Reserva de la Biosfera Os Ancares Lucenses y Montes de Cervantes, Navia y Becerreá
Entre pallozas y cumbres glaciares se encuentran estas montañas orientales gallegas que albergan una diversidad de extraordinaria importancia. Especialmente en lo referente a algunos de sus hábitats, como los asociados a cumbres y turberas. Escarpados valles fluviales y montañas de suaves perfiles en las que se asientan un puñado de aldeas poco pobladas. La vida transcurre despacio en esta reserva de la biosfera lucense declarada en 2006.
Las sierras orientales de Galicia siempre se han caracterizado por su soledad y aislamiento. La vida no es sencilla en estos relieves y la presencia humana no ha sido nunca intensa, ni siquiera numerosa. Fruto de ello son los paisajes escasamente humanizados, caracterizados por el uso agrario, ganadero y forestal por parte de una población escasa que ha mantenido una interesante etnografía y elementos culturales como los hórreos, los cortines, las ouriceiras, los sequeiros y especialmente las pallozas. Hasta hace bien poco aquí se ha vivido como se ha hecho siempre. Las pallozas, construcciones de planta circular o elíptica con techumbre de paja de centeno, han sido compartidas por ganado y habitantes hasta los años 70. Era, entre otras cosas, la calefacción de la época.
Un paseo por la aldea de Piornedo, en la parte alta de los Ancares, es aún un salto en el tiempo. Perderse entre sus hórreos y pallozas (alguna convertida en museo de recomendable visita) es transportarse siglos atrás. Como reza la fuente a la entrada del pueblo, junto a un peto de ánimas, sus vecinos lo tenían claro en 1787: “Viva Piornedo”.
Piornedo no es la única población con estos elementos patrimoniales, pero si la capital de las pallozas en los Ancares lucenses. Esta reserva de la biosfera de 53.664 ha que se extienden por los municipios de Cervantes, Navia de Suarna y Becerreá, en la provincia de Lugo, cuenta con un buen número pallozas catalogadas. Sin duda una postal que llevarse de recuerdo a casa. Mientras eso llega puedes disfrutar de esa imagen 360 VR.
Los paisajes de Os Ancares lucenses y el resto de estos montes se caracterizan por zonas medias y altas (que casi llegan a los 2.000 metros de altitud) de formas suaves. Es en los fondos de valle asociados a los cursos fluviales (Navia, Rao y Ser) donde los relieves se vuelven más escarpados y aflora la roca. Entre las cimas y las cotas más bajas distan 1.600 metros de desnivel. Las cumbres también dejan ver en canchales y algunas cimas la fuerza glaciar que las originó. Unas cumbres que albergan los hábitats subalpinos más occidentales del continente europeo.
Se reconocen 35 hábitats de interés comunitario de los cuales 10 son prioritarios. Incluye varias especies de flora de gran importancia, con varios endemismos asociados a las turberas de cobertor. Estas montañas son territorio de ungulados salvajes como el corzo o el rebeco y el hogar de varias manadas de lobos. El oso se deja ver cada vez con mayor asiduidad. La presencia de estas grandes especies del vértice de la pirámide trófica, dicen mucho sobre la calidad de los ecosistemas y bien conservada diversidad.
Rincones singulares
Son varios los rincones de imprescindible visita repartidos por este terreno que ocupa el 6% de la provincia de Lugo. Los que más me sorprenden están ligados a las cumbres y los bosques. Una estrecha carretera asciende hasta el paso del puerto de Ancares, recientemente reconocido como perteneciente a Galicia (2017) en una disputa territorial que viene de lejos con la vecina provincia leonesa. Cualquiera de las rutas senderistas que transitan las cumbres son el mejor pasaporte para conocer esos hábitats subalpinos de gran interés (Mustallar, Tres Bispos, etc.).
Más abajo, por debajo de la línea de brezales secos y piornales, crecen bosques que sin duda se pueden encuadrar en cualquier lista de rincones singulares gallegos. En las masas forestales más habituales crecen robles, castaños, abedules, acebos, tejos, serbales de cazadores, etc. pero también otras especies menos frecuentes en estas latitudes como son el haya o la encina.
El de A Pintinidoira no es un hayedo sin más, se encuentra entre los bosques de haya más occidentales del continente. Pero a pocos kilómetros de Becerreá se localizan un par de enclaves sobresalientes, el encinar de Cruzul y el soto de castaños de Agüeira. No abundan las encinas en Galicia y menos en la provincia de Lugo. Esta joya botánica lo es también por su aspecto mucho más húmedo que el resto de encinares bien conservados. Es un bosque cerrado (de hecho, no hay senderos) cuyo interior es una maraña vegetal que más recuerda a una húmeda laurisilva que a un encinar mediterráneo. La relevancia de estos rincones está protegida como Espacio Natural Cruzul-Agüeira. Para adentrarse entre los castaños centenarios del Souto de Agüeira si existen un par de senderos.
Pero hay un rincón especialmente cautivador. Está en Agüeira y se llama Bosque dos Gobros. Me pareció la puerta de entrada a la Galicia mágica. En un territorio donde dominan especialmente las pizarras es éste un pedacito calizo sin parangón, hechizo puro. Un laberinto formado por pináculos de roca caliza esculpida a su antojo por el agua y tapizados de musgos, helechos y líquenes. En más de una ocasión cuesta discernir qué es roca y qué es vegetación. Una verdadera selva pétrea en una reserva repleta de encantos.