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Menorca sostenible

16/03/2020 Autor: Alfonso Polvorinos
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Un recorrido por tres espectaculares enclaves del norte de la isla para conocer actuaciones realizadas gracias al Impuesto del Turismo Sostenible

Esta bella isla balear siempre ha sido uno de mis lugares predilectos. Hace más de 30 años que la pisé por primera vez y me sedujo al instante, envolviéndome pronto en ese ambiente de calma que lo conquista todo. Llegué sin conocer apenas nada del destino y me di cuenta rápido de que era un lugar diferente: su esencia eminentemente rural, sus monumentos megalíticos, la enorme variedad de su litoral –tan diferente el norte del sur- sus playas, los productos locales… Regresé en varias ocasiones en los años posteriores para recorrerla a fondo, con tiempo para disfrutar de algo que no pude en aquellas primeras visitas: el Camí de Cavalls, de adentrarme en rincones que a veces no conocían ni los propios isleños. Y regresé el pasado mes de febrero, unos 20 años después de mi último viaje. Tuve rápidamente la sensación de que, en esencia, nada había cambiado. Eso es para mí un buen ejemplo del concepto Sostenibilidad.

Las Islas Baleares han sido pioneras en la protección de la Posidonia oceanica.
Tramo del Camí de Cavalls rehabilitado con técnica de piedra en seco.

Y esta visita me ha demostrado que los habitantes locales siguen teniendo muy claro –como ya me pareció en aquellos primeros viajes a una incipiente reserva de biosfera- que la naturaleza bien cuidada y bien gestionada es básica en su modo de vida. Chapeau.

Aquella reserva de biosfera va camino de cumplir 27 años y mucho se ha de estar haciendo bien cuando tras tantos años sometidos al rodillo turístico, este destino mediterráneo se sigue identificando con Calidad. Hoy las nuevas generaciones de menorquines siguen disfrutando de unos recursos naturales, sociales y económicos envidiables. Lo dicho, sostenibilidad. ¿Y en cuestiones de ecoturismo?

Navegando por las cristalinas aguas de Es Grau.

El Impuesto del Turismo Sostenible (ITS)

El turismo de naturaleza bien practicado pasa, cuanto menos, por cumplir con la definición del término recogida en la Declaración de Ecoturismo de Daimiel (noviembre 2016): “El ecoturismo es el viaje a un área natural para conocerla, interpretarla, disfrutarla y recorrerla, al tiempo que se aprecia y contribuye de forma práctica a su conservación, sin generar impactos sobre el medio y repercutiendo positivamente en la población local”.

Desde el 1 de julio de 2016 todas las pernoctaciones en alojamientos turísticos de las Islas Baleares tienen un Impuesto del Turismo Sostenible (ITS), lo que permite crear un fondo económico con estos tributos a la estancia turística que ha de invertirse en acciones vinculadas con el desarrollo y protección medioambiental y con el turismo sostenible, es decir,  estas aportaciones se invierten en desarrollar proyectos destinados a compensar el impacto territorial y medioambiental del turismo en Baleares. Ecoturismo bien practicado. Y se hace a través de proyectos seleccionados por la Comisión de Impulso del Turismo Sostenible de las Islas Baleares. La tasa es variable en función de la temporada turística en la que se realiza la pernoctación y del tipo y categoría del establecimiento, pero oscila entre 0,25 euros y 4 euros por persona mayor de 16 años/día. En esta web oficial puedes informarte a fondo sobre esta loable iniciativa y consultar los proyectos que, como podrás comprobar, son enormemente variados: desde la construcción de un centro de interpretación, a la rehabilitación de patrimonio cultural, control de especies invasoras, explotaciones tradicionales o movilidad eléctrica, por citar solo algunos ejemplos.

