Hayedo de Otzarreta
En el parque natural Gorbeia crece uno de los hayedos más visitados de España. Plasticidad máxima y pura belleza. Acompáñanos a conocer las claves de por qué es tan fotografiado.
En el corazón del parque natural Gorbeia crece el protagonista botánico de esta experiencia. El Gorbeia es un parque natural de enorme popularidad en el País Vasco como destino de montañismo y de senderismo en diferentes grados. También escenario de sencillos y cómodos paseos como el que hoy nos ocupa. Es un parque de 20.016 ha. caracterizado por la roca caliza que acoge, cual queso gruyere, casi 500 cavidades catalogadas. Además de zonas de roca desnuda, esta área protegida alberga campas y bosques donde el roble y el haya son protagonistas. Si hablamos de popularidad, el hayedo de Otzarreta es la bandera forestal de Gorbeia y Euskadi.
Escenario fotográfico
El de Otzarreta es uno de los bosques más fotogénicos del territorio nacional. Una de las postales icónicas de la foresta vasca y, especialmente en los meses de otoño, uno de sus hayedos más emblemáticos.
Esto se debe a una combinación de atractivos y factores que pocas veces se da. Aunque no necesariamente por este orden, vamos a conocer las claves de su éxito.
El primer aliciente lo encontramos en la facilidad de acceso. Una carretera que se adentra en esta zona del parque natural Gorbeia desde el Alto de Barazar (606 m.) -que separa las provincias de Álava y Bizkaia- hacia el área del Humedal de Saldropo, conduce al visitante a las puertas del hayedo. Un desvío antes de llegar a Saldropo lleva hasta el aparcamiento de Otzarreta, desde el que apenas un minuto nos separa de cruzar este mágico umbral.
En segundo lugar, el tamaño del bosque. Aunque pueda parecer lo contrario, es un bosque de muy reducidas dimensiones. Probablemente no más de un centenar de hayas posan como modelos naturales para los amantes de la fotografía. Un centenar de robustas hayas trasmochas, fruto de la intervención humana que produce el característico aspecto de las hayas de Otzarreta. De gruesos troncos, las ramas eran podadas aproximadamente cada 15 años (se aprecian perfectamente las zonas de poda anteriores) para obtener madera y con ella carbón vegetal. Eran la materia prima del tradicional oficio de carbonero. El resultado con el paso de las décadas y los siglos es el de árboles poderosos con aspecto de candelabro, tronco grueso y finas ramas que apuntan hacia el cielo dado que se cortaba el tallo principal. Sí, ya has adivinado que al tratarse de hayas trasmochas, la estampa es diferente; la tercera razón de ser tan visitado.
En la siguiente imagen puedes disfrutar de la visión 360 VR esférica del bosque desde una de sus hayas trasmochas.
La estética sublime de este hayedo la confiere en buena medida el paso del pequeño arroyo Zubizabala dibujando, con su sinuoso zigzag, rincones de belleza impagable. El verdor de tupidos musgos que tapizan troncos, ramas y raíces y el perenne manto de hojas rojas que alfombra el suelo, forman una imagen que impacta de veras. Si a esto le añadimos una dosis de color otoñal, la mezcla es insuperable.
Por todo lo descrito, es uno de los destinos más frecuentados para los amantes de los hayedos (evita fines de semana y festivos). Y como escenario fotográfico no tiene parangón. Te recomiendo disfrutarlo con calma ya que, gracias a su pequeño tamaño, podrás regocijarte buscando rincones, ángulos, encuadres, etc. y tomarte todo el tiempo necesario sin pensar en seguir avanzando en la ruta. Poco a poco, contagiado por la falta de prisa, el ojo va descubriendo detalles que normalmente pasan desapercibidos…
Combina la visita con el Humedal de Saldropo
El hayedo de Otzarreta es solo una pequeña parte de la interesante ruta circular que, partiendo del camino (pista) que se descubre al fondo del hayedo, lleva hasta el Humedal de Saldropo.
Este humedal está situado sobre una antigua turbera que fue explotada hasta su práctica desaparición. Una senda (senda Saldropo) que enlaza con la mencionada ruta que viene desde Otzarreta al llegar a la zona de Saldropo, permite conocer un centro de interpretación en el que comprender el proceso de renaturalización de la turbera y diferentes recursos locales como un observatorio o un calero donde se obtenía cal a partir de la abundante piedra caliza de la zona.