Experiencias

En barco por la Costa Quebrada de Santander

17/08/2023 Autor: Alfonso Polvorinos
  • En familia
  • Geología
  • Observar aves
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¿Te gusta la naturaleza y quieres aprender sobre la Costa Quebrada de Santander, uno de los ocho municipios aspirantes a Geoparque de la UNESCO? Esta es tu ruta. ¿Simplemente estás de vacaciones en la capital cántabra y quieres hacer una actividad diferente? Esta también es tu ruta. Nos embarcamos con Bahía de Santander Ecoturismo para realizar un espectacular recorrido en barco con el fin de descubrir el patrimonio natural, histórico y cultural de la zona Norte Litoral de Santander. Y con la sostenibilidad turística por bandera.

Dicen los que sabe de mar que la Bahía de Santander es una de las más bellas del mundo. Los que no dominamos este líquido elemento, pero nos gustan los sitios bonitos, les damos la razón. Confiesa Carlos Sainz, alma mater de la empresa local Bahía de Santander, Ecoturismo y Educación Ambiental, que su padre le dijo hace muchos años que vivía en la mejor bahía del mundo. Y doy fe que así lo siente y transmite en su apasionada interpretación durante las visitas guiadas que realiza por su amada bahía. Ya puedo hablar en plural: nuestra amada bahía. Y es que esta ensenada natural, orientada al sur y bien protegida de los embates e inclemencias marinas, es un verdadero paraíso que enamora desde tierra y desde el mar.

Dejando atrás la Isla de Mouro.
Observando el sistema de diaclasas de Cabo Menor.

La ruta en barco por el entorno de Santander Norte Litoral-Costa Quebrada es una de las actuaciones diseñadas bajo el Plan de Sostenibilidad Turística Santander (financiado por los fondos Next Generation UE y el PRTR). Se antoja no solo como una propuesta ecoturística, sino una opción que no ha de pasar por alto ninguno de los visitantes de Santander (tampoco los residentes), si quieren pasar una mañana diferente en la ciudad. Embarcarán como turistas, pero regresarán a tierra convertidos al ecoturismo. Y es que Carlos es uno de esos profesionales que seducen en la forma de transmitir y comunicar, a lo que se une el buen hacer de su empresa y el compromiso que tienen con la naturaleza y el planeta. Poner pie a tierra sintiéndote protagonista de la conservación del águila pescadora, -especie presente en la bahía- gracias a un porcentaje del precio de la ruta que va destinado a ello, o sabiendo que tu experiencia es neutra en carbono porque desde la empresa se encargan de compensar tu huella de carbono generada por el simple hecho de ir a realizar la actividad, dice mucho y satisface corazones.

Gaviota patiamarilla.
El barco que realiza la ruta, con capacidad para 12 personas, combina la navegación a motor y la energía solar.

La ciudad de Santander desde el mar

Puntuales, nos citamos en el Puerto Chico de Santander los que esta soleada mañana vamos a integrar el pasaje durante la próxima hora y media. Carlos da la bienvenida al grupo, reparte unos prismáticos a cada uno y realiza una introducción general de la ruta que vamos a realizar. Poco a poco, ponemos rumbo norte surcando la bahía. La lenta navegación de salida nos permite ir disfrutando de la ciudad desde un punto de vista inusual. Sólo por esta particular visión de la ciudad de Santander desde el mar, ya bien merece la pena la excursión en esta embarcación de casi 8 metros de eslora equipada con motor y energía solar. Vamos identificando y aprendiendo cosas sobre los principales lugares de interés. Desde sus playas, edificios, museos, faros, boyas y centros, hasta enclaves señeros como La Magdalena y su palacio, las caballerizas, el mareógrafo, el embarcadero real…

La ruta permite disfrutar de una perspectiva diferente de lugares emblemáticos de la ciudad, como el Centro Botín.
Palacio de La Magdalena y Playa de Bikini.
Grupo de gaviotas descansando en la base de los acantilados de La Magdalena.

Estamos en agosto y la navegación está animada, especialmente de veleros. Por sus condiciones naturales, no es de extrañar que acoja el centro de Alto Rendimiento de Vela.

Un gavión atlántico nos saluda encaramado en lo más alto del faro de un pequeño islote frente a la isla de La Torre, donde crían algunas parejas de charrán común. Un poco más adelante, en los acantilados de La Magdalena, descansa un buen grupo de gaviotas patiamarillas donde la erosión ha modelado una base que recuerda a lenguas rocosas. Y sigue esculpiendo incesantemente estos acantilados por su zona basal, arañando cada vez más roca a la cara norte de la Península.

Isla de Mouro.
Gavión atlántico.
El recorrido es una excelente oportunidad de ver y aprender sobre aves marinas.

Cabo Menor

Rodeamos la Península de La Magdalena dejando la lengua de arena de El Puntal a nuestra derecha y después la isla de Mouro (a ambos lugares regresaremos luego para conocerlos más en profundidad), y ponemos proa al Cabo Menor, una de las barreras de protección natural que dan fama a la resguardada bahía santanderina, al igual que hacen El Puntal y la propia Península de La Magdalena. Las playas de El Sardinero, con su antiguo balneario, presentan un aspecto inmejorable y al lado, resguardada en la complicidad de una pequeña cala, la Playa de los Molinucos, cerca del extremo de Cabo Menor, se antoja una ensoñación.

Conociendo más sobre las aves de la zona. En la isla de La Torre cría el charrán común.

