Espacios Naturales

S’Albufera des Grau. Menorca

02/08/2021 Autor: Alfonso Polvorinos
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Situación

Menorca

Al noreste de Menorca existe un lugar que no puedes dejar de visitar. Cita ineludible con la mejor naturaleza en una isla que es todo naturaleza. Un parque natural marítimo-terrestre con diversidad de ambientes que aguarda al visitante como uno de los mejores enclaves para la observación de aves -asociadas fundamentalmente al humedal y al acebuchal- y con envidiables fondos marinos en el reino de la posidonia.

Ardeidas en s’Albufera

S’Albufera des Grau es la principal zona húmeda de Menorca. El parque natural ocupar algo más de 5.000 ha dominadas en su parte terrestre por el acebuchal y sistemas agropecuarios compuestos por campos de pasto extensivo de ganado bovino y ovino, terrenos para el forraje y campos en barbecho. En la zona costera sobresalen las dunas, playas y pequeños acantilados que se funden con el Mediterráneo en una zona marina de gran importancia salpicada de islotes.

Es Grau es todo un símbolo natural en la isla pues representa el triunfo de la protección de la naturaleza frente a la presión urbanística en un tramo de gran belleza y muy próximo a Mahón. La culminación de este éxito en la lucha contra el ladrillo se produjo en mayo de 1995 con su declaración como Parque Natural. Sus límites fueron ampliados en 2003. Por este simbolismo, pero sin duda por la alta biodiversidad que atesora, s’Albufera des Grau es el corazón verde de Menorca y el núcleo de la reserva de la biosfera.

Posidonia en arrecife en la Cala Tamarells del sud.
S’Albufera des Grau es uno de los mejores enclaves en Baleares para la observación de aves.

¿Qué visitar en el parque natural s’Albufera des Grau?

Además del sendero por excelencia de Menorca, el Camí de Cavalls, y la zona del Cabo de Favàritx y su fotogénico faro (acceso regulado entre junio y octubre), el uso público del parque se concentra en las inmediaciones de la laguna, su conexión con el mar en la playa des Grau y las pequeñas calas próximas (Vidrier, Tamarells y sa Torreta). Y para ello cuenta con una red de senderos, miradores y observatorios ornitológicos perfectamente acondicionados. Itinerario de Sa Gola (color azul; 2,2 km. accesible), itinerario Santa Madrona (verde; 2,8 km), ruta al mirador de Cala Llimpa (rojo; 1,7 km). El trabajo del visitante es tener que elegir el que más se adapte a sus gustos y necesidades y créeme que será complicado escoger…

El parque cuenta con uso público muy bien señalizado para disfrutar la visita.

Mi primer acercamiento al parque, hace ya unos cuantos años, fue caminando. Siguiendo el hipnotizador trazado del Camí de Cavalls descubrí s’Albufera desde la costa, cruzando de cala en cala ante un mar turquesa como pocos y que grabó en mi subconsciente un objetivo: “Alfonso, tienes que volver”.

Isla de Colom.

Y regresé. En más de una ocasión por fortuna. Aquella primera vez acababa de ser declarado parque natural, lo que reforzaba mi idea de retornar a conocerlo con más calma. En mi última visita, el año pasado, llegué a este paraíso balear con el ánimo de dedicar un par de jornadas a s’Albufera des Grau para volver a cumplir aquel objetivo personal y terminar de escudriñar el par de senderos que me faltaban. A esto ayuda las pequeñas dimensiones de la laguna y el corto kilometraje de sus sendas circundantes. Prismáticos en mano y cámara en ristre, una vez más disfrutando de las esperas en los diferentes observatorios, parapetado tras las barreras de madera que se sitúan estratégicamente en algunos puntos de paso con el fin de ver sin ser visto… y así pasan las horas sin darte cuenta hasta la caída del sol. En esos momentos las verdes laderas de la laguna se tornan doradas fruto del barniz naranja que el astro rey extiende por el horizonte. El aire limpio y nítido como al amanecer. Las aves apuran su actividad en el mejor momento de la tarde… Perfecto para seguir pegado a los prismáticos.

Al atardecer la laguna adquiere preciosas tonalidades.
Puerta con madera de acebuche en el acceso del km.6 de la carretera Mahón-Es Grau.

A los principales puntos podéis acceder de forma sencilla desde Es Grau a la playa y el canal de Sa Gola, también a la parte oriental de la laguna desde el km. 6 de la carretera Me5 de Mahón a Es Grau cruzando por cierto una de las famosas puertas de madera de Menorca. Estas puertas son un bien cultural y, aunque ésta se flanquea por su derecha sin necesidad de abrirla, recuerda que aquella que te cruces en cualquier sendero debes dejarla cerrada. ¡Ah!, otra cosa, están hechas con madera de acebuche, protagonista forestal de s’Albufera.

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Somormujo lavanco.

Y también, desde el final de la carretera que parte en el km. 3,5 de la carretera Me5 de Mahón a Es Grau y lleva al Centro de Visitantes del parque. Recomiendo este acceso por la oportunidad que brinda la interesante información del centro de recepción e interpretación Rodríguez i Femenias.

Fochas en s’Albufera.

