Insectpark y la bella mariposa isabelina en la Sierra de Guadarrama

En El Escorial se encuentra este centro de naturaleza de referencia dedicado a los insectos y en los pinares de la Sierra de Guadarrama su especie estrella: la espectacular mariposa isabelina.

Cruzar la puerta del Insectpark es traspasar un umbral desconocido para muchos de quienes llegan hasta este edificio emplazado en San Lorenzo de El Escorial, en la falda del Monte Abantos, y adentrarse en un micromundo apasionante. Pasión es la que sus artífices, Pedro Velasco y Paloma Delgado, sienten por estos pequeños seres vivos. Y así lo transmiten en cada panel informativo de la atractiva exposición de este centro de naturaleza, en cada taller y en cada actividad de las que organizan.

Un día en Insectpark

Ocho de cada diez especies animales descritas son insectos y el Insectpark es un plan familiar envidiable para pasar una jornada conociendo a buena parte de la fauna invertebrada terrestre más espectacular del planeta. Los niños lo pasarán en grande en las diferentes salas temáticas, experienciales más bien, en las que han de encontrar insectos que son verdaderos maestros del camuflaje, asombrarse con las enormes tarántulas y otros artrópodos o el brillo iridiscente de escarabajos de todos los tamaños y colores. Ver un gigantesco escarabajo de intenso colorido y brillo metálico del tamaño de un puño deja a los más pequeños con la boca abierta. En realidad la abren desde que se topan con la enorme mantis religiosa que te recibe a la entrada y no la cierran hasta que salen por la puerta. De sala en sala, de vitrina en vitrina, la seducción entomológica se va consumando. Y ésta termina de afianzarse con la labor divulgativa que realizan en este centro especialmente activo.

Al encuentro de la mariposa Isabelina

La mariposa más bella de Europa vive en la Sierra de Guadarrama y en otras montañas españolas. La mariposa isabelina (Graellsia isabelae o Actias isabelae) fue vista por primera vez (unos restos de las alas) por el naturalista suizo Juan Mieg hacia 1835 en la Granja de San Ildefonso (Segovia) y descubierta para la ciencia por Mariano de la Paz Graells en la primavera de 1849, quien citó el primer ejemplar vivo en los pinares de Peguerinos (Ávila). Fue gracias a la información dada por el suizo a su colega español, que éste se puso manos a la obra en la ardua tarea de localizarla. Y al que fuera tres lustros después director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, le llevó diez años dar con el primer ejemplar adulto de la mariposa, una hembra en los pinares del citado municipio de las estribaciones de la sierra de Guadarrama. Para conocer cómo era el macho hubo que esperar hasta mayo de 1853, cuando Graells encontró un individuo en la vertiente madrileña de la sierra de Guadarrama. Su belleza la convirtió durante muchos años en preciado objeto de colecciones entomológicas.

La mariposa isabelina vive en los pinares montanos de pino silvestre y pino laricio. Las orugas se encuentran en las partes altas del árbol, alimentándose de las acículas de los pinos y solo bajan al suelo para construir los capullos. Para rizar el rizo de la complejidad en su observación, basta comentar que los adultos -que salen en primavera-, solo viven durante 8 días como máximo. Los imagos emergen de la pupa con algunos días de diferencia. Y es durante ese corto periodo de tiempo, que ocurre entre mediados de mayo y mediados de junio, cuando en Insectpark realizan las salidas de campo para tratar de observarlas en libertad.

Se trata de una actividad familiar. Su carácter nocturno ya es un aliciente para los pequeños, que permanecen excitados a la espera de la aparición de los ejemplares adultos de isabelina. La actividad dura alrededor de 3 horas y consta de una didáctica explicación a pie de pinar y una parte más práctica de atracción de la especie. La atracción es química en un primer momento, mediante las feromonas liberadas por una hembra que los guías traen desde el Insectpark. La hembra comienza a soltar estas hormonas al aire y el viento se encarga de que en cuestión de minutos algún macho se acerque hasta la pequeña jaula donde se encuentra la mariposa. Los vuelos se producen durante aproximadamente una hora y media (hasta para eso es caprichosa la especie). Desde el crepúsculo hasta una hora después que el sol se ha ocultado. Es muy importante durante esa fase de atracción química no usar luz artificial de ningún tipo pues interfiere en la hembra, que deja de emitir esas irresistibles sustancias volátiles. El gran tamaño de las antenas de los machos, con forma de peines, les permite detectar a la hembra hasta en un radio de 5 kilómetros. Alguno de los machos más cercanos, los primeros en llegar, recibe el premio de poder acceder al interior de la jaula y copular con la hembra. La cópula dura unas 3 horas.

Liberadas las feromonas, solo queda cruzar los dedos y esperar a que más machos lleguen. Para ello se pasa a la siguiente fase: la de atracción lumínica. Una estación luminosa da el relevo a la hembra en su función captora y, cual imán, miles de insectos comienzan a acercarse a la luz (fototropismo positivo). Dípteros, hemípteros, coleópteros, odonatos y diferentes especies de polillas o mariposas nocturnas (lepidópteros) revolotean alrededor de la bombilla o se posan en la enorme sábana blanca que se dispone en el suelo. Los asistentes, situados alrededor de la sábana, aguardan nerviosos e inmóviles que entre esos puntos voladores surja un gran “punto” de color verde y mucho mayor tamaño (la isabelina alcanza hasta 9 cm de envergadura).

Si aparece alguna isabelina, los guías se encargarán de capturarlas con la manga entomológica (cazamariposas) y meterlas en una jaula para que se tranquilicen. Pasado un tiempo prudencial, las bellas isabelinas ya calmadas pueden observarse a placer, incluso posadas en la mano. Ahí es cuando los incrédulos ojos del privilegiado observador toman consciencia real del verdadero tamaño de la mariposa. También cuando el hechizo de su belleza hace mella.

Las isabelinas viven a una altitud entre 800-1.500 metros y los adultos comienzan a volar en ese corto intervalo de tiempo (mediados de mayo a mediados de junio dependiendo del año) primero los que viven en las cotas más bajas y finalmente los de los pinares situados a mayor altura.