Berrea del Ciervo en Cabañeros
Situación
Ciudad Real
Accesos
El parque nacional Cabañeros pertenece a las provincias de Ciudad Real y Toledo. A Casa Palillos, punto de inicio de la ruta descrita en el reportaje, se accede por el norte desde Las Ventas con Peña Aguilera (Toledo) a través de la CM-403 hasta Pueblonuevo del Bullaque, de donde parte la carretera hacia el Centro de Visitantes Casa Palillos. Aproximadamente 2 h. desde la ciudad de Madrid y 1 h. 15 min. desde Toledo capital.
Por el sur se accede desde Ciudad Real por la CM-412 hasta Porzuna y de aquí por la CM-403 hasta Pueblonuevo del Bullaque. Desde Ciudad Real aproximadamente 55 minutos.
Highlights
Ciervo europeo, buitre negro, águila imperial o nutria son algunos de sus principales representantes faunísticos, pero destaca por albergar una magnífica representación de Bosque Mediterráneo bien conservado.
Cuando
La berrea en Cabañeros tiene lugar, dependiendo de las lluvias, en la segunda quincena de septiembre y dura aproximadamente unas 3 semanas. La lluvia puede adelantar el inicio de la época reproductora y la sequía retrasarla alguna semana. Tal y como se detalla en el reportaje, este periodo cambia en otras zonas de la península Ibérica.
Consejos
Para disfrutar del espectáculo de la berrea en el interior del parque nacional de Cabañeros es preciso reservar con antelación en Visitas Cabañeros, única empresa concesionaria autorizada para realizar visitas guiadas en 4×4 en zonas de acceso restringido, como son las rañas del interior del parque, donde tiene lugar la berrea. Actualmente se realizan excursiones guiadas en 4×4 en 4 rutas del parque. Todas de 3 horas de duración.
Recomendamos reservar cuanto antes, pues es una actividad con mucha demanda.
El precio general es de 23 euros/persona para los adultos y 18 euros los niños (0-10 años). Tel 926 77 53 84
La Raña de Cabañeros es sin duda uno de los mejores lugares de la Península Ibérica para ver y oír la berrea del ciervo. Gracias a las visitas guiadas en 4×4 podemos penetrar en el corazón de la dehesa de Cabañeros para disfrutar de uno de los grandes espectáculos de la naturaleza europea.
Ha caído un poco el calor de la tarde. El sonido que todos estábamos esperando por fin rasga el silencio de la raña. Es un bramido profundo, largo, al que siguen otros sonidos más cortos a modo de jadeo gutural. El sonido se repite pocos segundos después en el horizonte. Muy pronto para un segundo berrido por parte del mismo ejemplar pero demasiado tiempo para ser el eco. Es la respuesta de otro gran macho que dice aquí estoy y este territorio con sus hembras también me interesan. Las caras de satisfacción de todos los que integramos el grupo de visitantes esta tarde lo dice todo. Empieza el concierto de la dehesa. Comienza la demostración de seducción y territorialidad a partes iguales que hemos venido a disfrutar. Pero la experiencia de la berrea del ciervo comienza casi un par de horas antes, cuando el sol todavía hace notar su presencia en forma de altas temperaturas. El calor y la berrea no se llevan bien pero sin duda el astro rey posibilita otro de esos momentos que no se olvidan: el atardecer en las rañas de Cabañeros. Pero eso será más tarde…
La visita
Poco a poco los integrantes del grupo de afortunados ecoturistas que hoy viviremos la experiencia de la berrea del ciervo nos vamos reuniendo en el punto de encuentro, en el aparcamiento del Centro de Visitantes de Casa Palillos. Enseguida aparece puntual el vehículo de Visita Cabañeros, nuestro anfitrión. Muchos años de experiencia en Ecodestinos y Aventuras Cabañeros (empresas concesionarias de Visita Cabañeros para las rutas en 4×4) y un gran bagaje de ambas empresas asociadas al Club de Ecoturismo en España son garantía de que vamos a vivir momentos inolvidables esta tarde, como así fue.
