Observación de lobos en la Sierra de la Culebra
Situación
Zamora
Accesos
La mejor vía de acceso es la A-52 (Autovía de las Rías Baixas), bien desde Rionegro del Puente o desde Puebla de Sanabria. En ambos casos como acceso norte.
Por el sur por la N-122 desde Alcañices. Por el este la N-631 desde Tábara.
La ZA-912 cruza la Sierra de la Culebra por la mitad desde Mahide a Villardeciervos.
Highlights
Lobo ibérico. La mayor población lobera de Europa Occidental.
También ciervos, corzos, jabalíes, zorros, martas, gato montés, etc.
Cuando
La mejor época del año para la observación de lobos es compleja de determinar por diferentes motivos que van desde el tamaño del grupo, la reproducción, la ecología espacial, la cobertura vegetal, la distancia a zonas de reproducción (factor limitante pues no se realizan observaciones en las zonas de cría), etc. A grandes rasgos las épocas con mayor éxito de observación son verano y otoño, especialmente octubre y noviembre coincidiendo con el mayor movimiento de las crías. Durante el periodo de cohesión invernal % de éxito es variable. Abril y mayo son los meses más complicados para la observación por ser las dispersiones y la mortalidad invernal.
Consejos
Vive tu experiencia lobera de la mano de guías locales profesionales. Te recomendamos Llobu, Ecoturismo y Medio Ambiente.
No olvides una visita al Centro del Lobo de Castilla y León – Félix Rodríguez de la Fuente, en Robledo de Sanabria.
Foto: Loba en el Centro del Lobo de Castilla y León.
A la experiencia de la observación responsable de lobo ibérico en libertad y el conocimiento de su hábitat, se une el excepcional enclave donde tiene lugar: la Sierra de la Culebra, santuario para la especie que alberga la mayor densidad lobera de Europa Occidental. Insuperable combinación para ir “Tras la senda del Lobo”.
Apostado en algún lugar de la vertiente septentrional de estas montañas zamoranas de suaves perfiles, la mirada se me pierde hipnótica en el infinito. Salvando las distancias, por momentos, por enclaves más bien, me recuerda al horizonte de Denali. Quizá piense el lector que es una distancia imposible de salvar (y quizá lleve razón) pero entre el paisaje de la tundra de este mítico parque nacional norteamericano con las elevaciones montañosas nevadas de la cordillera de Alaska en lontananza y las llanuras abiertas de hierba y matorral de la falda norte de La Culebra con las montañas de Sanabria como telón de fondo, hay más similitudes de las que a priori podría suponerse. Es una valoración personal sí, pero a mí me lo recuerda.
Por el primer escenario campan caribús, lobos grises y osos, por el segundo ciervos y lobos ibéricos. Obviamente falta aquí el gran plantígrado ibérico que, por otra parte, merodea de forma oficial desde 2014 por las cumbres y bosques norteños de la comarca Sanabria-Carballeda, la misma a la que pertenece en su mayor parte La Culebra, además de Aliste y Tábara (y la portuguesa Tras-os-Montes). En realidad es probable que nunca se haya ido. Pero no es el oso el que me ha traído en esta ocasión hasta el noroeste de Zamora, sino otro gran emblema de la fauna ibérica: el lobo. Y ningún lugar más idóneo para observarlo que la Sierra de la Culebra, donde reside la mayor densidad lobera de la Europa occidental y probablemente todo del viejo continente.
Observación responsable
Para disfrutar de la experiencia nada mejor que hacerlo de la mano de la empresa local Llobu, Ecoturismo y Medio Ambiente, que practica un turismo de observación responsable, con un grado especial de sensibilidad y, como bien dice su alma mater el biólogo Javier Talegón, “ver al lobo va a ser lo de menos…” Y lo comparto plenamente. Como bandera de sus buenas prácticas está el hecho de que prima siempre el bienestar de los lobos por encima de la observación. Turismo de conservación bien realizado, en definitiva. Y ante una situación tan sensible como la que vive nuestro cánido salvaje, éste -entre otros muchos comportamientos responsables- debería ser una constante en todas las empresas que dentro del ecoturismo se dedican al avistamiento de fauna salvaje (sea en el lugar que sea de la piel de toro), máxime cuando de grandes mamíferos se trata.
Una buena experiencia ecoturística en torno al lobo no consiste en verlo o no verlo, va mucho más allá. Es conocer el hábitat a través de una interpretación ambiental que ayude al visitante a descubrir sus huellas y rastros pero también las de sus vecinos (ciervos, corzos, jabalíes, zorros, martas, etc.), las relaciones ancestrales entre el lobo y el hombre y toda la cultura asociada, desde corralones (construcciones circulares para guardar el ganado como los de Ferreras de Arriba), cortellos (trampas loberas como la de Lubián o el curro de Barjacoba), el pastoreo tradicional con inestimable ayuda de los perros mastines, o la siempre recomendable visita al Centro de Lobo Ibérico de Castilla y León-Félix Rodríguez de la Fuente (en Robledo de Sanabria). Todo ello forma parte de una buena experiencia lobera.
