Experiencias

Águila imperial desde hide en la sierra de Andújar

18/01/2022 Autor: Alfonso Polvorinos
  • Observar aves
  • Paisajes
  • Top
  • video_youtube

En la parte alta de la sierra de Andújar, donde vive el mayor número de parejas de águila imperial de Andalucía, un hide enclavado en un árbol es el escondite perfecto para probar suerte en la observación de la más poderosa de las rapaces ibéricas. Y la tuvimos ¡vaya si la tuvimos! Una mañana gloriosa en la que pudimos disfrutar además con la habitual presencia de otras rapaces.

Se me hace raro lo de los hide. Me gusta, pero se me hace raro. Mal acostumbrado a la generosidad con la que se muestran y observan los animales en África, soy consciente de que en Iberia, salvo encuentro repentino con una determinada especie, para observaciones cercanas hay que recurrir a estos escondites.

La parte positiva es que, cuando el animal acude a comer, se disfruta a placer. Con matices, claro. Hay días que no baja (en el caso de la imperial en este hide aproximadamente un 50% de las ocasiones), hay días que sobrevuela el hide realizando alguna pasada y se marcha, hay días que se acerca y se detiene en el posadero unos instantes para remontar el vuelo y no regresar, hay días que baja a la percha y se lo toma con mucha calma (para deleite del observador). Este que relato fue uno de estos días. Mejor aún, hay días en que baja la pareja de águilas, y ese día lo hizo. Y no solo las imperiales…

No solo las imperiales son visitantes habituales del hide…

Fue el 17 de diciembre de 2021. El día comenzó conmigo en el interior del escondite esperando al alba. Hay quien tuvo menos paciencia que yo y, apenas un minuto después de que Daniel, gerente de la empresa local Naturoots Spain, tras colocar el conejo y las carcasas de pollo, me deseara suerte y cerrara la puerta del hide, un imponente azor se posó en la percha principal, presto y dispuesto a dar buena cuenta del conejo. Se posó como suele hacerlo cuando tiene una presa, extendiendo las alas para ocultar su botín. Vino a reclamar lo que era suyo.

Cruzando los dedos para que el madrugador visitante no devorara todo por completo y me privara así de la presencia de la imperial, en ese momento quedé asombrado por mi primer azor -la más bella de nuestras rapaces forestales- a tan corta distancia y algo contrariado porque no había luz aún para inmortalizar el momento. Quedó solo en mi retina. Hay miradas que no se olvidan. Y la que procede de los ojos de un azor es una de ellas, con ese color de ojos irreal que va desde el amarillo más puro al naranja más perfecto. Con brillo especial y una intensidad de color que solo se entiende si en realidad tuviera unos ojos led.

La actividad comenzó muy pronto con la visita del azor.

Embobado y seducido por esa mirada, que relucía con fuerza entre la penumbra que todavía reinaba esa mañana en este privilegiado alto del parque natural, me sacó de mi ensoñación la llegada de un busardo ratonero que venía a reclamar lo que era suyo. Y lo hizo de forma activa, agresiva, como es característico de esta especie, echando al azor sin dudar. Éste regreso al poco tiempo, pero se posó en una roca cercana, para sustituir la dieta de conejo por la de pollo. A lo único que cede un macho de ratonero es la llegada de una hembra de su especie. Y así fue, otra que llegaba a reclamar lo que era suyo. Señorial, esta aprendiz de águila real en formato incordio, se posó con imitando la magnificencia de una gran rapaz, con la fuerza y decisión de un porte que no le corresponde pero a sabiendas de que tenía la batalla con su congénere ganada. El macho cambió de rama ipso facto, cediendo a su pareja el suculento manjar.

alt="busardo ratonero"
La pareja de ratoneros en acción.

Dobles parejas

La luz ya permitía dejar constancia en la cámara de lo que allí sucedía. Y es ahí cuando llega la pareja del azor para poner ante mis ojos una buena jugada de poker: dobles parejas de ratonero y azor. Pero faltaba la carta ganadora, el as que formaba el repóker ganador. Y no me lo tenía que sacar de la manga, saldría de la sierra que más parejas de imperial alberga en Andalucía.

