Arte

El Valle de Cervara, Parque Nacional Abruzzo, Lazio y Molise (Italia)

07/10/2019 Autor: Jose Arcas
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Recientemente, un grupo de reconocidos pintores de naturaleza italianos me invitaron a pintar durante 6 días las maravillas del Valle de Cervara, un enclave natural situado en pleno corazón del parque nacional de Abruzzo, Lazio y Molise. Este parque se encuentra en la cordillera de los Apeninos que, a modo de columna vertebral, recorre de norte a sur el país con forma de bota. Osos, hayedos de cuento, ciervos y montañas que se clavan en el cielo, configuran este paisaje imposible de olvidar.

La idea principal del proyecto al que me uní desde el primer minuto y al que se denominó “Pittori in faggeta” (Pintores en el hayedo), era que seis pintores de naturaleza recorriesen durante seis días el hayedo del Valle Cervara y su entorno, en el parque nacional de Abruzzo, Lazio y Molise para plasmar mediante dibujos de campo, las maravillas de este lugar encantado.

Detalle del hayedo en el Valle de Cervara, en pleno corazón del Parque Nacional. Foto: Jose Arcas.
Cartel: Elisabetta Mitrovic.

Nada más hacerme la invitación, busqué como un loco toda la información relacionada con el parque nacional de Abruzzo (lo llamaré así a partir de aquí para ser tan pesado con el nombre completo) y de primera impresión vi que se trataba de un lugar muy similar a nuestro parque natural de Somiedo, en Asturias. Vastos prados donde pasta el ganado, inclinadas laderas y escarpadas montañas con una altura considerable (quizá los picos de Somiedo ganen en altura) y con una fauna y una flora, que sin entrar en detalles me recordaba como digo, al parque asturiano.

 

Vista general de la entrada al parque desde Villavallelonga. Foto: Jose Arcas
Cartel informativo a nuestra entrada en el hayedo del Valle de Cervara. Foto: Jose Arcas

El parque nacional italiano tiene una extensión aproximada de 500 kilómetros cuadrados y es uno de los parques nacionales más antiguos del país. Su relieve varía entre los 900 y los 2.200 m. de altitud y más de la mitad de su superficie está cubierta de hayas (Fagus sylvatica), lo que constituye uno de los mayores atractivos del parque, sus extensos hayedos.

Cartel del Centro del Oso. Foto: Jose Arcas

En cuanto a la fauna, destacar, como en Somiedo, la presencia de dos grandes carnívoros; el Oso (Ursus arctos marsicanus) y el lobo (Canis lupus italicus) así como importantes poblaciones de Rebeco (Rupicapra pyrenaica ornata).

Teniendo en cuenta el nombre del proyecto, queda claro que nuestra zona de campeo dentro del parque se iba a limitar a los hayedos del Valle de Cervara y a algún valle colindante, más que suficiente teniendo en cuenta que la mayoría de los osos se concentran en esta parte y que el objetivo principal era dar a conocer el hayedo antiguo.

Así pues nuestro campo base se encontraba a unas tres horas de Roma en coche, concretamente en Villavallelonga, un pequeño pueblo situado en pleno corazón del parque nacional, en la provincia de L´Aquila y habitado por no más de un millar de personas. Este pueblo posee oferta hotelera variada pero sin grandes lujos, lo que lo hace especialmente acogedor.

Villavallelonga, vista de la plaza central del pueblo. Foto: Jose Arcas

Los seis días que permanecimos en el parque nos movíamos a lo largo de una zona bastante vasta comprendida entre Valle de Cervara y el Prado de Angro (Prat d´Angro). A primera vista, el paisaje del valle se hace inhóspito, despoblado, con extensos prados de pasto para el ganado, principalmente vacuno, que se mueve como un solo ser formando un enorme rebaño que se desplaza a sus anchas por el valle y que ocupa diferentes posiciones según la hora del día.

Camino que separa el hayedo del Prat d´Angro. Foto: Jose Arcas

Altas cumbres custodian el valle que en su parte baja se encuentra salpicado por arbustos árboles de pequeño porte donde pudimos observar y pintar alcaudones dorsirrojos (Lanius collurio), colirrojos reales (Phoenicurus phoenicurus), papamoscas cerrojillos (Ficedula hypoleuca) y grises (Muscicapa striata), fringílidos de varias especies y alguna collalba gris (Oenanthe oenanthe), pero la estrella fue, sin duda alguna, el Pico dorsiblanco (Dedrocopos leucotos).

Alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio), especie abundante en la zona. Foto: Jose Arcas
Apuntes de campo de la zona de campeo del oso. Foto: Jose Arcas
Apuntes de campo de un colirrojo real. Foto: Jose Arcas

En la época del año que visité esta zona (pleno mes de agosto), el calor era bastante insoportable por lo que lo ideal era levantarse muy temprano y parar en las horas centrales del día, de lo contrario el riesgo de coger una insolación era bastante elevado.