A través de este reportaje os propongo la visita a tres puntos espectaculares de la costa norte de la isla a la par que os quiero presentar algunos ejemplos de esta Menorca Sostenible, algunas actuaciones financiadas gracias al Impuesto del Turismo Sostenible: actuaciones de gestión y recuperación en el Camí de Cavalls, rehabilitación de la torre de defensa de Sanitja y cartografía de la Posidonia oceánica de las Islas Baleares (Atlas Submarino).

El Camí de Cavalls a su paso por la espectacular Cala Pilar.

Actuaciones de gestión y recuperación en el Camí de Cavalls

Durante la época de dominación francesa (1756-1763), las tropas galas crearon con fines militares un camino por todo el perímetro litoral. Es el Camí de Cavalls o Camino de Caballos. En la actualidad, este camino de uso público supone una de las mejores formas de disfrutar de la naturaleza costera menorquina. Debido a su uso con fines turísticos y de esparcimiento, algunos tramos de su trazado se han visto especialmente afectados por la erosión. Gracias a este proyecto se están recuperando y adecuando mediante la técnica tradicional de piedra en seco y se ha contado para ello con la colaboración de la Unidad de Piedra en Seco del Consejo de Mallorca.

Técnica tradicional de Piedra en Seco.
Operarios trabajando la técnica de Piedra en Seco en el Camí de Cavalls en Cala Pilar.

Mediante estas dificultosas técnicas de piedra en seco se están recuperando empedrados ya existentes y, en los puntos de prioridad alta, usando en la formación de cortes de agua, peldaños y nuevos empedrados. Algunas de las zonas donde se han realizado o se están realizando (hasta diciembre de 2020, cuando finaliza el proyecto) estas actuaciones son por ejemplo Cala San Esteban o Cala Pilar. El arte de la piedra en seco es Patrimonio Mundial Cultural Inmaterial de la UNESCO desde finales de 2018. Y como curiosidad comentaros que la primera actuación de recuperación de camino mediante esta técnica se realizó –aunque fuera del Camí de Cavalls- en el Pas d’ en Revull (Barranco de Algendar).

Rehabilitación de la torre de defensa de Sanitja

El tramo costero de la Reserva Marina del Norte de Menorca es de especial belleza. Allí, en la zona de Cavallería –uno de los puntos más célebres del norte de la isla- se encuentra la bahía de Sanitja con su puerto natural ligado a la historia menorquina por la seguridad y el buen resguardo que ofrece. Lugar histórico clave como demuestran sus yacimientos arqueológicos (Sanisera romana).

Puerto de Sanitja.

Durante el siglo XVIII Menorca pasó por tres periodos de dominación británica separados por la breve presencia de siete años de los franceses y la reincorporación de la corona española. Gestadas a finales del XVII y construidas en su mayoría a comienzos del siglo XIX, los ingleses construyeron una línea de 14 torres defensivas en puntos estratégicos del litoral. Alguna de estas torres ya ha sido recuperada (Fornells) y otras como la de Sanitja –ambas en la Reserva Marina del Norte de Menorca- se encuentran en proceso de recuperación. Gracias al Impuesto del Turismo Sostenible, un proyecto va a permitir la restauración, consolidación y limpieza de la Torre de Sanitja. Antes de su intervención, os llamará la atención, como a mi, la notable diferencia de deterioro entre la cara norte –en perfecto estado- y la cara sur de la edificación como me apunta el arquitecto encargado del proyecto. Esta actuación permitirá rehabilitar un elemento de importancia en el patrimonio histórico y cultural del norte de la isla que es además referente visual en el Camí de Cavalls.

Cara sur de la Torre de Sanitja, donde se aprecia el mayor deterioro.
La fachada norte de la torre se conserva en muy buen estado.
Revisando los planos de rehabilitación con el arquitecto del proyecto.

Atlas Submarino. Cartografía de la Posidonia oceánica de las Islas Baleares.