Entretanto centré mi atención sobre todo en los azores, que pude disfrutar a conciencia. Diferenciar de forma sencilla ambos miembros de la pareja debido a su dimorfismo sexual inverso, como en las imperiales, con las hembras sensiblemente más grandes que los machos. También a diferenciar otros rasgos más sutiles como es el dorso más oscuro y barrado transversal más fino en el vientre del macho y el color dorsal más parduzco de la hembra y el barrado ventral más grueso. Incluso, ventajas de tener a ambos a un palmo de distancia, su característica ceja de la cabeza, mucho más marcada (oscura) en el macho.

Las luces realzando aún más la belleza del azor.

El momento culminante en la observación de los azores fue con la primera luz que les incidió de forma directa mientras estaban posados en un bloque de granito con el fondo aún en sombra. Imposible olvidarlo. El dibujo de barras transversales del pecho y el vientre parecía haber sido hecho con mano experta y el más fino pincel. El iris color yema de huevo pero de esas gallinas criadas en suelo, naturales, al aire libre, resaltaba sobremanera. El buche bien cargado. Absoluta belleza convertida en ave.

La ventaja del busardo ratonero es que ya acude al banquete con el babero puesto, esa franja pectoral tan característica de la especie. Resulta más complicado diferenciar ambos sexos pues es un ave con el plumaje de coloración variable en cada individuo y no presenta en este sentido dimorfismo sexual. Las hembras si son algo más grandes, lo cual pude corroborar al tener a ambos ejemplares a la vista.

La imperial realizando la primer pasada frente al hide.

La gran dama negra de galones blancos

El lagomorfo más solicitado de Andújar, el escándalo de las urracas -otras fieles a este tipo de citas- y el ajetreo incesante de rapaces, llamó la atención de la gran dama ibérica. Una hora y media después de la llegada del primer azor, la poderosa silueta del águila imperial realizaba una primera pasada sobre el hide. Se hizo el silencio, la calma se adueñó de todo. En el interior del escondite también imperaba el silencio, el de mi alegría contenida, mi felicidad muda. Las valientes urracas salieron pitando (y piando) en busca de la protección de un arbusto cercano y no quedaba ya ninguna de las rapaces predecesoras en el escenario. La última había levantado el vuelo unos minutos antes, probablemente al notar la presencia de la gran dama negra de galones blancos.

El águila no se posó directamente en la percha; realizó un par de pasadas antes de aterrizar en una de las rocas más elevadas de este promontorio rocoso sobre el cielo de Andújar. Uno de sus posaderos favoritos, como me había anticipado Daniel. Al comprobar este hecho rápidamente recordé que también me advirtió que, a veces, aparece el lince, como ocurrió la semana pasada a una pareja de franceses. El corazón a mil.

En uno de sus posaderos predilectos.
16

Cerró con fuerza sus garras atrapando lo que había venido a reclamar como suyo. Las cuatro uñas de cada pata son lo más parecido a un cepo del que un conejo vivo tendría imposible escapar. Si un apretón de manos en el hombre se realiza con una presión de 60 psi (libra por pulgada cuadrada), ya duele solo pensar que el águila lo hace con más de 400 psi. Si el tamaño de la presa lo requiere y el ejemplar de águila es grande (más propio de otras águilas que se alimentan de animales mayores), hasta 750 psi, ¡15 veces más presión que la ejercida por la mano del hombre! Un pequeño detalle sin importancia para el conejo: además sus dedos están rematados por unas uñas de varios centímetros que son la envidia del mismísimo Freddy Krueger.

alt="águila imperial con conejo"
Los lagomorfos, especialmente el conejo, constituyen la base de la dieta del águila imperial ibérica.

El instinto le hizo intentar llevarse el conejo, bien sujeto para deleite del observador. Así que permaneció un buen rato en la rama para dar buena cuenta de él in situ gracias a su portentoso pico. Tras cada pellizco que se llevaba a la boca, levantaba la cabeza con mirada vigilante. Gracias al potente zoom de mi cámara (un gran angular en comparación con la potencia visual de la rapaz) podía apreciar con detalle sus ojos. También la membrana nictitante, ese tercer párpado evidente en las rapaces más que en ningún otro orden de aves. El color marrón ambarino y el dibujo ajedrezado del iris envolviendo la oscura pupila, trasmiten una fuerza visual sin parangón. Casi se intuyen los conos y la fóvea, responsables de su poderosa agudeza visual.

En uno de esos giros de cabeza vigilantes algo le llamó la atención arriba. Pronto comprobé que era su pareja, que bajó y se posó sobre la copa de una encina al borde del abismo. Ella comiendo, él expectante. El macho aguantó unos minutos antes de lanzarse al vacío y remontar el vuelo por encima de mi cabeza para desaparecer a mi espalda.

