Marismas de Santoña
Como ya comenté en la entrega anterior, estas marismas forman el parque natural junto a las de Victoria y Joyel. De los tres humedales, el de Santoña se lleva la fama puesto que es el de mayor extensión y el que mayor número de especies alberga. Un día entero me ha bastado para llenar mi cuaderno de campo y la memoria de mi cámara de fotos de bocetos e imágenes de gaviotas, limícolas y otras especies como la ubícua Espátula europea (Platalea leucorodia). Aquí os cuento mi jornada artística por este espectacular espacio natural.
Marisma de Santoña
Esta marisma es el humedal más extenso con el que cuenta Cantabria, unas 3.500 hectáreas para nuestro uso y disfrute y para perdernos, por qué no, buscando ese rincón olvidado que sirva para hacer una acuarela. Es un entramado de canales y caños llenos de vida que harán que nos volvamos locos queriendo retratar todo lo que entre en nuestro campo de visión.
Pero vayamos al grano. Al pueblo de Santoña se puede acceder por la CA-141 que viene de Argoños, por el oeste o por el sur por la CA-241. En mi visita a Santoña yo entraba en el pueblo siempre por la primera, puesto que mi alojamiento estaba en Noja.
Antes de entrar en el pueblo propiamente dicho, atravesaremos una marisma surcada por varios puentes; es la marisma formada sobre la parte final del canal del Boo. La parte derecha de la marisma, según la atraviesáis en dirección Santoña, me pareció la más interesante a primera vista, ya que pude divisar mucho movimiento de aves al atardecer. Esta sospecha se confirmó más tarde, cuando encontré varios reposaderos de pleamar de espátulas y agujas colinegras.
Nada más entrar en el pueblo, hay una rotonda por la que salí hacia la derecha, siempre con la mente puesta en llegar a la marisma, concretamente a la zona donde había visto las espátulas. Entro en una especie de paseo, la avenida de Lons, en una zona de naves industriales. Dejé el coche aparcado y comencé a andar por un camino que claramente se dirigía hacia la marisma.
Efectivamente llegué al punto exacto de los reposaderos de pleamar de limícolas y espátulas.
Es una zona muy cómoda para pintar, incluso hay bancos que nos pueden ayudar en nuestra sesión de apuntes. Sí debo mencionar que esta zona está recorrida por un camino por el que pasa gente regularmente, pero las aves parecen haberse acostumbrado a su presencia y siguen a lo suyo.
En este punto tenemos que tener muy presentes el estado de la marea, porque aunque yo no llegué a comprobarlo, sé por experiencia que en bajamar las aves se dispersan mucho al tener más espacio disponible. Personalmente me gusta visitar los humedales costeros durante la pleamar para pintar limícolas, ardeidas y espátulas descansando y playas durante la bajamar para que las gaviotas se reflejen en la arena mojada. Independientemente de los gustos de cada uno, es recomendable echar un vistazo a las tablas de mareas.
Para acceder a esta parte de la marisma, hay otra opción, que es la siguiente: nada más pasar el primer puente de la CA-141, uno muy llamativo por sus pequeños balcones o asomaderos al canal, hay un camino angosto que nos va a conducir a la avenida de Lons.
En mi visita a esta zona, estuve un par de horas observando los reposaderos de pleamar en los que cabría destacar Espátula (Platarea leucorodia), Aguja colinegra (Limosa limosa) y Zarapito trinador (Numenius phaeopus). También pude deleitarme con la presencia de Andarríos chico (Actitis hypoleucos), Gaviota patiamarilla (Larus michahellis), Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus), Martín pescador (Alcedo atthis) y Garceta Común (Egretta garzetta).
Dejo atrás lo que podíamos denominar como marisma del Boo y continúo por la avenida en la que estoy, que discurre paralela al mar hasta que la señalización nos obliga a callejear atravesando el polígono industrial. Me llamó la atención que en las naves de las conserveras hayan tiendas que abren al público incluso los domingos.
Tenemos que callejear hasta encontrar la CA- 451 dirección Cirero. En su inicio hay un puente que cruza sobre el canal del Boo y se prolonga en una recta en cuyo meridiano se encuentra nuestra siguiente parada: el observatorio ornitológico de La Arenilla, con amplio aparcamiento.
Este es un lugar para hacer una parada larga puesto que este observatorio nos ofrece unas vistas espectaculares del intermareal, con isletas en las que se apiñan las aves, principalmente limícolas, gaviotas y ardeidas (hay un dormidero alucinante de garcillas bueyeras –Bubulcus ibis– justo a la izquierda).
En mi visita conseguí observaciones interesantes, como por ejemplo, Gavión (Larus marinus), Eider común (Somateria mollisima) y un Azor (Accipiter nisus) desayunando a base de un despistado Chorlitejo grande (Charadrius hiaticula). Es tanta la información que te llega por todas partes que es complicado intentar pintarlo todo, aun así, hay que intentarlo. Un detalle a tener en cuenta, para pintar, dentro del observatorio a veces no es el mejor sitio, en los días muy cubiertos la luz escasea y el tomar apuntes se hace muy sufrido. Desde fuera, hay lugares donde poder sentarnos y bocetar a gusto.
Antes de ir a comer al pueblo, la verdad es que la oferta gastronómica es abundante y buena, me dirigí al puerto, a la zona donde se encuentra el centro de interpretación de las Marismas de Santoña. Visita totalmente recomendable si queremos conocer la zona en detalle. El personal del centro amablemente nos pondrá al día sobre los últimos avistamientos de aves o cuales son las mejores zonas para visitar en ese momento del año.
Por la tarde y ya con mis requerimientos energéticos cubiertos, me dirigí a una zona que me recomendaron en el centro de interpretación, el Monasterio de San Sebastián de Hano, a un par de kilómetros del observatorio de la Arenilla y siguiendo dirección Cicero por la CA-241.
En el monasterio podemos aparcar sin problema en el propio aparcamiento del conjunto eclesiástico.
Viendo el monasterio de frente, hay un camino muy angosto y escalonado a mano izquierda, que baja a una zona intermareal muy interesante. En mi visita, pude observar muy de cerca y así tomar unos apuntes y numerosas fotografías de Zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis) ya que aquí, estas aves son bastante confiadas. También pude observar con calma especies como los archibebes común y claro (Tringa totanus y T. nebularia respectivamente), Zarapito Trinador (Numenius phaeopus), varias especies de gaviotas, entre ellas Gaviota cabecinegra (Ichtyaetus melanocephalus). Lamentablemente no pude hacer más dibujos puesto que lo que empezó por la mañana siendo una amenaza de lluvia acabó siendo un buen chaparrón. Habrá que regresar…