Ecoturismo Accesible. Humedales de Salburua
Lo mío con Salburua fue amor a primera vista… Pocos lugares como éste combinan tan bien —yo diría que a la perfección— las actividades lúdicas al aire libre, la educación ambiental y la accesibilidad. Lo descubrí hace unos cuatro años, y desde entonces han sido muchas las horas que he dedicado a recorrer sus sendas y a explorar este enorme parque periurbano a tan solo dos kilómetros de Vitoria-Gasteiz.
Salburua es la joya de la corona del extenso Anillo Verde que rodea la ciudad alavesa, cuyo compromiso con la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente le ha valido el título de Green Capital, uno de los numerosos galardones con los que ha sido reconocida internacionalmente. Además, desde el año 2016 dispone de la certificación Biosphere Responsible Tourism, que acredita su condición de Destino Turístico Sostenible.
Motivos no le faltan. Y no hay más que dar un paseo por su monumental casco histórico para darse cuenta de ello. Con casi 150 km. de carriles bici, Vitoria es la segunda urbe del Estado con mejores condiciones para la movilidad ciclista. Otro dato revelador: la distancia respecto a cualquier zona verde es de un máximo de 2,5 minutos caminando. No en vano, cuenta con 115.000 árboles en sus calles y parques, a los que habría que sumar los existentes en las 833 hectáreas de superficie que conforman el Anillo Verde. Un modelo urbanístico, casi una filosofía de vida, que ha calado profundamente entre sus habitantes… Pues eso, otro mundo.
Parques como el de Armentia, Olarizu, Zabalgana o Zadorra ofrecen al visitante infinitas posibilidades de ocio y esparcimiento en pleno contacto con la naturaleza. Cada uno con unas características propias y diferenciadas, con una fauna y flora asociadas, pero en conjunto un espacio natural de alto valor ecológico que merece la pena conocer en profundidad. En esta ocasión, hemos elegido Salburua como paradigma del cinturón verde de Vitoria, una gran zona húmeda catalogada como Lugar de Interés Comunitario (Red Natura 2000) y designado Humedal de Importancia Internacional por el Convenio Ramsar. Un oasis de vida a las puertas de la ciudad.
Pero no siempre ha sido así… Un proceso de desecación iniciado en 1857 para transformar el paisaje en terrenos de cultivo estuvo a punto de acabar para siempre con uno de los complejos lagunares más importantes del País Vasco. Afortunadamente, los trabajos de restauración iniciados en la década de los noventa del siglo pasado han conseguido devolver a Salburua parte de su antiguo esplendor.
Un hito en la conservación de la naturaleza que se divulga es Ataria, el Centro de Interpretación de los Humedales de Salburua. Un lugar perfecto para una primera toma de contacto, donde además de conocer muchos aspectos sobre su rica fauna y flora, disfrutaremos de exposiciones permanentes y temporales, charlas y otros eventos que se organizan con regularidad. Además, desde Ataria se pueden concertar visitas guiadas al centro de interpretación o recorridos didácticos por el parque de Salburua. Por si fuera poco, el edificio es totalmente accesible y dispone de espacios infantiles, salón de actos, aseos adaptados, cafetería y un espectacular mirador elevado, desde el que se contempla una laguna donde nadan plácidamente azulones, fochas, patos colorados y otras especies.
De ruta por Salburua
Cuatro itinerarios o rutas vitales nos permiten adentrarnos en los diferentes ecosistemas del parque, cada uno de ellos identificado con un color y centrado en aspectos concretos de la biodiversidad de Salburua: botánica, aves, invertebrados y anfibios y reptiles. Como buen amante de la ornitología, yo suelo realizar y recomendar el referente a las aves, pero merece la pena hacer cualquiera de ellos. Todos son accesibles y en todos hay mucho por descubrir… ¡Vamos a ello!
La ruta vital azul transcurre a través de una intrincada red de sendas que circundan las balsas de Arkaute, Larrenaga, Duranzarra y Betoño. Debido a las grandes distancias existentes entre unas y otras, es posible que nos veamos obligados a planificar nuestra salida, centrándonos en trayectos más cortos adaptados al tiempo disponible. Una buena opción es realizar el recorrido que conduce a los observatorios de “Las Zumas” y “Los Fresnos”, ambos ubicados sobre la laguna de Arcaute.
