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Costa Rica, un destino ornitológico Top (y II): centro y norte

13/12/2021 Autor: José Arcas
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Continuación de Costa Rica, un destino ornitológico Top (I): Tortuguero.

 

… Al día siguiente partimos rumbo de nuevo al embarcadero de la Pavona para seguir nuestro viaje hacia tierras interiores, hacia Sarapiquí, concretamente a una especie de jardín privado llamado Pierella Ecological Garden. Por el camino anotamos en nuestras bird lists nuevas especies como Elanio colinegro (Ictinia mississippiensis), Gavilán blanco (Pseudastur albicollis), una pareja de halcones cuelliblancos (Falco rufigularis) y una Garceta azul (Egretta caerulea).

Costa Rica es generosa en mamíferos y pudimos ver cómo dos nutrias o «Perros de agua» (Lontra longicaudis) devoraban su pesca encima de una roca en medio del río. También pasaron a saludarnos el Martín Pescador amazónico (Chloroceryle amazona), el Martín Pescador collarejo (Megaceryle torquata) y un Gavilán chapulinero o Patapodrida (Rupornis magnirostris) posado en un cartel en medio de un campo.

Llegamos al Pierella Ecological Garden. Este jardín, creado por William Camacho, arrancó siendo un pequeño criadero de mariposas y hoy en día comprende cinco hectáreas de selva donde podemos observar numerosas especies de aves. El lugar dispone de unos comederos para aves, que pueden ser observadas fácilmente mientras almorzamos o tomamos un refresco en el comedor cubierto.

 

En realidad, no sabemos si nosotros observamos a las aves mientras comemos o al revés. Aquí pudimos observar especies destacables como el Carpintero canelo (Celeus loricatus), Buco barbón (Malacoptila panamensis), el Jacamar rabirrufo (Galbula ruficauda), el Martín pescador enano (Chloroceryle aenea), el Hermitaño barbudo (Threnetes ruckeri), Tucancillo collarejo (Pteroglossus torquatus), entre otros muchos. Otras especies más frecuentes fueron la Tangara de Passerini o Sargento (Ramphocelus passerinii), la Tangara azuleja (Thraupis episcopus) o el Mielerito patirrojo (Cyanerpes cyaneus). Otro goloso de la fruta, el Tucancillo collarejo (Pteroglossus torquatus).

Murciélagos blancos (Ectophylla alba) en Pierella Ecological Garden. Costa Rica cuenta con 110 especies de quirópteros.
Buco barbón, Malacoptila panamensis.

Como no sólo de aves vive el naturalista, pudimos ver, por gentileza del propietario, un grupo de murciélagos blancos (Ectophylla alba) dormitando debajo de una hoja y nos explicó que los propios quirópteros muerden el nervio central de la hoja para que ésta doble y les cobije mucho mejor. Preciosos e inteligentes.

Martín pescador enano, Chloroceryle aenea.

Muy interesantes también los mariposarios que existe en el “jardín”. Aquí, los estudiosos de las mariposas tropicales tienen una buena oportunidad de deleitarse con la enorme variedad de estos espectaculares insectos.

Nos despedimos del propietario de este trocito de selva tan particular y nos dirigimos a nuestro siguiente destino, Lodge & Reserve Selva Verde, en Sarapiquí.

 

Como no podía ser de otra forma, nos recibieron con todo lujo de atenciones. Este lodge merece una mención particular ya que su historia es curiosa. Fue fundado por Giovanna Holbrook, una mujer pionera en ecoturismo hace ya 30 años. Ella llegó a Sarapiquí como ornitóloga y decidió quedarse comprando trozos de selva que seguramente acabarían desapareciendo para ser dedicados a la agricultura. Hoy este imponente hotel, totalmente integrado en la selva, dispone de todas las instalaciones necesarias, no solo para pasar unos días de vacaciones, sino para celebrar eventos importantes como congresos y simposios de toda índole relacionados con el bosque tropical.

Mono aullador, Alouatta paliatta.