Una vez formado el grupo al completo, cruzamos la barrera de acceso al parque nacional mientras la sensación de hollar un jardín secreto nos invade. Solo con empresas acreditadas se puede entrar a una zona de acceso restringido como esta. Ante nuestros ojos la Raña del Peral y al fondo las siluetas montañosas de la Sierra del Chorito y a la izquierda el Puntal del Rostro y su cercana Raña de Santiago, rincones privilegiados de los Montes de Toledo que alejaron definitivamente el fantasma del campo de tiro al declararse parque natural en 1988 (un año después de anunciarse el futuro terreno de maniobras militares), y parque nacional en 1995. No es la única raña ni son los únicos montes que engloba el parque, ni mucho menos, pero si una de las mejores zonas para disfrutar de la berrea. Otras zonas para berrea mediante salidas guiadas en 4×4 en Cabañeros son las que parten de Horcajo de los Montes, Alcoba y Retuerta del Bullaque.
El paisaje, tantas veces comparado con la sabana africana, conquista desde el primer instante. De momento alcanzamos a ver los primeros ciervos tranquilos, buscando la sombra de las encinas que en este particular Serengeti hacen las veces de acacias paraguas. Y puestos a pensar en felinos… en esta primera parte del recorrido las sensaciones son diferentes a otras veces tras el regreso del lince ibérico al que fue su hogar hace 50 años, gracias al proyecto de reintroducción llevado a cabo por el parque, el organismo autónomo parques nacionales y el gobierno de Castilla-La Mancha en febrero de 2019.
La presencia de rapaces como águilas culebreras o calzadas nos va metiendo en harina. Una rueda de buitres, en la que distinguimos un buen número de buitres negros entre los leonados, nos recuerda también que este parque nacional alberga la segunda mayor colonia de buitre negro del continente europeo (tras Monfragüe). 239 parejas reproductoras en el censo de 2018 marcan registros históricos; 23 parejas más que el año anterior.
Aperitivo etnográfico en Anchurones y el Brezoso
Llegamos a las casas del poblado de Anchurones, donde había un molino de aceite, y muy cerca encontramos uno de los chozos o cabañas de pastores y carboneros que dan nombre al parque nacional. Estamos en un bosque mediterráneo más cerrado, bien conservado, donde crecen encinas y alcornoques junto al jaral-brezal tapizando la ladera de estas montañas. Existen perales silvestres y abunda el madroño. A medida que nos alejamos de la falda montañosa, en la llanura el bosque se aclara para dar paso a la dehesa de encinas y alcornoques que aquí se conoce como raña. En la ladera de la Sierra del Chorito podemos ver algunas pedreras, tan características de los Montes de Toledo.
Tras algunas breves paradas interpretativas, llegamos al comienzo de una senda. Esta visita combina la ruta en 4×4 con un corto sendero para conocer más de cerca el bosque mediterráneo, así que nada mejor que dar un paseo junto al Arroyo de Brezoso por el robledal de fondo de valle rodeado de sauces y brezos, para llegar enseguida al Molino del Brezoso.
Se trata de un molino hidráulico del siglo XVI, rehabilitado y actualmente equipado como centro de interpretación con una interesante exposición sobre el funcionamiento de este molino de agua harinero.
En esta primera parte de la visita, más etnográfica, la toma de contacto ha servido también para dejar que el sol pierda intensidad y los ciervos, de hábitos fundamentalmente crepusculares y más nocturnos que diurnos, se animen. Estamos en uno de los mejores lugares de la Península Ibérica para ver y escuchar la berrea y en el momento justo, así que es hora de centrarnos en ella. Nos cuenta el guía intérprete que estos días andan los ciervos con los ánimos revueltos. Aunque escasas, las primeras lluvias se han encargado de disparar las hormonas y el celo está enfilando sus días más espectaculares. Cruzamos los dedos y allá vamos.
La berrea
El bosque se va aclarando hasta dar vista con nitidez a la linde entre éste y la raña. Aprovechando la presencia de un muro de piedra, bajamos del vehículo para colocar trípodes y tener los primeros contactos con los ciervos. Están cerca, a lo suyo, algunos todavía echados en tierra, a la sombra, y otros dando los primeros paseos vespertinos. No muy lejos un gran macho se encuentra rodeado de hembras con crías. Disfrutamos con estas imágenes a la espera de que ese primer berrido rompa la tranquilidad acústica del ambiente manchego. No se hace esperar mucho y un segundo macho, con grandes cuernas, que no habíamos detectado en un primer momento oculto por las encinas, entra en escena por nuestra parte derecha. Él se encarga de deleitar nuestros oídos con ese primer berrido. La cosa se anima.
