Aiako Harria, balcón pirenaico
Este fin de semana toca salida a la naturaleza y ¿no sabes muy bien si a la playa o a la montaña? Este planteamiento manido y repetitivo no es problema en este destino guipuzcoano. El eterno dilema queda resuelto y compensado con creces en el parque natural Aiako Harria o Peñas de Aia, un privilegiado balcón pirenaico con vistas hacia la gran cordillera y hacia la cercana costa que es la formación geológica más antigua de Euskadi.
Aiako Harria da nombre a este espacio natural vasco. Se trata de unas cimas montañosas diferentes al resto del territorio de Euskadi por su naturaleza granítica que data del paleozoico (unos 300 millones de años). Es la formación geológica más antigua del País Vasco. Una pincelada más de biodiversidad que, por su agreste aspecto, aporta al paisaje un toque visual de alta montaña cuando en realidad apenas superan los 800 metros de altitud sobre el cercano nivel del mar. Magia pura. Quizá sea precisamente su proximidad a la costa, con el Cantábrico a la vista, lo que hace que apreciemos todos y cada uno de los 843 metros de su cima más alta. Aiaki Harria (Peñas de Aia) está formado por un afloramiento rocoso culminado por tres cimas que marcan el pulso de este destino natural: Irumugarrieta (806 m.), Txurrumurru (821 m.) y Erroilbide (843 m.).
Estas cimas, a las que se puede acceder por diferentes senderos (la más sencilla es la primera desde el aparcamiento de Elurretxe), son un auténtico balcón natural sobre la bahía de Txingudi (con las poblaciones de Hondarribia, Irún y Hendaya), el monte Jaizkibel y el valle de Oiartzun. También sobre el puerto de Pasajes y San Sebastián al oeste y las estribaciones occidentales de los Pirineos navarros y vasco-franceses hacia el este. Y es que estas peñas rocosas ubicadas en el vértice de Gipuzkoa, Navarra y Francia otorga estas ventajas.
El macizo Aiako Harria es en realidad una estribación de Pirineos. No forma parte del eje axial de la cordillera, que acaba (o empieza) en el Cabo Higuer (Hondarribia) o en términos geológicos en la falla de Pamplona, pero si una derivación.
Aiako Harria es un destino donde impera la tranquilidad a pesar de ser el más visitado entre los parques naturales vascos por estar a un paso de importantes poblaciones. Adentrarse en los límites de este pequeño parque natural de algo menos de 7.000 ha es un pasaporte al corazón de la naturaleza. Un enclave donde encontrar rincones salvajes como la cascada de 100 metros que se descuelga en el barranco de Aiztondo (cascada de Enbido) y apacibles y frondosos bosques atlánticos -fundamentalmente robledales y hayedos, aunque también encontramos plantaciones de coníferas y de frondosas-.
Algunos de estos hayedos son trasmochos, bosques que han sido sometidos a podas intensivas para aprovechamientos madereros de diversa índole y que albergan una cantidad importante de madera podrida y cavidades que suponen el hábitat idóneo para un pequeño grupo de habitantes del bosque: los insectos saproxílicos. Pequeños en tamaño, pero grandes en importancia natural. La Rosalia alpina, el ciervo volante o el capricornio de las encinas son sus mejores embajadores. Los insectos saproxílicos son insectos que dependen durante parte de su ciclo vital de la madera muerta o en descomposición, cumpliendo un importante papel ecológico como descomponedores o como alimento para otros organismos.
Entre la fauna de mayor tamaño que habita el parque destaca el corzo, el jabalí, el halcón peregrino, el buitre leonado y el salmón.
Las minas de Arditurri se ubican al pie de las Peñas de Aia y su explotación data con certeza de época romana, aunque probablemente ya se extraía material en tiempo anterior. Sea como fuere, al menos dos mil quinientos años de explotación continuada contemplan a este singular enclave minero del que se ha ido extrayendo fundamentalmente plata en época romana, hierro en la Edad Media, plomo en los siglos XVIII y XIX, y fluorita y blenda durante el siglo XX. Son minas visitables (idóneo en familia) y en el antiguo edificio del laboratorio de la mina se ubica el centro de interpretación del parque natural (parketxe de Arditurri).
Los yacimientos megalíticos son abundantes y están representados por cromlechs, túmulos y dólmenes. Probablemente el más emblemático de todos ellos sea el crómlech de Oyanleku, de privilegiada ubicación con vistas a las Peñas y en el linde de un bello hayedo trasmocho. El acceso hasta él ya forma parte del cautivador encanto que posee. Se ubica en la zona central del parque, cerca de alto de Bianditz al que se llega desde la villa de Artikutza por la serpenteante carretera que transita los collados del monte Zaria y del monte Kausoro. Por el camino, un buen puñado de yacimientos. Si al leer la palabra collado has pensado en buenas vistas panorámicas ¡has acertado de lleno!
En compañía de Gontxu, guía de la empresa local BeSanSebastian, accedimos hasta el crómlech de Oyanleku al caer la tarde. Dejamos el vehículo en el aparcamiento para cubrir los últimos diez minutos a pie hasta llegar al crómlech. Con tiempo para sentarnos en el prado sobre el que se asienta. Respirar hondo, recordar los buenos momentos vividos en el parque, comprender el por qué eligieron este lugar para situar este enrome círculo de piedras, su significado… Vuelvo a respirar profundamente. No se me ocurre un mejor final de visita a Aiako Harria que disfrutar de la puesta de sol desde un lugar tan sugerente como éste.