Internacional

Costa Rica, un destino ornitológico Top (I): Tortuguero

06/11/2021 Autor: Jose Arcas
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Costa Rica es un país pequeño en extensión, pero uno de los más grandes en biodiversidad; alberga el 5% de especies de fauna y flora del planeta. Más de 900 especies de aves, 490 de mamíferos, 160 de anfibios, 220 de reptiles y miles de especies de insectos se concentran en poco más de 50.000 kilómetros cuadrados de territorio. Además, presenta una gran variación de ecosistemas selváticos y una cadena montañosa que la recorre de norte a sur con elevaciones importantes que superan los 2.000 m. Un dato interesante: el 25% del territorio del país se encuentra protegido.

 Aunque es un país conocido para la revista, viajamos en esta ocasión de la mano del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), en un tour a través de la mitad oriental de este hermoso país. ¿El objetivo principal? Las aves. ¿Mi experiencia en el viaje? Os la comparto casi a modo diario de viaje. Un diario tan intenso fruto de esta apasionante experiencia viajera que mejor os lo desgrano -como el excelente café costarricense- en dos reportajes. Aquí va la primera parte…

Durante el mes de septiembre de 2021 y a lo largo de seis días, el ICT y el grupo Proimagen Futuropa, organizaron el presente viaje y crearon dos grupos internacionales diferentes con profesionales relacionados con la ornitología, en concreto con el turismo ornitológico o, como bien hicieron en bautizar por tierras americanas, con el Aviturismo. Un grupo recorrería la mitad occidental del país y el otro, la mitad oriental. Con la observación e identificación de aves como pretexto, recorrimos ambas zonas tratando de abarcar la mayor extensión de territorio y ecosistemas posible. Así, en menos de una semana y poniendo la capital San José como punto de partida y llegada, recorrimos -en mi caso- las Tierras Altas y las Llanuras del Caribe.

A través de los ojos de un biólogo, ornitólogo y artista de naturaleza, os contaré en estas páginas mis impresiones del viaje. En El Ecoturista somos conscientes de la gran variedad de lectores que nos siguen y que no nos podemos ceñir a una descripción meramente ornitológica. Si eres un ornitólogo apasionado agradecerás la relación de especies observadas y, si simplemente te gustan las aves y tienes a este hermoso país entre tus propósitos de viaje, espero saques provecho de lo que me fui encontrando a lo largo de estos inolvidables días. Biodiversidad en estado puro. En mi caso, a las dos premisas anteriores, se une la visión artística de mis viajes a destinos de naturaleza. En esta ocasión no pude detenerme demasiado para pintar, pero sí para tomar buena nota de poder hacerlo en futuras visitas.

Empecemos…

La llegada a Costa Rica fue directa desde España, sin pasar por EEUU, lo que ya suaviza bastante el tener que volar más de 10 horas hasta la capital costarricense de San José. La verdad es que el tiempo se pasa volando -nunca mejor dicho- pero en este caso es verdad porque son tantas las ganas de llegar, que cuando te das cuenta ya estás aterrizando.

Observando aves durante el almuerzo en Guarumo Lodge.

La primera noche nos hospedamos en la capital, San José, en el hotel Grano de Oro, en una zona muy tranquila. Este alojamiento exhala lujo por todos sus rincones y en su decoración imperan los materiales naturales, madera, enormes plantas ornamentales por todas partes -aquí debe ser fácil mantenerlas- y un aire selvático que quieras que no ya te va poniendo en ambiente. Cabe destacar en este punto que las medidas anti Covid adoptadas en éste y todos los establecimientos en los que nos hospedamos durante el viaje, cumplieron a rajatabla con los protocolos de prevención.

Ya al día siguiente, de madrugada, emprendimos nuestro periplo hacia tierras lejanas, parando por el camino en Guarumo Lodge, en Guápiles, para desayunar y tomar fuerzas para el resto del trayecto. Debo decir que allí, en Costa Rica y en la época en la que yo la visité, amanecía a las cinco de la mañana con lo cual lo ideal era levantarse a las cuatro para estar en la puerta del hotel con todo listo y totalmente pertrechado. Nada más llegar a este establecimiento, ya en el mismo aparcamiento, disponen de una especie de cenador de madera rodeado de un frondoso jardín a mitad de camino entre cuidado y silvestre. En esta zona que hace de recibidor del complejo ya podemos pasar un buen rato deleitándonos con los quehaceres de las numerosas especies de aves, especialmente de las joyitas aladas, los colibrís.