La berrea del ciervo europeo o ciervo rojo se produce cada año al final del verano y con los primeros días de la entrada del otoño. La segunda mitad de septiembre es la mejor época para observarla aunque puede oscilar alguna semana en función de las lluvias. La llegada de las lluvias puede adelantarla y su ausencia retrasarla semana arriba o semana abajo. En la Península Ibérica existen diferentes lugares de reputada fama para disfrutar del espectáculo visual y sonoro del bosque mediterráneo, si bien hay que tener en cuenta que este periodo puede retrasarse algo en latitudes más septentrionales y en zonas más altas. Cabañeros y mediados de septiembre es un maridaje insuperable.
La berrea es el periodo reproductor de la especie, y se conoce con este nombre por el sonido gutural que emiten incesantemente los machos adultos (a partir de 5-6 años) para atraer a las hembras y para expulsar a otros machos rivales de los mejores territorios para la alimentación. Las ciervas permanecen con las crías del año anterior campando por la dehesa en busca precisamente de eso, del mejor terreno para alimentarse. Ofrecérselo de forma segura es tarea del macho, que se hará así con su harén de hembras para reproducirse. Las pocas semanas (2-4) que dura la berrea, los machos no comen, solo braman y defienden activamente su parcela y su harén. Desde el atardecer hasta el amanecer. Extenuante y, en ocasiones, con trágico final para algunos, especialmente los más viejos (a partir de los 9-10 años de vida. Los machos no viven más de 12-13 años en condiciones naturales mientras que las hembras rondan los 20). En el sur de España, este comportamiento territorial parece más acusado pues al final del verano, son menores las buenas zonas de alimentación y mayor la búsqueda de estos lugares por parte de las hembras. Es el particular juego del “Rey de la Montaña” en el mundo de los cérvidos.
Los berridos ponen la banda sonora al monte mediterráneo en esta época y cada vez más, atraen, además de a las ciervas, a visitantes que, como yo, quieren vivir en primera persona uno de los grandes espectáculos naturales de la naturaleza ibérica.
En el corazón del espectáculo
Tras la primera parada a pie de dehesa, el guía nos indica que es momento de adentrarse más en la gran raña de Cabañeros, en busca de otros grupos. Accedemos complacientes a sus indicaciones. Desde el vehículo nos abrimos paso en este encinar aclarado, donde crece la hierba amarillenta, síntoma del final del estío. A izquierda y derecha se suceden las manadas de ciervos, que también cruzan la pista a la carrera unas decenas de metros delante del vehículo. El sol sigue cayendo de forma inversamente proporcional a la actividad de los animales. Cada vez que llegamos a la altura de un macho de buen tamaño detenemos el vehículo para escuchar su poderío. Diferentes estudios apuntan a que el número de bramidos emitidos por un mismo ejemplar en un corto periodo de tiempo está relacionado con dos cosas: con estimular el adelanto del celo en las hembras, y con el poderío a la hora de ganar las peleas. Un número alto de bramidos de forma repetida puede ser captado por otros machos como señal de la gran fortaleza de su emisor y disuadirles de entrar en un combate perdedor… o no, si están convencidos de sus propias posibilidades.
Más adelante volvemos a bajar del vehículo hasta en un par de ocasiones más. Las carreras se suceden; unas veces las del macho olisqueando a las hembras receptivas, otras las de un macho persiguiendo a otro para expulsarlo. El acoso a la hembra parece tener también la función de cohesión del harén al buscar ésta la compañía del resto de ciervas. En el caso de dos machos, no es raro contemplar cómo las peleas van a más y no dudan en entrechocar sus cuernas para demostrar al otro quién manda. Luchan por el mejor territorio con comida y garantizar así a “sus” hembras, quién posee el mejor hogar para ellas y su descendencia. Una vez convencidas de que en ese territorio tendrán la despensa llena, se observan las breves cópulas. El ciervo es un ungulado poligínico, de forma que el macho intentará copular con el mayor número de hembras posible. El embarazo durará hasta la primavera avanzada, generalmente en mayo, cuando la disponibilidad de recursos alimenticios es mayor y nacerá una única cría.
Embelesados por el sonido de la raña, el sol se prepara para despedir el día como merece, con un atardecer que de nuevo trae a la mente el recuerdo de los safaris africanos en plena sabana. El cielo comienza a adquirir diferentes coloraciones y tonalidades. Buscamos las siluetas recortadas con la cálida puesta de sol a la par que comprobamos cómo con las últimas luces del día, el concierto de berridos gana en intensidad y cada vez cuenta con más protagonistas. Con pena la experiencia toca a su fin, es hora de salir del parque poniendo punto y final a un cúmulo de sensaciones difíciles de olvidar y dando paso a que la complicidad de la noche deje hacer al ciclo biológico de nuestro gran cérvido ibérico.