Experiencias

Treparriscos y otras aves alpinas en Fuente Dé

18/05/2022 Autor: Alfonso Polvorinos
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Situación

Cantabria

El treparriscos, nuestra mariposa con plumas, es un ave por la que bien merece la pena cualquier viaje. Cuando además el escenario es Fuente Dé (Cantabria), en el macizo Central del parque nacional de Picos de Europa -probablemente el mejor lugar de España para su observación-, los alicientes se multiplican. Ahora entendemos por que vienen pajareros de todo el mundo en busca de las aves alpinas a este rincón lebaniego.

Buitres leonados sobrevolando el macizo central de Picos de Europa.

En las alturas de Fuente Dé se esconden tesoros de enorme valor en un marco, aparentemente inerte, dominado por el gris de la roca caliza. Pero en el paisaje pétreo algo se mueve. Danzan los jirones de nubes y entre las rocas y praderas de alta montaña hay vida alada. Mucha vida. Bajo la fuerza de los desnudos paisajes calizos, donde el poderío que irradian estas moles rocosas copa las sensaciones de cualquier visitante -esté éste avezado en la observación de fauna o no-, bellas criaturas aladas escogen este escenario de alta montaña para criar. Entre caos de bloques calcáreos, paredones, lapiaces y alguna pradera, vamos en su búsqueda.

Treparriscos acicalándose el plumaje.

Nos acompañan cimas míticas y célebres pasos de montaña como el collado de Horcados Rojos (2.343 m.), en el corazón del macizo central y rodeado de los picos más afilados. Camino de Horcados Rojos se encuentra la ruta ornitológica que centra este reportaje. No hay que llegar hasta este paso montañero, basta con caminar algo menos de sus primeros 2 kilómetros justo hasta donde el sendero mira hacia arriba para abrirse paso por el canchal. Esta primera parte de la ruta, que lleva desde la estación superior del teleférico de Fuente Dé (mirador de El Cable; 1.850 m.) hasta “La Vueltona”, es la porción de ruta elegida por la empresa ecoturística Birdwatch Asturias para mostrar las bondades alpinas del exclusivo catálogo de aves. No esperes encontrar una gran diversidad de especies, no la hay, pero si algunas aves de enorme prestigio y que se pueden observar solo en contados lugares. Llegan aquí para reproducirse -de mayo a julio- y son éstos los mejores meses en los que debes programar tu escapada a Picos de Europa si quieres probar suerte con su avistamiento. Los guías especializados de Birdwatch Asturias se encargarán de que las opciones de éxito sean máximas. Entre las aves que puedes encontrar aquí en esta época, la que mayor número de fans tiene muy probablemente sea el treparriscos. Seguidores ganados a pulso. Esquiva, rápida y bella como pocas. Nuestra mariposa con plumas.

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Paraje de La Vueltona, al fondo el sendero que sube a Horcados Rojos.
Treparriscos ascendiendo por la pared en busca de insectos.
Chova piquigualda.

Pero le acompañan otros platos fuertes como la chova piquigualda, el gorrión alpino y el acentor alpino. Son especies exclusivas de estos ambientes de alta montaña -en algunos casos la cordillera Cantábrica marca el límite de su distribución occidental y en algunos casos meridional- y muy sensibles al cambio climático. ¿Qué otras especies puedes observar? Colirrojo tizón, collalba gris, bisbita alpino, avión común, avión roquero, roquero rojo, pardillo común, cuervo, chova piquirroja, corneja y, entre las rapaces: alimoche, buitre leonado, águila real, cernícalo común y quebrantahuesos.

El color del dorso se mimetiza a la perfección con la roca.
Por la pista hacia La Vueltona.

Para tratar de verlas, me apunté a una de las salidas de observación de Birdwatch Asturias y puedo confirmaros que avisté y aprendí de lo lindo sobre todas las especies citadas. ¡Mamma mía! Además no solo es una empresa responsable y comprometida durante las salidas, sobre el terreno; realizan verdadero ecoturismo, entre otras cosas colaborando activamente con la conservación de la naturaleza y compensando la huella de carbono de su actividad.

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La ruta es una buena oportunidad también para la observación de rebecos cantábricos.
Mirador del Cable, en la estación superior del teleférico de Fuente Dé.

Hacia las alturas de Fuente Dé

La subida en el teleférico en una experiencia en sí misma. Pero es solo el principio, las emociones no han hecho nada más que comenzar. El pulso se acelera cuando te asomas al mirador volado de El Cable, un balcón con suelo de rejilla que quita el hipo. Panorámica de ensueño sobre el verde valle de Camaleño y el fondo del circo de Fuente Dé, 753 metros más abajo. Por esta diferencia de cotas y la cambiante meteorología local, que puede mutar de forma brusca y con celeridad, te recomiendo llevar una mochila con ropa de abrigo, chubasquero y agua.

Teleférico de Fuente Dé.

La ruta está marcada como Ruta Ornitológica de Fuente Dé, una de las creadas en la comarca lebaniega. En concreto es el ItOr – PNPE-3 (Ruta lineal de 3,8 km. 1,30 h. Desnivel de 100 metros). Transcurre en todo momento por pista cómoda que se va internando en la masa rocosa -con pequeñas praderas y algunas balsas de agua estacionales- en esta zona del macizo Central. En un primer momento envuelta por la niebla pero que ,cuando las nubes se deshacen, no escatima en mostrar su belleza más íntima.

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Acentor alpino.
Buscando al treparriscos…

Durante la mañana de la actividad, llamó mi atención un nutrido bando de gorriones alpinos, compuesto por unos 30-40 individuos que pasaron volando frente a nuestros ojos y que, ya divididos en pequeños grupos, se fueron posando en la ladera. También la facilidad y el descaro con el que se acercan los acentores y las chovas, la belleza de una collalba gris entre la niebla y, por supuesto, la magia del vuelo hechizante del treparriscos.

La belleza del paisaje sin duda multiplica las sensaciones.

Este ave centró especialmente mi curiosidad y a ella dedicamos una buena parte de la ruta. Apostados en “La Vueltona”, no queda otra que armarse de paciencia y vigilar los movimientos compulsivos de este pequeño pájaro. Posado es prácticamente indetectable, con el mismo color gris ceniza que la roca de las paredes por las que se desenvuelve en un incesante ir y venir atrapando insectos. Hay que sentarse y repartirse el campo de visión para tratar de dar con esta belleza. Esperar a que despliegue sus alas con el vuelo y ahí sí, es el momento de localizar el llamativo color rojo de sus plumas coberteras y sus primarias negras rematadas con lunares blancos que destacan en sus redondeadas alas.

El color rojo y los lunares blancos de las alas abiertas ayudarán a encontrar al protagonista.
El pequeño tamaño del treparriscos no ayuda a la hora de localizarlo…

Solo a través de los prismáticos -pues no suele acercarse en exceso al observador- podrás apreciar su pico largo curvado y fino, con el que busca entre las grietas de las paredes rocosas por las que trepa, caminando y dando permanentes saltitos, los insectos que le sirven de alimento. Si tienes la fortuna de observarlo, te enamorarás al instante de este singular pájaro, uno de los más emblemáticos de nuestra avifauna. De igual forma descubrirás un hábitat único para un grupo de aves exclusivo y en un ecosistema como pocos en cuestiones de belleza.

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Gorriones alpinos.

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