En el rato que permanecimos en aquel rincón encantado pudimos observar las idas y venidas de especies como el Espiguero variable (Sporophila corvina), el Mielero Verde (Chlorophanes spiza) y colibrís como el ubicuo Amazilia colirrufa (Amazilia tzacatl), el Jacobino nuquiblanco (Florisuga mellivora) y el más escaso, diminuto y endémico de la región, el Colibrí copete de nieve (Microchera albocoronata).

Los que nos dedicamos a pintar directamente de la naturaleza tuvimos, en la gran mayoría de hoteles, las mejores condiciones para dar rienda suelta a nuestros lápices y pinceles. En este primer establecimiento, por ejemplo, disponemos de un comedor muy amplio desde donde observar numerosas especies de aves que se acercan a los comederos artificiales. Es una buena opción utilizar estos espacios ya que en Costa Rica la lluvia no es ocasional, especialmente en la época lluviosa.

Después de una comida ligera, proseguimos rumbo al noreste, hacia La Pavona.

El muelle, o mejor dicho, el embarcadero de la Pavona es un punto de encuentro de todos las personas interesadas en tomar una embarcación para desplazarse hasta cualquiera de asentamientos que se distribuyen a lo largo de la costa nororiental de Costa Rica. No hay otra forma de llegar hasta allí si no es por el aire o por los ríos.

El embarcadero es muy sencillo, un camino que baja en pequeña pendiente hasta la orilla del río, donde varios botes esperan a los viajeros que se embarcan de forma ordenada. En esta ocasión era obligatorio el uso de mascarillas y chaleco salvavidas durante el trayecto, así como respetar la distancia mínima de seguridad.

Embarcadero en La Pavona.

Nos dirigíamos hacia el parque nacional Tortuguero, donde visitaríamos varios establecimientos hoteleros que utilizaríamos como base para nuestras excursiones. Estos establecimientos son también conocidos como “lodges”, voz adoptada del inglés que significa pequeña casa o cabaña situada en las cercanías de un parque o entorno natural donde también hay una casa mayor. Hoy en día, la realidad difiere bastante de este término original y son complejos turísticos con todo lo necesario para pasar largas estancias en medio de la selva. Cabe destacar que, en los lodges que yo pude visitar o instalarme, están perfectamente integrados en el paisaje, construido con materiales naturales, principalmente madera y regentados por personas con una idea clara y precisa de lo que debe ser un establecimiento acorde con el ecoturismo. En este sentido, me he llevado una grata sorpresa al ver cómo cada gerente de cada establecimiento nos explicaba con todo lujo de detalles por qué no había televisión o aire acondicionado en las habitaciones, cómo depuraban las aguas residuales o cómo hacían partícipes del negocio a los lugareños. Buen ecoturismo, sí señor.

Rumbo a al parque nacional Tortuguero.
La travesía en barco depara las primeras observaciones de caimanes.

Pues bien, el viaje hacia Tortuguero, descendiendo por el río Suerte nos llevó aproximadamente hora y media subidos en unas barcazas que hacían a la perfección de observatorios móviles de modo que muchos de los animales que pudimos ver, se dejaron fotografiar bien a gusto. Buen lugar para la observación de caimanes, muy comunes aquí, y además toda suerte de iguanas y basiliscos.

Aves ribereñas típicas como la Garza tigre cuellinuda (Tigrisoma mexicanum), la Anhinga o Pato de agua (Anhinga anhinga) y las garcillas verdes (Butoroides virescens). También pudimos ver bandadas de Vencejo lomigrís (Chaetura cinereiventris), Golondrina alirrasposa sureña (Stelgidopteryx ruficollis), Golondrina lomiblanca (Tachycineta albilinea) y el Andarríos maculado (Actitis macularius).

Al final del trayecto, y ya arribando a nuestro destino, vinieron a recibirnos un par de elegantes rabihorcados magnos (Fregata magnificens), todo un lujo para los ojos de un ornitólogo europeo como yo.

Rabihorcado magno, Fregata magnificens.

Nuestros equipajes quedaron en el Mawamba Lodge (donde dormiríamos) y nada más llegar fuimos recibidos por guacamayos verdes mayores o lapas verdes (Ara ambiguus) y los pericos aztecos (Eupsittula nana). En los jardines de este complejo pudimos deleitarnos con la observación de la Reinita cabecidorada (Protonotaria citrea) y el Bolsero capuchinegro (Icterus prosthemelas).

