Experiencias

Ecoturismo Accesible. Ribeira Sacra

09/10/2021 Autor: Manuel Sobrino
  • Geología
  • Paisajes
  • Turismo accesible

Ser gallego y no conocer la Ribeira Sacra es como autoproclamarse buen cristiano y no asistir a misa los domingos… Esta era precisamente una de mis grandes cuentas pendientes. Tenía muchas ganas de tachar de la lista uno de los destinos más populares y atractivos de Galicia. Quizá por eso, por tratarse de un sitio de moda en los últimos años, he ido posponiendo el plan en favor de lugares menos concurridos. Pero si de algo me ha servido esta experiencia es para desterrar prejuicios sobre uno de los espacios naturales más publicitados y turísticamente explotados últimamente. O eso creía…

Tengo que reconocer que no sólo ha cumplido mis expectativas con creces, sino que me ha dejado con ganas de más, de seguir descubriendo uno de los secretos mejor guardados de la Galicia interior, como habitualmente se define. Aquí hay mucho que ver y hacer… Incluso para los que vamos en silla, la oferta es inabarcable. Lo que se expone a continuación es una pequeña muestra de algunos puntos de interés que no quise perderme en mi primera —y necesariamente breve— toma de contacto. ¡Os aseguro que no será la última!

Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil

En el término municipal de Parada de Sil, cuyo nombre es una invitación en si misma, encontraremos un inmejorable “campo base” desde el que recabar toda la información posible y planificar nuestro viaje. Una buena opción es bajar al cercano monasterio benedictino de Santa Cristina de Ribas de Sil, uno de los más importantes de la Ribeira Sacra durante la Edad Media. El edificio religioso, cuyo origen data del siglo X, conserva su iglesia románica con forma de cruz latina. Nos llamará la atención el gran rosetón en la parte superior de la fachada. Dentro, sorprende la austeridad de la obra, engrandecida por el espectacular entorno que la rodea, un hermoso robledal a orillas del río Sil.

Interior del monasterio benedictino.

Para acceder al monasterio existe un camino natural cuyos últimos metros pueden hacerse, pero eso si, extremando las precauciones. La fuerte pendiente y el firme pedregoso, sobre todo en el tramo final, recomiendan realizar el camino acompañado. Los imponentes castaños que flanquean el breve sendero harán más llevadero nuestro esfuerzo.

Bajando al monasterio de Santa Cristina.
Cada ángulo ofrece una panorámica diferente del cañón.

A estas alturas ya hemos podido disfrutar de espectaculares panorámicas a los cañones del Sil, un aperitivo de lo que nos espera más adelante… Buena parte de los puntos visitables discurren paralelos a las escarpadas laderas, casi todos ellos conectados por carreteras estrechas y sinuosas. Pero para “miradas máxicas” las que pueden contemplarse desde el Camping Cañón do Sil, un tranquilo y acogedor alojamiento donde pernoctar varios días o simplemente degustar la mejor gastronomía en su restaurante. Su variada oferta de cabañas, zonas verdes y de acampada, terrazas, etc., incluye también bungalow adaptado y aseos espaciosos.

Mirador As Xariñas de Castro. “A Mirada Máxica”.

Aquí hice un pequeño paréntesis, entre otras cosas, para admirar uno de sus grandes reclamos: el mirador As Xariñas de Castro, otro de los imponentes balcones sobre la profunda garganta de origen tectónico que dio lugar a estas formaciones, y que junto al continuo fluir del río Sil, han labrado el paisaje que conocemos. Una extensa cicatriz de 35 kilómetros de longitud y 500 metros de altura que sirve de frontera natural entre las provincias de Ourense y Lugo…

Los muros del castro da Cividá.

Dos plataformas de madera suspendidas en la roca ponen a prueba el vértigo de los más valientes. Nosotros obtendremos una perspectiva similar desde la plataforma del helipuerto, y comprobaremos asombrados como la vida se aferra a los resquicios más insospechados de las escarpadas paredes. A mi derecha, a unos 100 metros de distancia, se adivinan los muros del Castro da Cividá, del que apenas se conserva parte de las murallas defensivas y algunos restos de cerámicas datadas en la Edad de Bronce.

No hace falta bajarse del coche para disfrutar de las mejores vistas.
El bosque autóctono cubre montes y valles en la Ribeira Sacra.

De lejos viene también la persecución del lobo… Las batidas para capturarlo se remontan a la prehistoria, cuando la lucha por el recurso de la carne alcanzaba su máximo apogeo. Testigo de aquella guerra secular entre hombres y cánidos son los “foxos do lobo”, profundos pozos cuya finalidad era la de atrapar a los animales evitando cualquier posibilidad de huida. El Foxo do Lobo de Torgás es uno de ellos. Se cree que los acantilados del Sil, a escasos metros de aquí, podrían constituir una trampa en si mismos. A veces, un cabrito vivo servía como cebo que atraía irremediablemente al predador… Convenientemente vallado y señalizado, perfectamente accesible, se puede llegar en coche hasta el lugar exacto donde se ubica.

