Descripción
Los zarapitos no dejan de resultarme unos seres con un aspecto de otro planeta, sus cuerpos rechonchos, esos picos curvados y esa cara entrañable, no me cansaré nunca de retratarlos. En el estuario del Miño, por ejemplo, son muy abundantes y su canto, algo estridente, inunda el ambiente, especialmente durante la noche, dándole un toque mágico.
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