De este lugar me llamó mucho la atención la selva tan abrumadora en la que estaba inmersa el hotel. Simplemente con asomarte a las habitaciones ya podías disfrutar de numerosas especies de aves. La misma tarde que llegamos hicimos un pequeño recorrido cerca de las instalaciones del lodge. La selva es imponente, a mí personalmente me sobrecogió verme en medio de tanta grandeza y exuberancia vegetal, con el sonido de las aves y los monos de fondo. Hubo momentos que me quedaba como embobado, ni siquiera quería hacer fotos, no quería perderme ni un solo segundo de todo aquello.

En una breve inspección naturalística pudimos observar al Trepador barreteado (Dendrocolaptes sanctithomae), el Trepador gorgianteado (Xiphorynchus susurrans) y Hormigueros dorsicastaños (Poliocrania exsul), Andarríos maculado (Actitis macularius) y Cormorán neotropical (Nannopterum brasilianus).

Realizamos también una salida nocturna en la reserva La Tirimbina y pudimos ver bucos barbones (Malacoptila panamensis) y una hembra y un macho de Trogón cabeciverde (Trogon rufus).

Por la mañana nos levantamos temprano – a las 5 de la mañana es casi de día- y nos dirigimos a la estación biológica La Selva, donde nos esperaba un guía local para hacer una ruta por este interesante lugar. La estación está en realidad formada por varios edificios (laboratorios, casas donde se alojan los estudiantes e investigadores, etc.) perfectamente integrados en el paisaje.

La venenosa Ranita roja, Dendrobates pumilio.

Sin salir de las instalaciones pudimos ver numerosas especies como el Pavón grande (Crax rubra), la Pava crestada o Guan (Penelope purpurascens), el Cuco ardilla (Piaya cayana), el Colibrí cabeciazul (Klais guimeti), la Amazilia pechiazul (Amazilia amabilis), el Trogón violáceo (Trogon caligatus), el Mamoto canelo mayor (Barhyphthengus martii), el Martín pescador amazónico (Chloroceryle amazona), el Tucancillo collarejo (Pteroglossus torquatus), el Guacamayo verde mayor (Ara ambiguus) o el Saltarín cuelliblanco (Manacus candei), entre muchos otros.

A mediodía abandonamos la reserva para dirigirnos, dentro del cantón de Sarapiquí, al Hotel La Quinta. Este hotel fue certificado sostenible por el Instituto Costarricense de Turismo a través de su programa de Certificación de Turismo Sostenible (CST). El lodge fue reconocido con la máxima calificación de este sistema, 5 hojas.

A pesar de la breve visita a este fantástico establecimiento, pudimos observar Amazilia rabirrufa (Amazilia tzacatl), el Carpintero carinegro (Melanerpes pucherani), la Tangara capuchirroja (Ramphocelus sanguinolentus), Tangara de Passerinii (Ramphocelus passerinii), el Saltador gorgianteado (Saltator maximus) y Eufonia coroniamarilla (Euphonia luteicapilla). En una especie de charca situada al fondo de las instalaciones, el final de un sendero que atraviesa el complejo, habitan varios ejemplares de Caimanes de anteojos (Caiman crocodilus). No te vayas sin verlos.

Carpintero carinegro (Melanerpes pucherani)

Con pena, partimos hacia nuestro siguiente alojamiento, también en la zona comprendida entre las llanuras del Caribe y las Tierras Altas costarricenses. En esta ocasión nuestro nuevo hogar sería el impresionante y lujoso lodge llamado Tilajari Hotel Resort & Conference Center. Este complejo hotelero fundado en 1985 comprende unas 14 hectáreas de terreno y uno de los pilares en los que se apoya su política de empresa es la de integrar a la comunidad vecina en las actividades del complejo, generando numerosos puestos de trabajo.