A cada intento de izar el vuelo con la presa, acababa por desistir y salir volando si ella. Por suerte no iba lejos y enseguida aparecía describiendo un vuelo circular sobre mi posición. Se posaba en la roca y, de ahí, un corto vuelo hasta la percha principal donde aguardaba el conejo. Vuelta a empezar. Repitió el proceso hasta tres veces para desaparecer definitivamente en el cielo serrano. En ese último vuelo dejó el conejo, pero se llevó mi alma con ella. Me había ganado para siempre, si es que no lo había hecho ya.

Afortunadamente antes de desaparecer de forma definitiva, sabedora de su belleza, posó encantada. De frente, de perfil; esta observación de lujo me permitió no solo disfrutarla a placer, al igual que el macho, sino fijarme en los detalles.

En la provincia de Jaén viven 50 de las 123 parejas de águila imperial ibérica censadas en 2020 en Andalucía.

Como con sus compañeros de conejo, también tuve tiempo para ver y disfrutar de la presencia de ambos miembros de la pareja de imperiales. La diferencia de tamaño era evidente, mucho más grande la hembra que el macho. Como el azor, tiene dimorfismo sexual inverso pero en esta pareja de imperiales la hembra me pareció enorme. Por lo demás son muy parecidas, por no decir idénticas. Incluso el dibujo de las manchas blancas de los hombros. A ojo casi imposible de diferenciar, y no es casualidad, se ha comprobado que en aquellos territorios en los que se determinó el tipo de coloración blanca del borde anterior de las alas de los dos adultos, las parejas se formaron de forma concordante positiva con relación a su parecido (Bortolotti et al., 2008a, 2008b), es decir, las águilas imperiales adultas prefieren emparejarse con individuos con el dibujo blanco más parecido al suyo. Será para hacer las veces de espejo…

A la hora de elegir la época para visitar un hide de águila imperial es importante saber que las probabilidades de éxito bajan coincidiendo con el periodo de cría, de febrero-marzo a mayo, ya que durante esos meses la hembra permanecerá incubando la puesta o al cuidado de los pollos la mayoría del tiempo sin apenas abandonar el nido. Las opciones se reducen directamente un 50%. Es el macho que se mueve por el territorio, entre otras cosas para llevar aporte de alimento a la hembra al nido.

Durante el periodo de cría de los pollos, también es la hembra la protagonista, permaneciendo la mayoría del tiempo en esa labor. La carne para alimentarlos es llevada fundamentalmente por la hembra en el 90% de las ocasiones. En el mes de mayo-junio, criados los pollos, la normalidad vuelve al hide. Los pollos realizan su primer vuelo para abandonar el nido aproximadamente a los dos meses y medio de nacer.

Algo similar ocurre en el caso del azor, pero los tiempos se acortan a la mitad. En la incubación de la puesta, en la crianza de los pollos y en su primer vuelo. En el busardo ratonero los tiempos son similares al azor -aunque el ciclo se desarrolla algo más adelante, en primavera- pero en esta especie ambos integrantes de la pareja se reparten el trabajo a partes iguales, sobre todo en la incubación. A la hora de atender a los recién nacidos, ella le dedica algo más de tiempo.

A finales de diciembre y en enero, en el cielo de Andújar las imperiales realizan los vistosos nupciales previos a las cópulas que tienen lugar a finales de enero. Un aliciente más para la observación.

Y por último hay que tener en cuenta que las reglas del juego para los hides fotográficos en España las regula cada comunidad autónoma. En el caso del águila imperial hay zonas donde se prohíbe el uso de estos escondites desde el inicio del periodo de cría hasta septiembre. En la sierra de Andújar el espectáculo es non stop aunque las altas temperaturas estivales recomiendan centrar la actividad de este hide llamado El Helipuerto, gestionado por las empresas locales Iberian Lynx Land y Naturoots, entre septiembre y mayo.

La silueta del águila imperial va recuperando su presencia en el cielo ibérico.

En marzo de 2021 la cámara 5 de Directo Natura captaba la presencia a lo largo de varias noches de un lince descansando, moviéndose y saltando por las rocas del escenario del hide y lo emitía en directo en su canal de youtube. Muy interesante este canal de vida salvaje que te acerca en tiempo real desde el salón de casa a diferentes rincones de la naturaleza ibérica con sus cámaras remotas de alta definición.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies