Safari de orquídeas y dehesas en flor en Monfragüe
Pocos paisajes ibéricos más sugerentes, fragantes y cautivadores que la dehesa y el monte mediterráneo en flor. La Reserva de la Biosfera de Monfragüe despliega el mejor catálogo en estas formaciones boscosas y cuenta además con un rincón realmente singular y poco conocido en el que proliferan, y de qué manera, las orquídeas.
Después de muchos años de visitas a Monfragüe, siempre con los prismáticos y las aves como grandes protagonistas, tenía claro que me apetecía adentrarme en la explosión floral de este bendecido rincón extremeño. Aunque no del todo, en esta visita quería aparcar la atención en las aves y bajar la vista hacia el suelo en busca de la flora más vistosa. Tenía claro también que en compañía de la veterana empresa local Monfragüe Vivo la labor sería más fácil, así que no dudé en sumarme al Safari por la Reserva de la Biosfera de Monfragüe que organizan. Lo de bautizar a la actividad como safari me parece el concepto más acertado, pues explica por sí mismo el enfoque de la excursión y que haremos un viaje -eso significa safari en su lengua natal swahili- por el territorio que vas más allá del parque nacional, donde suelen concentrarse los visitantes.
Raúl Virosta, buen amigo y gerente de la empresa, veterano en estas lides ecoturistas, me puso en manos de otro Raúl: Sancho, guía local experto conocedor del territorio. Y doy fe de que son buenas manos.
Pocos paisajes ibéricos más sugerentes, fragantes y cautivadores que la dehesa y el monte mediterráneo en flor. Monfragüe despliega el mejor catálogo en estas formaciones boscosas. Por otro lado, me apetecía ahondar en las orquídeas, un mundo botánico aparte, que en la Reserva de la Biosfera de Monfragüe cuentan con un enclave muy particular: El Sierro. Así que, llegado el mes de abril del pasado año, me puse manos a la obra.
Nos citamos en Malpartida de Plasencia y de aquí partimos tempranito hacia el este de la reserva de la biosfera, en busca de las bellas orquídeas. Antes de llegar, aprovechando los primeros momentos del día -que a los observadores de naturaleza siempre deparan grandes sensaciones-, hicimos una parada en el parque ornitológico Arrocampo. Prismáticos en mano, fuimos avistando diferentes especies en una época muy especial para aves como el águila pescadora, el calamón, el aguilucho lagunero, el elanio azul o la garza imperial, para las que este embalse y sus alrededores son especialmente recomendables. Tras esta interesante parada ornitológica y la visita a varios de los observatorios, nos dirigimos sin demora al encuentro de las orquídeas.
Un enclave único para las orquídeas
El Sierro es un lugar diferente. La curiosidad de este paraje enclavado entre olivares a las afueras de la localidad de Almaraz es que se trata de un lugar único que reúne las condiciones idóneas para el crecimiento de diferentes especies de orquídeas. La explicación se encuentra en la naturaleza caliza del sustrato, una isla calcárea en la que las orquídeas y hongos proliferan formando micorrizas, simbiosis entre las raíces de las primeras y los segundos. La importancia del enclave es tal que fue declarado en 2014 Lugar de Interés Científico. Y es además una isla pequeña, una superficie de olivares calizos de apenas 210 hectáreas, en la que crecen sin embargo ¡18 especies de orquídeas! Tiene varias de especial relevancia por su escasez en Extremadura e incluso una orquídea que solo se encuentra en este lugar: el endemismo Ophrys apifera var. Almaracensis.
Por cierto, que en el casco urbano de Almaraz existe un centro de interpretación dedicado a estas bellas flores: Orchydarium, de muy recomendable visita.
Después de disfrutar con el apasionante micromundo de las orquídeas entre los olivos de este rincón de la comarca de Campo Arañuelo, en el que uno puede pasar horas embelesado lupa en mano, de nuevo en el 4×4 proseguimos safari fotográfico en esta ocasión con el objetivo de adentrarnos en el monte mediterráneo y en la dehesa. Pocos lugares mejores que Monfragüe para gozar de toda la belleza (y fragancia) del bosque más representativo de la península Ibérica.
Explosión floral en el monte mediterráneo
Llegada esta época, los estratos arbustivos y herbáceos de los montes de Monfragüe reclaman su atención a base de color y olor. La primavera es la estación por excelencia en el reino de la encina y el alcornoque. Los verdes permanentes de estas coníferas, a las que acompaña su hermana pequeña la coscoja, aportan el contraste necesario para multiplicar si cabe el poderío cromático del sotobosque.
Gracias a los acuerdos de colaboración de esta empresa con fincas privadas, accedemos al Monfragüe menos visitado. Al más exclusivo. Y esto en un tiempo que se buscan sensaciones y se viven experiencias no tiene precio. Si va acompañado de una buena interpretación ambiental yo lo defino claramente con una palabra que lo es todo en turismo (y en la vida): Calidad.
La ventaja del safari es que, como la floración va por barrios, puedes moverte e ir cambiando de zonas en función del mes (o la semana). Recorrimos diferentes sitios con diferentes estados de floración. Sobre todo en solanas, también en umbrías, en zonas bajas, en partes más elevadas. Dando rienda suelta a los sentidos, que en el bosque mediterráneo son especialmente recompensados pues, además de la belleza visual de la variedad de colores, dominan las plantas aromáticas. Romeros, lavandas, aulagas, tomillos, jara blanca y retamas son las más apreciadas, pero no las únicas. Y el malva, el blanco y el amarillo los colores que más se llevan en la primavera de Monfragüe.
Las peonías son otra gran joya de esta corona. Crecen en zonas de umbría y pedregosas, y en algunos enclaves se concentran ofreciendo pequeños parches florales absolutamente espectaculares entre el mes de abril y junio.
Como veis una jornada de excursión da para mucho. Basta con ir bien acompañado para aprovechar el tiempo al máximo y aprender sobre el bosque mediterráneo, nuestro gran bosque ibérico.