Montaña de Riaño
La Montaña de Riaño y Mampodre (León), como el resto de la cordillera Cantábrica, es un terreno agreste, duro, de suaves fondos de valle por los que corre generosa el agua de regatos, arroyos y ríos, enmarcados por laderas empinadas, laderas tapizadas de frondosas y de las que sobresalen afloramientos rocosos. Terrenos donde el verde forestal es rasgado por el gris blanquecino de la caliza. Un terreno áspero pero bello de caminar, idóneo para pasar unos días en contacto directo con la mejor naturaleza de la cordillera.
Hasta hace muy poco esta región de la montaña oriental leonesa se denominaba Parque Regional Picos de Europa, formando parte, con sus más de 120.000 hectáreas de superficie y enorme biodiversidad, del entorno del enclave montañoso constituido por los tres macizos calizos más celebres de la orografía peninsular. En octubre de 2019 pasó a llamarse Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre. Pero es lo único que cambió; sus límites y la riqueza natural sigue siendo la misma.
Oso, lobo, corzo, ciervo, gato montés, alimoche, un buen número de especies de aves alpinas y forestales, cada vez menos urogallos y la cada vez más asidua visita del quebrantahuesos dejan claro que no estamos en un lugar cualquiera. Tampoco desde el punto de vista botánico, con el pinar de Lillo como máximo exponente.
La superficie del parque es muy grande, lo suficiente como para poder destinar varios días o semanas para si quiera empezar a conocerlo. Para enamorarse del lugar apenas se requieren pocas horas, quizá minutos. Lo primero que entra por la vista directo al corazón es la fuerza del paisaje, especialmente poderoso en enclaves como los alrededores de Riaño, o los fácilmente accesibles en vehículo puertos de Tarna, las Señales, Pandetrave, El Portillón, Panderrueda, San Glorio o San Isidro. Un recorrido de ecotouring de primer orden en un área tan vasta que sin duda recomendamos acometer por zonas.
Para ello nos centramos en este reportaje en los alrededores de Riaño y en concreto en tres propuestas de observación de naturaleza. Lobo ibérico, gato montés y aves carroñeras como el alimoche y el buitre leonado. Ahí es nada. Y nos pusimos en manos de la empresa local Aveshide de Crémenes, que gestiona también el Centro de observación de la naturaleza Montaña de Riaño.
Observación de Lobo ibérico
La Montaña de Riaño y la zamorana Sierra de la Culebra son las dos mejores zonas para la observación de lobo ibérico en la península. O al menos intentarlo. En ambos enclaves existen un buen número de manadas en relación al territorio. Una importante densidad y asentamiento de la especie desde hace décadas. Son por tanto buenos enclaves para hablar del lobo como recurso ecoturístico sin que por ello se tenga nunca la certeza ni garantía de observación, claro está. Afortunadamente son libres. En la Montaña de Riaño, el lobo ibérico, es un atractivo que poco a poco va asentándose como una pieza importante en el desarrollo local.
La mejor época para tratar de observarlo es por lo general desde agosto hasta noviembre y para hacerlo de forma responsable y contribuyendo a ese desarrollo local lo mejor es hacerlo en compañía de guías profesionales. Sin duda las probabilidades de éxito aumentan considerablemente y, dejando a un lado su avistamiento o no, la calidad de la experiencia gana enteros por doquier. La aproximación –en vehículos 4×4 autorizados y a pie- hasta las zonas donde se realizan las esperas, la interpretación ambiental que realizan los guías y la pasión que transmiten por tan mítico animal hacen que verlo o no, pase incluso a un segundo plano. No es sencillo observar lobo en libertad aun conociendo su territorio pero desde luego éste es un magnífico enclave para intentarlo.
Observación de Gato montés
El gato montés se mueve a sus anchas en las vegas fluviales de los fondos de valle. La Montaña de Riaño cuenta con una buena población de este felino silvestre y en verano, con los prados recién segados, la facilidad para que encuentre su alimento se multiplica. Es la época en la que están más activos, estirando los amaneceres hasta casi entrada ya la mañana para cazar las ratas toperas que hacen las delicias del gato y de su prole, en edad de iniciarse ya en las artes de la cacería. Durante la realización de este reportaje tuvimos la enorme fortuna de contemplar una escena difícil de ver, la de una gata cazando para alimentar a su cachorro. En el vídeo se pueden ver algunos de estos aportes de alimento y cómo el cachorro agradece a su madre el gesto, antes de dar buena cuenta del desayuno. !No os lo perdáis¡
Con paciencia y a la distancia conveniente para no interferir en el comportamiento del animal, ir en busca de gato montés es una de las experiencias más memorables en la naturaleza ibérica.
Entre alimoches y buitres
Aquella mañana en el interior del hide de Los Pandiellos, en Crémenes, fue especialmente emotiva. Las entradas y salidas de una pareja de alimoches la hicieron diferente. En un primer momento pensábamos que algo ocurría para que aguantaran tan poco tiempo en el suelo y levantaran con celeridad el vuelo para regresar pasados unos minutos. Primero uno, luego otro, en un par de ocasiones los dos a la vez. Llegaban, pero una y otra vez se iban. ¿Quizá la presencia de un águila real les incomodaba? ¿Quizá había algo detrás del hide o en el propio escondite que no les gustaba? Nada de eso. Al contrario. Nos depararon el privilegio de asistir en primera persona y 5 metros al otro lado del cristal, de la clase parental a su pollo probablemente en su primer día fuera del nido y desde luego en su primera sesión de autoservicio.
La memorable sesión comenzó cuando un joven alimoche sobrevoló el hide acompañado de sus padres. Tras varios círculos por fin se posó, aunque lejos, pidiendo repetidamente, y con sonoro reclamo, la comida a sus progenitores. Éstos, en un alarde de testarudez que duró unos buenos 10-15 minutos, aguantaron el pulso sin llevarle la comida y explicándole con sus vuelos y movimientos dónde debía posarse para, como ellos, disfrutar de la comida por sus propios medios. Finalmente el juvenil accedió al lugar correcto y todo lo que costó que se situara delante del hide, le costó después irse.
Dos horas impagables duró el documental en vivo protagonizado por los tres alimoches. Y fue solo al final de la mañana, cuando alrededor de 40 buitres leonados decidieron que la comida que quedaba era suya, bajaron a comer y desplazaron al insaciable joven alimoche tal y como podéis ver en este vídeo. Gracias a la naturaleza por estos momentos y lecciones de vida. Como la del gato montés y su cachorro o la de media docena de jóvenes lobos jugando apaciblemente a golpe de telescopio.