A tan solo 15 minutos de Ataria encontramos el primero de ellos, perfectamente escondido e integrado en el entorno para evitar molestias a las aves que descansan al otro lado de la caseta. Pero no solo hay pájaros…
Esta es una buena atalaya para observar el nutrido grupo de ciervos introducidos en Salburua para controlar la vegetación del parque, y que en otoño pone al alcance de la mano uno de los mayores espectáculos de la naturaleza ibérica: la berrea. Si se tiene suerte, quizá podamos contemplar el paso de la manada a través de la zona inundada. Imágenes que nos dejarán sin aliento…
Y es que este humedal, como todos los humedales, es un lugar perfecto para sentir el paso de las estaciones, que se hace palpable en el cambio de aspecto y color de los árboles, en las idas y venidas de las aves migradoras, en las crecidas y sequías… En definitiva, en eso que nos hace sentir vivos, en eso que hace latir nuestro corazón al ritmo de la naturaleza.
Cada detalle de Salburua está pensado para ser accesible e inclusivo, para no dejar a nadie atrás. Y eso se nota también en el diseño de los observatorios ornitológicos, perfectamente adaptados para personas con movilidad reducida. Los dos puntos de observación de aves disponen de zonas debidamente señalizadas, sin bancos y con ventanales más bajos para usuarios en silla de ruedas. Algo que, desgraciadamente, se ve en muy pocos sitios. ¡Todo un ejercicio de empatía y buen hacer!
A la altura del observatorio de “Las Zumas”, al otro lado de la pista, veremos un pequeño puente de madera que salva los ríos Santo Tomás y Errekaleor. Es la puerta de entrada a la balsa de Betoño, la otra gran laguna de Salburua… Un seductor bosque galería nos introduce en este sector del parque, que intercala suelo firme con pasarelas de madera que nos permiten rodar literalmente sobre el agua. Es un buen lugar para ver de cerca especies más habituadas al trasiego humano, como martines pescadores, fochas o porrones comunes. Ejemplares confiados que se acercan espontáneamente, quizás a la espera de comida fácil. Es importante recordar, de paso, que nunca deben ser molestados o alimentados.
Aquí uno se hace realmente consciente de lo cerca que estamos de la ciudad… Hay una frontera difusa, una línea casi imperceptible que separa lo natural de lo urbano. Puede afirmarse que ambos mundos se funden en uno solo. En Betoño, la rectilínea silueta de los edificios se combina con los irregulares contornos de los árboles, configurando un paisaje de extraña belleza.
El observatorio de “Los Fresnos” es el más popular entre fotógrafos y aficionados a la ornitología. Constituye una atalaya fantástica para el avistamiento de todo tipo de aves acuáticas: fochas, cercetas, porrones, cucharas, rabudos, somormujos, andarríos, agachadizas… y así hasta 250 especies catalogadas entre residentes y migradoras, de las cuales 40 se encuentran amenazadas de extinción. Algunas de ellas, como el carricerín cejudo o el avetoro, encuentran en Salburua uno de sus últimos refugios.
Pero sin duda alguna, el mayor emblema de este humedal no es un ave, sino un pequeño mustélido: el visón europeo, declarado oficialmente en España “especie en situación crítica” por la delicada situación que atraviesan sus poblaciones. Un programa de cría en cautividad y la suelta de 17 ejemplares desde el 2018 han logrado por fin que el visón europeo vuelva a reproducirse en Salburua. Una puerta a la esperanza se abre para este hermoso animal… Junto al visón, otro mamífero (la rata de agua), un anfibio (la rana ágil) y un reptil (el galápago leproso) forman parte del catálogo de joyas faunísticas del parque que merecen toda nuestra atención.
Ya sea para tratar de detectar a estas esquivas especies, para practicar deporte al aire libre o simplemente para dar un tranquilo paseo en familia, los humedales de Salburua son siempre una opción a considerar. Cualquier excusa es buena para dejarse seducir por uno de los enclaves más singulares de Euskadi.