Las calas de Menorca son sin duda el mayor atractivo turístico de la isla. Personalmente, pocos paisajes me producen tanta relajación como estas calas, sus dunas, sus acantilados cubiertos de pinos, sus aguas cristalinas de colores variables a cada cual más espectacular. La diferente geología del norte y sur de la isla aportan también la nota de color fuera del agua, en playas con arenas que van desde un blanco cegador hasta el naranja o el rojo. ¿Y en el agua? Pues ahí tienen un elemento común responsable directo de su enorme calidad ambiental: la Posidonia oceánica. Esta planta fanerógama marina es abundante en las Islas Baleares (650 kilómetros cuadrados que representan más de la mitad de las praderas inventariadas en la costa española), donde se encuentran las mejores poblaciones del Mediterráneo, y es especialmente sensible a la presión antrópica derivada de los usos y actividad humana.

En pocos meses estará disponible el Atlas Submarino de las Islas Baleares, con la Posidonia oceánica como especie vertebral.
Arrecife de Posidonia.

Baleares ha sido pionera en la regulación integral de esta especie endémica mediterránea y su hábitat; en regular los usos mediante Decreto (prohibición de la pesca de arrastre, de la extracción de áridos, del vertido de materiales dragados y el fondeo incontrolado, así como regular el uso de los restos de posidonia muerta). Para ello es preciso cartografiar su presencia en las diferentes islas de las Baleares y en 2018 se puso en marcha el proyecto financiado con fondos ITS que permitirá, a lo largo de este año, disponer del Atlas Submarino con la cartografía de la Posidonia oceánica de las Islas Baleares. Información actualizada y detallada de las praderas de Posidonia (mediante técnicas combinadas de fotos aéreas, sondas de barrido y robots submarinos), conocer la evolución de su crecimiento, etc. y disponer de una APP que permita al usuario conocer, por ejemplo, si se encuentra en una zona permitida para el fondeo de embarcaciones.

Restos de Posidonia muerta. Su uso está regulado en Baleares para proteger a la especie.
Baleares posee 650 kilómetros cuadrados de Posidonia oceánica, más de la mitad de las praderas inventariadas en España. Foto: Pere Massó.

Para la realización de este reportaje, gracias a la colaboración de la Agència d’Estratègia Turística de les Illes Balears, la Reserva de Biosfera Menorca y la Direcció General d’Espàis Naturals i Biodiversitat -y en compañía de la empresa local Jeep Safari Menorca-, tuve la fortuna de embarcarme junto a responsables de estas instituciones y de personal del Parque Natural S’Albufera de Es Grau para conocer de primera mano cómo se realiza el trabajo de campo. Descubrí de paso la belleza del litoral próximo a Es Grau y aprendí sobre el terreno diversas cosas sobre la Posidonia, como por ejemplo que aquí crece formando arrecifes. Algo que desconocía y que me sorprendió realmente.

Conociendo de primera mano los arrecifes de Posidonia.
Técnico de la Direcció General d’Espàis Naturals i Biodiversitat observando el estado del arrecife.
La posidonia crece en fondos desde 0 hasta 35 metros de profundidad. Algo más en el parque nacional marítimo-terrestre del Archipiélago de Cabrera.

Una consecuencia ecoturística inmediata de esta cartografía es que tendrá carácter oficial, algo imprescindible a la hora por ejemplo de sancionar a embarcaciones por sus malas prácticas de fondeo.

Las manchas de posidonia crecen en vertical formando arrecifes y llega a asomar algunos centímetros fuera del agua.
Posidonia oceánica colonizando arrecife.

Y ya desde tierra, antes de regresar a casa, me acerco a conocer otro tramo costero, en este caso al suroeste de la isla. Sin prisa, apuro la tarde para despedir el día apostado en el acantilado, a punto de disfrutar de una mágica puesta de sol mientras mi mirada perdida en el azul del mar diferencia los distintos tonos del agua. Son las “manchas” de praderas de posidonia, que ahora interpreto de forma más completa…

Praderas de Posidonia en el sur de Menorca.
Despidiendo el día con el sol entre la costa de Menorca -derecha- y Mallorca.

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