 

Este fantástico hotel se encuentra a orillas del río San Carlos, por lo que muchas de las aves que nos vamos a encontrar son especies relacionadas con este tipo de ecosistemas como el Pijije común (Dendrocygna autumnalis), el Andarríos maculado (Actitis macularius), el Martín pescador verde (Chloroceryle americana), el Martín pescador amazónico (Chloroceryle amazona) y el Ibis verde (Mesembrinibis cayennensis).

 

Ya en los jardines del hotel vimos Pájaro imitador tropical (Mimus gilvus), Tordo sargento (Agelaius phoeniceus), la Reinita acuática norteña (Parkesia nevoboracensis) entre otros. En las orillas del río y en los árboles es frecuente ver iguanas, especialmente la Iguana verde o común (Iguana iguana).

Puente colgante en Mistico Park.

Tras disfrutar una vez más de la gastronomía costarricense partimos hacia un enclave del que ya había oído hablar, se trata del Mistico park, un parque privado famoso por sus rutas con numerosos puentes colgantes. Estos puentes se suspenden a 50-60 metros del suelo y te llevan prácticamente por las copas de los árboles. Su ubicación resulta idónea, pues es en el dosel arbóreo donde se concentra la vida animal.

La situación geográfica de este parque es privilegiada ya que se encuentra a medio camino entre las tierras altas – a escasos kilómetros del Volcán Arenal – y las tierras bajas, lo que hace que podamos observar sin salir de sus límites más de 350 especies de aves (recordemos que en España hay poco más de 600 especies), más de 120 especies de mamíferos y más de 250 de reptiles y anfibios. Dicho esto, os podéis hacer una idea de lo que significa visitar este enclave.

alt="Volcan Arenal"
Volcán Arenal.

Destacamos estas especies en un recorrido de unas dos horas en este parque, Ermitaño enano (Phaethornis striigularis), Ermitaño verde (Phaethornis guy), Colibrí cabeciazul (Klais guimeti), Tucán pecho amarillo (Ramphastos ambiguus), Hormiguero moteado (Hylophylax naevioides), Trepadorcito pico de cuña (Glyphorynchus spirurus), Mosquerito de yelmo (Lophotriccus pileatus), Mosquerito lomiamarillo (Myiobius sulphureipygius), Pibí boreal (Contopus cooperi),  Eufonia gorricanela (Euphonia anneae) y Garza tigre de río (Tigrisoma fasciatum).

Pudimos observar también varios grupos de Mono aullador (Alouatta palliata) y Mono araña (Ateles geoffroyi).

 

Bocaracá o víbora de pestañas.

Como la observación intensiva de aves produce molestias en las cervicales y tanta emoción continua acaba agotando las energías del ornitólogo más experimentado, disfrutamos con gusto unos reponedores instantes en las conocidas pozas Ecotermales Fortuna. Es un establecimiento que creció en torno a los manantiales de agua caliente generadas por la cercanía del volcán Arenas que en un principio eran de disfrute de la familia propietaria de los terrenos y que desde 2002 son una próspera empresa con cincuenta empleados y trece manantiales de agua caliente y cuatro de agua fría. Mientras el visitante se relaja en el agua caliente, puede escuchar y observar decenas de especies de aves a su alrededor. Creo que el Valhala de los ornitólogos debe ser algo así.

Hacia el Norte

Al día siguiente y ya con las pilas cargadas, un buen desayuno tradicional a base de Gallo pinto, plato tradicional de Costa Rica hecho con arroz y frijoles que puede acompañarse de huevos fritos o revueltos, plátano en todas sus variedades, pollo, patacones, etc. Por supuesto una buena dosis de exquisito café costarricense y ¡hala, a seguir viendo aves!. Qué maravilla…

En esta ocasión pusimos rumbo norte, hacia una localidad llamada Medio Queso, en la provincia de Alajuela, casi en la frontera con Nicaragua. Nuestro objetivo era llegar a una especie de embarcadero donde nos esperaban para dar un pequeño paseo por el río y observar aves palustres. Pudimos observar, entre otras muchas especies comunes, el Pijije común (Dendrocygna autumnalis), Zopilote cabecirrojo (Cathartes burrovianus), el bonito Colibrí manguito pechiverde (Anthracothorax prevostii), Gallareta morada (Porphyrio martinicus), Garza tigre cuellinuda (Tigrisoma mexicanum), Antifacito coroniolivo (Geothlypis semiflava), Caracara cabecigualdo (Milvago chimachima), Soterrey de Celedón (Cantorchilus zeledoni), Espiguero menudo (Sporophila minuta).