El ganado bovino es muy abundante en la zona. Foto: Jose Arcas

Mi primera toma de contacto con uno de los hayedos de Val Cervara me llamó bastante la atención. Yo realmente me esperaba un bosque de hayas diferente, más luminoso, más clareado en cuanto a densidad de árboles, pero la verdad es que me impactó aquel silencio porque lo único que se escucha era silencio y un bosque muy sombrío a pesar de ser las cinco de la tarde. Infinidad de árboles de todas las tallas y grosores pero la mayoría con un patrón repetitivo de colores en sus troncos, gris Payne, tierra sombra natural, ocres… siempre en manchurrones estampados en su troncos y luego el follaje, de un verde casi fluorescente en aquellos lugares donde se atrevían a entrar los rayos de sol. Era un bosque de cuento, de los que se les describen a los niños cuando queremos darle ambiente misterioso con un poco de terror a ese cuento de Caperucita Roja, de Hansel y Gretel, de bosque del que probablemente no volvamos a salir.

Cualquier rincón del hayedo es perfecto para pintar y dibujar. Foto: José Arcas

Yo me detenía a cada paso porque no dejaba de alucinar con aquel lugar e inevitablemente llegó un momento que se hizo más sobrecogedor aún: cuando me encontré solo, mis compañeros ya se habían ido bosque arriba. Fantástico.

El equipo de pintores de naturaleza al completo. Foto: Jose Arcas.

Otra cosa que me llamó notablemente la atención eran los cauces por los que seguramente en épocas de deshielo, discurrían aguas de montaña valle abajo. Estos cauces, ahora secos, estaban repletos de cantos rodados de muchos tamaños y cuyo color resplandecía en aquel ambiente tan escaso de luz. Eran piedras blancas, calizas, recubiertas de un abundante y verde musgo que les daba aspecto de tumulto de personas del que sólo veía las cabezas. Precioso.

La verdad es que cualquier rincón es válido para sentarse y tomar apuntes o hacer una obra completa de mayor complejidad. Hay, al menos en esa época en la que fui  (agosto), gran variedad de flores, destacando la Orquídea fantasma (Epipogium aphyllum), una discreta orquídea de colores tenues que si no te fijas bien pasa totalmente desapercibida.

Orquídea fantasma (Epipogium aphyllum). Fotos: Jose Arcas
Una joya en forma de insecto, la Rosalia alpina. Fotos: Jose Arcas
Elisabetta Mitrovic pintando. Fotos: Jose Arcas
Un rincón del hayedo. Foto: Jose Arcas.

A la espera del oso

A parte de las aves, el parque ofrece buenas ocasiones para dibujar mamíferos como los osos. En el caso de los osos, es curioso como permanecen activos gran parte del día, incluso en las horas de mucho calor. De hecho, los curiosos que se acercaban al parque a observar a los plantígrados lo hacían a las tres de la tarde, algo impensable a la hora de ver osos en España, que ya a primeras horas de la mañana, nada más calentar algo el sol, se encaman hasta bien entrada la tarde. Los osos italianos, parecen soportar mejor el calor.

Pintando en pleno campo, se gradecía la sombra, la verdad. Foto: Nick Derry.

Aprovechando las largas esperas de oso, se pueden observar otras especies de interés, como los numerosos ciervos y rebecos, que corretean y pastan a sus anchas arriba, en las cumbres. El zorro (Vulpes vulpes), que los italianos llaman vulpi campea a placer en esta zona, sin vergüenza alguna y sin esconderse, dejándose ver a campo abierto e incluso en grupos familiares de adultos y jóvenes del año.

Federico Gemma dando una clase de pintura. Foto: Jose Arcas

Para los pintores que no solo dibujamos animales salvajes, tenemos a nuestra disposición numerosas oportunidades de dibujar ganado doméstico, en este caso vacas, que pacen a gusto en la zona de los prados, en la parte más baja del valle. Al tratarse de animales bastante tranquilos y acostumbrados a la presencia humana, se dejan retratar sin problema.

Esperando a los osos. Foto: Jose Arcas

La experiencia ha sido fantástica, he pasado unos días inolvidables en un lugar de cuento, guiado y acompañado por grandes pintores de la naturaleza de la talla de Elisabetta Mitrovic, Valeria Cademartori, Federico Gemma, Marco Preziosi y Nick Derry, en definitiva, para mí, anfitriones de lujo. Gracias amigos.

Mural colectivo hecho en la plaza de Villavallelonga el 10 de agosto de 2019.
Mural colectivo.
Mural colectivo.
Mural colectivo.
Mural colectivo.

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