Los estratos blanquecinos de Cabo Menor son la puerta de entrada a la geología de la Costa Quebrada, en la costa norte de Santander. Por tierra, la ruta “Entre Cabos” que ofrece la Asociación Costa Quebrada, es un magnífico complemento para conocer este tramo litoral de algo más de un par de kilómetros entre Cabo Menor y Cabo Mayor. Nosotros disfrutamos del espectáculo desde el Mar Cantábrico. Es momento de acercarnos a la historia del Planeta, escrita en los pliegues y estratos de la rasa frente a la que navegamos. Un privilegiado asomo marítimo a buena parte de la mejor serie del Cretácico-Cenozoico en la orla cantábrica (declarado Lugar de Interés Geológico). En algunas de estas terrazas descansa otro nutrido bando de gaviotas patiamarillas mientras, en una de las piscinas naturales creadas temporalmente por la marea, un par de vuelvepiedras inspeccionan la zona en busca de alimento.

La rasa en Cabo Menor combina geología y ornitología.
Navegando hacia Cabo Mayor, al fondo.

El gorila de Cabo Mayor

¿Sabías que el Cabo Mayor esconde un gorila? Esta curiosa formación rocosa de enormes proporciones está coronada por el mirador de Cabo Mayor, muy cerca del faro. Es la parte más alta del tramo de acantilados entre ambos cabos. Bajo la atenta mirada del “gorila” de Cabo Mayor, comprendemos perfectamente por qué este territorio, con su fabuloso patrimonio geológico y geodiversidad, está incluido en el proyecto de Geoparque Aspirante al reconocimiento de la UNESCO Costa Quebrada. Patrimonio que el gran simio protege con sus grandes brazos.

La ruta es realizada por la empresa local Bahía de Santander Ecoturismo.
Cabo Mayor.
El enorme gorila de Cabo Mayor…
Llegando a Cabo Mayor.

Por la Red Natura 2000

Al sobrepasar el Cabo Mayor para tener una visión desde ambas vertientes, la embarcación se pega un poco más a la costa e inicia el regreso hacia la bahía, donde aguardan varias joyitas de la Red Natura 2000. Antes, un asomo a la Playa de Mataleñas y a las diaclasas de Cabo Menor nos devuelven a aguas más abiertas para navegar hasta la cara norte de la Isla de Mouro.

Cormorán moñudo en Cabo Menor.
Tramo de Costa Quebrada de Santander en las inmediaciones de Cabo Mayor.

De la querencia que las aves marinas tienen por el lugar nos queda claro con el trasiego de gaviotas y cormoranes moñudos. Estamos en la ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) del Espacio marino de los Islotes de Portios-Isla Conejera-Isla de Mouro, tres enclaves que con sus respectivos islotes e islas superan los 15 kilómetros cuadrados de superficie. Esta ZEPA está definida como extensión marina de las colonias de paíño europeo y de cormorán moñudo atlántico, aparte de estar en un punto caliente de aves marinas migratorias. En invierno llegan a concentrarse más de 7.000 ejemplares, el 25% del total de las aves invernantes que eligen Cantabria como destino. La biodiversidad ornitológica en este sentido es importante, con 54 especies diferentes pertenecientes sobre todo a láridos (gaviotas), limícolas y anátidas. Destacan la focha, el silbón europeo, la cerceta común, el ánade azulón, la gaviota reidora y el correlimos común.

Vuelvepiedras con su mimético plumaje.
Embarcaciones de recreo en la isla de Mouro.

Rodeamos la Isla de Mouro, con sus paredes calizas de más de veinte metros de altura y su faro que emerge otros tantos metros sobre la cima más o menos aplanada de esta isla referente por su enorme biodiversidad. Entre hinojos marinos -codiciado condimento gastronómico ya desde el s. XVI-, en ella crece la malva arbórea, una planta típicamente mediterránea que podemos ver solo en Mouro y Conejera en el área cantábrica. No es raro encontrar al halcón peregrino posado en el extremo del faro, uno de sus posaderos favoritos para “recibir” a las agotadas aves migratorias. Muy apreciados son sus fondos marinos, que hacen las delicias de los buceadores que acuden aquí a practicar su deporte favorito atraídos por las cuarenta especies de peces, entre otros animales marinos, que habitan esta maravilla natural. La importancia ambiental de la Isla de Mouro está doblemente reconocida, como ZEPA y como ZEC. Sin duda un sitio clave en la Red Natura 2000 marítimo terrestre del norte de España.

Frente a la isla de Mouro, un tesoro de biodiversidad.
La parada en la isla de Mouro es aprovechada para conocer los peces y los fondos marinos.

Bien visible a nuestra izquierda, una infinita playa de arena dorada nos acompaña casi hasta llegar a puerto. Son las dunas del Puntal pertenecientes al sistema dunar de El Puntal-Somo-Loredo y englobadas en Zona de Especial Conservación (ZEC) Dunas del Puntal y estuario del Miera (que integra también a la Isla de Mouro). Una flecha de arena que protege a la Bahía y al estuario del río Miera cuyos fondos arenosos-fangosos son extraordinariamente productivos. Desde almejas finas (delicatessen) hasta los diferentes peces que sirven de base trófica a las águilas pescadoras que crían en la Bahía después del exitoso desarrollo de un proyecto de altos vuelos para reintroducir a la especie. Un referente en conservación en nuestro país. El águila pescadora preside el logotipo de la empresa de Carlos y el orgullo de muchos vecinos.

Las dunas de El Puntal es una de las zonas Red Natura 2000 más sobresalientes.

Y precisamente con la conciencia y el alma feliz por la contribución a la conservación de esta esbelta rapaz a través de esta ruta, viramos para enfilar de nuevo Puerto Chico de Santander concluyendo este fabuloso paseo interpretado por una de las bahías pertenecientes al selecto “Club de Bahías más bonitas del mundo”. ¡Cuánta razón, Sr. Sainz padre!

Gaviotas descansando en mar abierto.

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