Foxo do Lobo de Torgás.

Otro elemento singular de la zona es el llamado castaño milenario de Entrambosríos, máximo exponente del bosque autóctono que tapiza estos montes. Visible desde la carretera que conduce a la aldea del mismo nombre, no es necesario bajarse del vehículo para apreciar las enormes y retorcidas ramas que se elevan 15 metros por encima del suelo del bosque. Con un perímetro de 9,30 m. y una edad estimada de 700 años, este castaño —incluido en el Catálogo de Árboles Singulares de Galicia— es sin duda uno de los más hermosos del soto.

Castaño de Entrambosríos.
La impresionante fractura del río Sil.
El meandro Coto das Boedas desde Cabezoás.

Siguiendo la ruta de los miradores, inmersos en un mar de verdor, continuamos nuestro viaje sin poder evitar detenernos a cada paso para observar los parajes que recorremos. En cada uno de ellos se logra un punto de vista único y diferente. Nos dirigimos a la que, en opinión de muchos, es la atalaya más extraordinaria de todas: el miradoiro de Cabezoás, un zigzagueante meandro flanqueado por imponentes moles graníticas que alcanzan aquí sus mayores cotas. Un sistema de rampas facilita el acceso al mirador, donde la grandiosidad del entorno que se extiende ante nosotros nos hará sentir la inconmensurable fuerza de la naturaleza.

Pasarelas de madera en el mirador de Cabezoás.
Mirador de Cabezoás, uno de los más espectaculares.
alt="crucero cañón del sil en silla de ruedas"
Atendiendo a las instrucciones de la tripulación.

Pero la actividad estrella de la Ribeira Sacra, y particularmente la que más curiosidad me generaba, es la travesía en alguno de los cruceros fluviales que surcan la parte más abrupta del cañón. Aunque hay que decir que tanto la pasarela de acceso como los propios barcos no están adaptados, siempre es de agradecer la buena disposición y las atenciones del personal de las navieras, que ponen todo su empeño en hacer de nuestro viaje una experiencia cómoda y segura. Bajo esta premisa, iniciamos la aventura en una jornada deslucida por las nubes y las bajas temperaturas. Circunstancia que no iba a empañar el ánimo y las ganas de disfrutar.

En algunos puntos el cañón supera los 500 metros de altura.
alt="crucero cañón del sil accesible"
Embarcando en el crucero fluvial.

La vista de los cañones desde abajo es abrumadora. Uno se queda realmente extasiado admirando las formas de la roca, las cascadas, las grietas y recovecos que sujetan las raíces de los árboles, literalmente al borde del precipicio. De esta forma se perciben rincones ocultos desde cualquier otro ángulo… Y para inclinación, la de sus famosos viñedos, símbolo de la viticultura heroica que ha hecho célebre a esta tierra. Imposible imaginar que esas “lenguas” de piedra desnuda son en realidad bancales sobre los que se asienta el preciado cultivo… ¡Es impresionante!

Bancales de viñedos casi verticales.

No faltan las aves en estas rutas… Varios ejemplares de milano negro acompañaron la navegación de nuestro catamarán. Una ínfima representación de la avifauna que habita la zona, entre la que destaca la presencia de rupícolas como el búho real, el halcón peregrino, el roquero solitario o el águila real. Alusiones a la geología, a las leyendas y los mitos, a la relevancia de sus vinos con denominación de origen, a sus innumerables atractivos turísticos o a su historia complementan el componente indudablemente lúdico de la actividad.

Mientras regresábamos al embarcadero de Santo Estevo, pensaba en el relato mitológico que explicaría la creación de los Cañones del Sil y del Miño. De como el Dios Júpiter, enamorado de la hermosa Galicia, decidió poseerla atrevesándola con un río, el Miño. Su esposa, la diosa Juno, celosa de los amoríos de su marido, urdió un plan para alejar a Júpiter de su bella rival. El odio de ella fue tal, que no dudó en abrir una profunda herida en aquel sublime rostro, formando los actuales cañones. Júpiter montó en cólera y condenó a su esposa a vagar eternamente sobre la cicatriz que él tapó con las aguas de otro rio, el Sil. ¿Sabéis lo que pensaba recordando la leyenda que nos habían contado? Que cada día entiendo mejor su reacción…

Desde el barco se hace patente el abrupto desnivel del cañón.

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