Tras este precioso viaje en barcaza, nos dirigimos hacia otro humedal, esta vez se trata del Refugio Nacional de Vida Silvestre de Caño Negro, declarado zona Ramsar en 1991 y considerado por muchos como el tercer mejor humedal del mundo. Si Costa Rica es el paraíso de las aves, Caño Negro es el paraíso del paraíso.

De camino a Caño Negro pudimos observar por el camino varias especies de aves de interés, por ejemplo, el Jabirú (Jabiru mycteria), un cicónido que duplica en tamaño a nuestras afables cigüeñas. También se dejaron ver, aunque este caso nos costó lo suyo, una Polluela gargantiblanca (Laterallus albigularis) el rálido más pequeño que jamás he visto. Increíble la potencia de su canto y su mimetismo que aún sabiendo que lo tienes a tus pies, eres incapaz de verlo.

Polluela gargantiblanca, Laterallus albigularis

Llegamos a la Hacienda Caño Negro para almorzar y allí mismo, en el aparcamiento, en lo alto de un árbol estaba sesteado un Nictibio grande o Ave fantasma (Nictibius grandis), un pariente neotropical de los chotacabras. También disfrutamos de varios avistamientos de Trogón coliplomizo (Trogon massena). En los tejados del restaurante jugaba al despiste un mono capuchino (Cebus capuchinus) que intentaba sisar algo de comida en el restaurante aprovechando cualquier despiste del personal que atendía el buffet.

 

Después de comer, dimos un pequeño paseo por el bosque de Renzo donde hicimos varias escuchas de aves, pudiendo observar el Soterrey castaño (Cantorchilus nigricapillus), Buco pinto (Notharchus tectus) y Trogón coliplomizo (Trogon massena). Tras el paseo selvático, embarcamos para navegar por los brazos, canales y lagunas del paraíso húmedo de Caño Negro.

El Jabirú, Jabiru mycteria, el cicónido más grande del Nuevo Mundo.

El Refugio Nacional de Vida Silvestre de Caño Negro, de unas 10.000 hectáreas, se encuentra al norte del país, cerca de la frontera con Nicaragua, concretamente en los cantones de Guatuso y los Chiles. En esta reserva, podemos observar 307 especies de aves, de las cuales 206 son residentes y 101 migratorias.

El paseo se realiza íntegramente en barco, aunque ofrecen otra serie de servicios como rutas a caballo, senderismo, etc. Debo destacar la tranquilidad que se respira en este lugar teniendo en cuenta que vas en una barcaza de unas 20 plazas que se desplaza muy despacio y que la gente es muy respetuosa, manteniendo el silencio todo el trayecto (incluso al ver alguna especie rara, parece como si la gente gritase en voz baja).

Observamos Gavilán de ciénaga (Busarellus nigricollis), Mosquero real (Onychorhynchus coronatus), Zanate de laguna (Quiscalus nicaraguensis), Gavilán cabecigrís (Leptodon cayanensis), Rascón pomponé (Aramides albiventris), Jacana centroamericana (Jacana spinosa), Anhinga americana (Anhinga anhinga), Cormorán biguá (Phalacrocorax brasilianus), Picocuchara (Cochlearius cochlearius), Elanio caracolero (Rostrhamus sociabilis), Ibis blanco (Eudocimus albus), Ibis verde (Mesembrinibis cayennensis), Lechucita sabanera (Megascops cooperi), Martín pescador collarejo (Megaceryle torquata), Halcón cuelliblanco (Falco rufigularis), Golondrina lomiblanca (Tachycineta albilinea), Bolsero castaño (Icterus spurius) y Tordo sargento (Agelaius phoeniceus).