Y hablando de mastines no quiero pasar por alto una apuesta valiente por la recuperación del pastoreo tradicional como la que la familia Fernández (Sta. Colomba de Sanabria), gracias a un proyecto de custodia del territorio, llevan a cabo con sus más de mil ovejas. Gracias al acuerdo con GREFA, a sus mastines españoles, y a lo que se suma algo tan sencillo como guardar el ganado por la noche, comercializan el lechazo bajo la marca “Pastando con Lobos” procedente de ganadería sostenible, natural y extensiva. Loable iniciativa.
Esperando al lobo y recorriendo sus sendas
Últimos coletazos del otoño. El día se presenta frío, de hecho todavía es de noche cuando los integrantes del grupo nos ponemos en marcha y nos citamos con Javier para comenzar la que sería para todos una inolvidable experiencia. El viento hace que la sensación de frío se torne gélida. Una buena mañana lobera se palpa en el ambiente, pero observarlo en libertad no es tarea sencilla.
Tras las primeras explicaciones nocturnas que te meten en contexto, el alba comienza a despuntar cuando ya estamos apostados en la zona de espera. Por delante 2-3 horas de paciente aguardo, en silencio, con el corazón a cien que se acelera hasta mil pulsaciones cuando alguien del grupo logra localizar al lobo. Los nervios se desatan, son nervios de emoción, que justifican y dejan pequeño todo esfuerzo y “desilusiones” en otros intentos realizados sin éxito hasta la fecha. Y si es la primera vez que se observa, todavía más impactante. Observar un lobo en libertad –como ocurre con osos y linces- tiene mucho de mágico e inolvidable. Las caras del grupo lo dicen todo. Los ciervos se suman a la fiesta y hacen acto de presencia por decenas. Grupitos de hembras con crías que de vez en cuando emprenden una asustada carrera quien sabe si por la presencia oculta a nuestros ojos de algún cánido salvaje, peleas entre machos todavía jóvenes que juegan a ser lo que algún día serán: dominantes. Un par de corzos irrumpen también en escena.
Si quieres incorporarte a este grupo de observadores muévete 360º en la imagen superior, que también puedes disfrutar en Realidad Virtual.
A la espera con telescopios, prismáticos y nerviosismo, le sigue un reconfortante desayuno en alguno de los establecimientos locales que hacen olvidar el frío y el madrugón. En cualquier caso sin duda ha merecido la pena. Antes de la espera de la tarde, que coincide con los primeros momentos de actividad de los lobos de igual forma que el comienzo de la espera matinal se solapa con el fin de la actividad nocturna lobera, es hora de conocer mejor el hábitat del lobo y las características de esta sierra zamorana.
Un agradable e instructivo paseo se encarga de enriquecer la experiencia a base de interpretar los recursos naturales de flora, fauna y geología que salen a nuestro paso. Aprovechamos para conocer matas de roble, sotos de castaño y el interior de los pinares de repoblación que crecen abundantes hoy en La Culebra. Reforestación con coníferas a mediados del siglo pasado que tan bien sentó a los lobos por cierto, al encontrar refugio en nuevas zonas vedadas a la caza y la ganadería. Al cabo de un rato diferentes especies de ericáceas y cistáceas y sus usos, entre otras plantas y rastros animales, son ya familiares para los integrantes del grupo. También charlas interpretativas sobre cráneos y pieles de lobos, carlancas, etc.
Con el paso de las horas Javier va destilando sabia información y a medida que discurre la jornada conocemos más en detalle la población de lobos de La Culebra que, a pesar de ser objeto cinegético, en esta parte de España se mantiene bastante estable. Nueve manadas o grupos viven en este territorio de 70.000 Ha. sin generar apenas conflictos ganaderos. Cada manada está compuesta de media por una pareja reproductora, 2-3 subadultos / adultos auxiliares (que o bien nacieron en el grupo o bien llegaron posteriormente) y 4-5 crías de media cuando hay reproducción (caso habitual en La Culebra). A esto hay que añadir la presencia de individuos flotantes de difícil cálculo. La población lobera local es compleja de estimar pero podría rondar los 90-95 individuos, con el mínimo poblacional anual en primavera, justo antes de los partos. Estas cifras la sitúan como una de las mayores densidades europeas (si no la mayor) y probablemente el mejor lugar de la península Ibérica para su observación con éxito. Solo hay que hacerlo en buena compañía profesional y de forma responsable. Muy importante es respetar por ejemplo la sensibilidad de la especie en sus zonas de reproducción y realizando por ello las esperas a distancia conveniente (en 2018 Llobu realizó sus esperas de observación a 3 km. de las zonas de reproducción). Con ello tendremos asegurado una jornada memorable tras la senda del lobo.
¿En qué consiste la actividad «Tras la Senda del Lobo» de la mano de LLobu? no te pierdas este vídeo resumen de la experiencia. Disfrútalo en HD 4k