de forma notoria contar con un anfitrión de excepción, nada más y nada menos que Edorta Unamuno, miembro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, “culpable” de que la UBC esté ahí para deleite de todos nosotros.
Tras recorrerme el centro de aves de arriba abajo, me dispuse a hacer lo propio por fuera. Hay un par de observatorios de madera a disposición del público general que quiera observar aves desde cualquiera de ellos. Pero aparte de éstos, el UBC dispone de cinco escondites o hides que tienen habilitados para uso y disfrute de los huéspedes que pasen alguna noche en el centro ornitológico. Éstos se encuentran colocados de forma radial alrededor de una pequeña laguna cercana al UBC. A ellos se accede desde dentro del recinto y el acceso está restringido al público.
Están, además, comunicados por una serie de pasarelas muy angostas que discurren a través de un precioso bosque de ribera. Los escondites son pequeños, muy bajitos (mi coronilla sigue dando fe de ello) pero cómodos y discretos, muy discretos. Disponen de unos bancos de madera y unos ventanales para la observación. La vista queda casi a ras de agua por lo que la visión de las aves es la idónea para pintar o para la fotografía. Desde aquí podemos retratar Focha común (Fulica atra), Polla de agua (Gallinula chloropus), Martín pescador (Alcedo atthis), Ánsar común (Anser anser) y otras acuáticas. Estos aguardos son bastante luminosos para poder pintar dentro sin problemas.
En las cercanías del UBC, pero ya en el mar, podemos acercarnos al pueblo de Mundaka, famoso entre otras cosas por ser lugar elegido por decenas de surfistas para cabalgar las olas que se forman al tropezar la corriente de agua del río con la del mar. Cuando visité su puerto me sorprendió, gratamente, su pequeño tamaño y su forma, como si fuese un anfiteatro en el que los espectadores fuesen los bonitos edificios que se sitúan delante.
Este pueblo, para los que nos gusta pintar algo más que fauna y flora, ofrece rincones muy atractivos para sacar nuestro cuaderno y bocetar edificios, embarcaciones, gente paseando, zonas de costa rocosa muy fotogénica – con la isla de Ízaro delante -. En Mundaka podemos visitar el promontorio donde se encuentra la ermita de Santa Catalina desde el cual dominamos gran parte de las vistas de este fragmento de costa.
Sin irnos demasiado lejos, podemos acercarnos a contemplar una de las formaciones geológicas más llamativas, atractivas y sorprendentes de la península; el flysch. Son facies rocosas de origen sedimentario que forman estructuras de gran atractivo visual y que, como tales, deben incluirse en nuestros cuadernos de campo. Pero esto ya es material del siguiente capítulo dentro de esta serie dedicada a pintar en la naturaleza en el País Vasco.