Gavilán caracolero, Rostrhamus sociabilis.

El día previo al regreso a nuestros respectivos países de procedencia estuvo lleno de observaciones y visitas a lugares increíbles y tremendamente atractivos y espectaculares.

En el camino que nos llevaba a una conocida hacienda cafetera, hicimos varias paradas; una primera en una extensa plantación de piña, una segunda en San Miguel y una tercera en Soda Cinchona, un pequeño restaurante local con un balcón cuyas vistas son el sueño de cualquier naturalista.

Gavilán de ciénaga, Busarellus nigricollis.

Costa Rica es unos de los productores más importantes de piña a nivel mundial y los cultivos de esta fruta tropical se extienden por gran parte de su territorio. En este monocultivo, especialmente en las zonas adyacentes, pudimos observar algunas especies de aves como la Pava crestada (Penelope purpurascens), Tortolita rojiza (Columbina talpacoti), el Chorlitazo sureño (Vanellus chilensis), Garza tigre cuellinuda (Tigrisoma mexicanum), Caracara norteño (Caracara cheriway), Gavilán gris (Buteo plagiatus), Tordo pechirrojo (Leistes militaris), Antifacito coronigrís (Geothlypis poliocephala), Espiguero variable (Sporophila corvina) y Semillero negro azulado (Volatinia jacarina).

Lechucita sabanera, Megascops cooperi.

En San Miguel se dejaron ver el Martín pescador amazónico (Chloroceryle americana), Trepadorcito aceitunado (Sittasomus griseicapillus), Tángara cabecicastaña (Tangara gyrola) y dorada (Tangara icterocephala), Reinita acuática piquigrande (Parkesia motacilla), Eufonia gorricanela (Euphonia anneae) y el Saltator gorgianteado (Saltator maximus).

Por último, la Soda Cinchona, un lugar inolvidable y que cualquier ornitólogo amante de los colibrís debe visitar en su viaje a Costa Rica. Es un negocio local muy rústico con un comedor situado en un balcón colgado sobre un precipicio que acaba donde rompen las aguas de la catarata de San Fernando, justo enfrente.

Sentados en cualquier mesa de las que están en el mirador podemos ver numerosas especies de colibrís que revolotean por todas partes y que, sumergidos en sus peleas y persecuciones, se olvidan de nuestra presencia y podemos disfrutar de ellos teniéndolos muy cerca. Ideal para dibujarlos y fotografiarlos.

De este excepcional observatorio destaco a los colibrís de los que pudimos observar a placer especies como el Ermitaño verde (Phaethornis guy), Colibrí orejivioláceo pardo (Colibri delphinae), Colibrí orejivioláceo verde (Colibri cyanotus), Colibrí colicerda verde (Discosura conversii), Colibrí brillante frentiverde (Heliodoxa jacula), Colibrí montañés ventriblanco (Lampornis hemileucus), Colibrí ala de sable violáceo (Campylopterus hemileucurus), Esmeralda de coronilla cobriza (Microchera cupreiceps), Colibrí pechinegro (Eupherusa nigriventris) y Amazilia rabirrufa (Amazilia tzacatl).

Después de este baño de aves diminutas, seguimos ruta hacia el distrito de Carrizal, en el cantón de Alajuela, donde nos esperaba una interesante visita a una plantación de café y donde además podríamos darnos una vuelta para ver aves antes de comer. Finalmente, una lluvia torrencial nos obligó a permanecer a cubierto y sólo pudimos observar Zorzal piquianaranjado (Catharus aurantiirostris), Chingolo (Zonotrichia capensis), Sotorrey cucarachero (Troglodytes aedon) y Urraca parda (Psilorhinus morio).

Al final del viaje, y ya en el hotel, nos juntamos los dos equipos de observadores -caribeños y pacíficos- para celebrar el reencuentro y el haber participado en este maravilloso viaje.

Mono Cara blanca o capuchino.

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