 

Aquí, la playa más importante y célebre de todas es la playa de Tortuguero, a escasos metros del alojamiento. La playa de Tortuguero, dentro del parque nacional del mismo nombre, es reconocida mundialmente como uno de los santuarios más importantes para el desove y puesta de seis de las siete tortugas marinas que hay en el mundo.

Nido de tortuga en la playa de Tortuguero

La visita a estas playas está regulada y muy controlada en esta época tan delicada para los quelonios, de forma que si queremos presenciar este fenómeno natural debemos informarnos bien de cuándo, dónde y con quién podemos hacerlo. Existen tours guiados por expertos que nos acompañarán en nuestras visitas nocturnas.

Costa Rica es también un paraíso para los anfibios.

Con las últimas luces del día, los momentos previos a la cena ofrecen al visitante muchas oportunidades de poder observar especies crepusculares y que quizás sean más difíciles de ver durante el día. Este puede ser el caso de los chotacabras de los que Costa Rica atesora nueve especies. Si eres un amante de estas aves no te olvides que puedes encontrarte con algún Nictibio grande (Nyctibius grandis).

Iguana verde, Iguana iguana.

Mamíferos como el Mapache (Procyon lotor) merodean estos lugares y no es difícil reconocer sus huellas en la arena. También es frecuente encontrarse con algún oso perezoso colgado plácidamente en la rama de un árbol. En Costa Rica hay dos especies de oso perezoso: el de dos dedos (Choleopus hoffmanni) y el de tres dedos (Bradypus variegatus). Durante el viaje disfrutamos de la observación de ambas especies.

Más tarde, cruzamos el río para visitar otro establecimiento llamado Pachira Lodge, donde comimos y aprovechamos para dar una vuelta de pajareo. Observamos Querula gorgimorada (Querula purpurata), Tucán pico castaño (Ramphastos ambiguus) y el Trogón coliplomizo (Trogon massena). También observamos otras especies más comunes como la Oropéndola de Montezuma (Psarocolius montezuma).

Perezoso de tres dedos.

Al anochecer tuvimos ocasión de cenar en el Laguna Lodge donde pudimos ver un Martinete cabecipinto (Nyctanassa violacea).

La mañana siguiente cancelamos el tour que teníamos programado debido a las lluvias torrenciales por lo que nos vimos obligados a pajarear por los jardines y la playa. Pudimos ver un par de ermitaños bronceados (Glaucis aeneus), volvimos a encontrarnos con las Reinitas cabecidoradas (Protonotaria cinerea) y el Bolsero capuchinegro (Icterus prosthemelas).

En Costa Rica el pulso de la migración es tan palpable y evidente, que puedes ser espectador de este fenómeno natural con entrada de tribuna. Solo en el corto periodo de tiempo que estuvimos en la playa, pudimos disfrutar de la migración de muchísimas golondrinas que se dirigían al sur. Entre ellas destacaban la Golondrina risquera (Petrochelidon pyrrhonota), la Golondrina ribereña (Riparia riparia) – que en España conocemos como Avión zapador – y la Golondrina tijereta (Hirundo rustica) que viene a ser nuestra Golondrina común y Martín purpúrea (Progne subis). También vimos pericos aztecas y Carpintero carinegro (Melanerpes pucherani), pero éstos en los jardines.

Tucán de pico castaño, Ramphastos ambiguus

Los artistas de naturaleza disponemos de buenas instalaciones e infinidad de oportunidades para pintar en cualquier recorrido por el país tico pues en Costa Rica la mayoría de animales, aves incluidas, son bastante confiados y el acercamiento es relativamente fácil. En todos estos lodges los pintores lo tenemos fácil y además podemos hacerlo cómodamente en las propias instalaciones o, de forma más sencilla, en los alrededores.

Importante: antes de apoyarte, tumbarte o tocar el suelo o cualquier cosa con tu cuerpo, asegúrate de que ningún animal ha llegado antes que tú. En Costa Rica, como en la gran mayoría de países tropicales, hay muchas especies de reptiles e insectos que pueden hacerte daño si los importunas. Lo mejor: la prevención. De esta forma podremos dar rienda suelta a nuestra pasión artística. Pasión que continuaré relatando y compartiendo con los lectores en la segunda parte de este reportaje, en el que ponemos rumbo al centro y norte costarricense…

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