La laguna

La Albufera de Es Grau es una laguna de 70 ha de extensión con una profundidad máxima de 3 metros que ocupa una cubeta con materiales del Carbonífero, formada hace 200 millones de años. Alberga interesantes plantas acuáticas como Ruppia cirrhosa y Potamogeton pectinatus que juegan un papel importante para la presencia de numerosas aves acuáticas por constituir su fuente de alimento, y dan cobijo a los peces que hacen las delicias del águila pescadora. Entre las aves destacan las anátidas y la presencia de cormoranes moñudos y varias especies de garzas, láridos, etc. Las fochas llegan a formar buenas concentraciones y los paseriformes están nutridamente representados.

Laguna principal del parque
S’Albufera cuenta con diferentes observatorios ornitológicos.

Las orillas de la laguna y los terrenos circundantes están dominados por el bosque de acebuches, que crecen formando densos acebuchales o algo más abiertos acompañados por plantas características de su sotobosque como el lentisco, el falso aladierno, el labiérnago, la lechetrezna, la aliaga, el belcho, etc. Además de los olivos silvestres en el parque crecen las encinas en zonas con mayor humedad, en lugares que no dejan de ser pequeños rodales.

Existen varias barreras para observar sin ser visto, como esta pantalla de Ses Fonts.
El itinerario de Santa Madrona es el mejor para la observación de aves.
Acebuches en las orillas de s'Albufera.
Lavandera blanca
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Posidonia oceanica.
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Conjuntamente con la laguna permanente, en el parque hay dispersas otras balsas de agua estacionales como por ejemplo la que se forma en el Cabo de Favàritx.

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Faro en el Cabo de Favàritx.
Posidonia en Cala Tamarells del Nord.

Por el litoral

En los acantilados crecen formaciones vegetales conocidas como socarrells, plantas espinosas que adoptan porte achaparrado -cojín- como adaptación al viento y a la salpicadura del mar en los días de mala mar. Nos son plantas cualquiera sino comunidades pródigas en endemismos. Huelga decir que es importante no abandonar el sendero litoral para no dañarlas.

Sa Torreta.

Un mar de cristal

El Mediterráneo alberga sin duda calas y rincones de aguas envidiables que bien merecen catalogarse como de cristal, pero tengo claro que este pedacito de costa es cristal de Murano donde la artesanía sobre el vidrio la realiza la posidonia.

La retirada de posidonia de las playas está regulada. Realiza una importante función protectora del arenal.

Gracias a la impagable labor de la Posidonia oceanica, el agua tiene la transparencia que tiene. Especie apical del ecosistema, cuna de la biodiversidad existente en los ambientes marinos donde crece entre 0-35 metros de profundidad. Pero incluso muerta y acumulada en la orilla de la playa, tiene su función de protección del arenal frente al oleaje (de ahí que la encuentres en muchas playas baleares). Y es que la importancia ambiental de la posidonia, que crece generalmente desarrollando praderas pero que en algunas zonas también lo hace formando un arrecife, es sobresaliente. Incluso llega a asomar unos centímetros fuera del agua en algunas épocas concretas y determinados momentos del día. Sobre la posidonia tuve ocasión de aprender sobre el terreno de la mano de los técnicos del parque precisamente en aquella última visita para conocer algunos buenos ejemplos de sostenibilidad en la isla.

Isla de Colom.

Frente a este mar de cristal emergen diferentes islotes. La mayor es la isla de Colom (illa d’en Colom) que domina el campo visual durante el tramo del Camí de Cavalls a su paso por el tramo costero desde la población de Es Grau hasta la Cala de Sa Torreta. El brazo de agua entre la costa y la isla es especialmente cristalino. Aquel que me conquistó hace más de dos décadas.

Posidonia en arrecife.

La isla de Colom y otros de los mencionados islotes cuentan con un habitante muy particular. Se trata de la lagartija balear, un vecino que hasta hace años habitaba la isla principal, al igual que la de Mallorca, pero cuya presencia ha quedado recluida a los islotes e islas secundarias de las dos mayores de las Baleares. Aquí subsiste y con buenas densidades. La isla de Colom es una de las cinco zonas de reserva dentro del parque natural.

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Lagartija balear.

Como curiosidad comentar que en 1999 se descubrió la presencia de lagartija balear en el islote d’en Mei, el único islote interior (está en medio de la laguna de s’Albufera) de las islas Baleares en el que vive una población de este reptil.

Pero la reina mediterránea, la posidonia, no está sola. En los fondos rocosos crecen algas y en las calas someras, comunidades de Zoostera y Cymodocea cuya escasez en el Mediterráneo enaltece aún más la biodiversidad local.

Itinerario azul Sa Gola.

Patrimonio cultural en s’Albufera son las citadas puertas de acebuche, las casas tradicionales (cases de lloc), las paredes de piedra en seco, o la torre de la línea defensiva perimetral insular levantadas por los ingleses. De la presencia humana en el parque tiempo atrás dejan constancia diferentes restos talayóticos. Fuera del espacio natural, pero muy cerca, queda el yacimiento talayótico de Trepucó, que puedes disfrutar en la siguiente imagen VR en 360.

Sin nada que envidiar a su hermana mayor en la vecina isla de Mallorca, el parque natural s’Albufera des Grau es la cocina de la mejor naturaleza en la menor de las Baleares, el corazón de la Reserva de la Biosfera que late marcando el pulso ecoturístico menorquín. Solo tiene un “peligro”: querrás volver.

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